Thai Dragon

No soy experta en el género de las artes marciales, ni tampoco me considero amante de este tipo de películas, pero he de decir que THAI DRAGON me ha gustado mucho, no ya solo por la acción en sí misma, que es lo que más prevalece (los golpes, saltos, patadas y demás son impresionantes) sino por el argumento, que ni siquiera esperaba encontrar, pero sí, lo hay, y aunque simple a mí me ha resultado emotivo: la bella historia que se desarrolla entre Khan (Tony Jaa) y sus elefantes es realmente cautivadora, hace darse cuenta de que los animales tienen los mismos sentimientos o aún mejores que las personas. Una perfecta manera de expresar el afecto hacia cualquier ser vivo.

Cine de artes marciales extremo. No hay palabras, porque "espectacular" se queda muy corto. De lo mejorcito del género sin duda.

Alguien hablaba de mala dirección. Pues atentos a los impresionantes planos secuencia que duran infinito, siguiendo al protagonista dando mamporros por doquier.

Recomendabilísima para pasar un rato muy divertido, y quedarte boquiabierto en más de una ocasión.

Es una de mis películas favoritas.Es cierto que la historia no es muy grande pero es que esto es artes marciales.dicho esto voy con la crítica.Señores esta película es un pasote,pura brutalidad.He esperado a ver la dos para escribir mi crítica de la uno y aunque la dos mola,la uno es insuperable.Si ong bag uno y dos son fuertes,thay dragon las supera por mucho.Los combates son asombrosos,la pelea del restaurante es mítica y cada segundo de la peli es un espectáculo.

Con "Thai Dragon" se vuelven a reunir los responsables principales de "Ong-Bak", como su director, Prachya Pinkaew, y parte del reparto, encabezado por Panom Yeerum, que en un alarde de vista comercial, se ha "rebautizado" como Tony Jaa, que sin ser un nombre particularmente elegante, sí que facilita que el público no tailandés (que la verdad, es un montón) se pueda quedar con él.

Al igual que la mencionada "Ong-Bak", de nuevo se trata de ver a este fornido mozo dando rodillazos, codazos, cabezazos, así como piruetas imposibles para cualquiera, excepto quizás para Spiderman, y eso es lo que da la película. Es más, el ritmo de desencajado/quebrado/tronchado de extremidades es mayor que si juntásemos a tres Steven Seagal, y lo que en un primer momento impresiona y entretiene, acaba haciéndose un tanto pesado. Como en toda peli de artes marciales, los rivales serán cada vez más pintorescos y complicados, y esta vez nos encontramos entre ellos a un tipo salido de la lucha libre y a Ronaldinho bailando capoeira. Lo nunca visto.

Entre esas escenas discurre lo que suponemos un intento de argumento, con varios personajes que pasaban por allí, y entran y salen de la pantalla cuando al director le apetece, o se acuerda de que algo tenían que ver con la historia, cosa que no acaba de quedar clara. A nivel actoral, poco se puede comentar: los malos fruncen el ceño, el alivio cómico procura hacer el ridículo, y Tony Jaa pega patadas, que para eso está.

En cuanto a las luchas, si bien es deudora de las acrobacias de Jackie Chan, no existe el sentido del humor y de la violencia de tebeo de las pelis de éste, sino que aquí hay sangre, mucho hueso roto y también tendones cortados. Es difícil saber por qué en una película pensada como espectáculo hay escenas tan duras como en esta ocasión. Probablemente se acaben dando cuenta de que no hay que tomarse tan serio a uno mismo cuando se ofrece este tipo de producto, y entonces, las cosas irán a mejor.

Por cierto, ¿dónde está el dragón del título?

Tony Jaa se supera. ¿Qué quieren, los que critican la carencia de argumento? ¿Acaso pensáis que Tony Jaa se piensa que le van a dar un Oscar algún día? Pues no, hace lo que sabe hacer (que no es actuar): luchar y hacer el anguila, escurriéndose de todos y de todo de las maneras más peligrosas e impensables posibles. La peli, si tiene guión, no importa, porque no tiene ni la más mínima relevancia. Con escenas como esa en la que él solito se cepilla a 40 o 50 tíos, la película cumple su fin, que no es otro que entretener en horita y media escasa, y demostrar de nuevo el talento físico, que nunca jamás de los jamases interpretativo, de este atleta tailandés.