Géminis

El director de ‘El tigre y el dragón’ o ‘Brokeback Mountain’, regresa con una película cuyo guion pasó algunos años guardado al no haber la tecnología adecuada para su realización, protagonizada por Will Smith, en doble papel, uno de ellos creado totalmente de manera digital, filmada a 120 fotogramas por segundos y en 3D.

La historia es bastante simple, Will Smith interpreta a Henry Brogan, un asesino profesional al servicio del gobierno de los Estados Unidos, que tras una última y compleja misión decide retirarse al sentirse ya viejo y cansado.

Pero Brogan pronto se descubre en el medio de una conspiración en el que buscan matarlo y para ello han enviado a un clon del propio Brogan, mucho más joven que él, que le perseguirá con la intención de desaparecerlo del mapa.

Diversos son los problemas a los que se enfrenta esta nueva película del director taiwanés, partiendo de un guion débil que narra una historia poco novedosa y bastante descuidada, con personajes planos y estereotipados, en la que se destaca por mucho la parte técnica y, sobre todo, el gran talento e ingenio de Ang Lee que desafortunadamente solo se ve aplicado en las pocas secuencias de acción.

Y es que Lee le pone empeño en construir cada encuadre, y en general de cada puesta de cámara, para conseguir un producto que visualmente es bastante llamativo, construyendo una de las mejores secuencias de acción de los años recientes en una persecución en moto simplemente espectacular, pero, por el contrario, el resto del relato adolece de una modorra importante.

A las actuaciones disparejas se suma un villano de cartón interpretado por el desangelado Clive Owen, una presencia femenina que aporta poco, en la figura de Mary Elizabeth Winstead, entre otros aspectos negativos, en detrimento de una película dispareja y decepcionante.

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La verdad es que, viendo la carrera que ha llevado Ang Lee, con películas como Brokeback Mountain, Cabalga con el diablo, La vida de Pi, Tigre y dragón, Sentido y sensibilidad, La tormenta de hielo, El banquete de boda e incluso aquella primera Hulk, verlo haciendo una película como Géminis es algo triste.
Sobre todo porque Géminis es de una pereza narrativa que asusta. No hay nada realmente estimulante en lo que nos cuenta, ni en cómo lo cuenta. El resultado final es más o menos entretenido, sí, y se deja ver sin problema para paliar un rato de aburrimiento, pero no destaca por encima de otros thrillers de acción y aventuras semejantes, y ha habido muchos (sin ir más lejos, puede recordar vagamente a la saga Bourne). El asunto del doppelgänger "malo" que persigue el protagonista está ya muy visto, y además en esta ocasión no convence porque el rejuvenecimiento digital al que han sometido a Will Smith para convertirlo en sí mismo pero más joven no funciona demasiado bien. Más que un Smith joven, como lo conocimos en El Príncipe de Bel Air, por ejemplo, lo que parece este rostro digitalizado es el Smith de Siete almas, por ejemplo, o incluso de Ali. Es decir, un Smith con pelo más largo y barba afeitada, pero no necesariamente más joven, y desde luego no adolescente. De hecho, ni siquiera se parece mucho a su propio hijo Jaden, que tiene más o menos esa edad.
Sin embargo, su acción y su manera de estar rodada, que también generó controversia, termina siendo un punto a favor por lo sumamente entretenidas que son esas escenas, además de muy espectaculares, como demuestra la persecución en moto entre los dos Will Smith. Ls 120 fotogramas por segundo pueden marear a más de uno, sin duda, pero concretamente en esas escenas hacen parecer a la película un videojuego, y el resultado es bastante molón.
En definitiva, no es un desastre, pero tampoco es una maravilla. Pasable y punto.

Lo mejor: Entretiene. Las escenas de acción parecen un videojuego. Y ver a Clive Owen siempre es un placer.
Lo peor: La recreación juvenil de Smith, raruna, y su desidia narrativa.

Vista anoche sin mucho entusiasmo, comprobé que efectivamente no era para tanto como pensé en un principio cuando vi su tráiler hace un par de meses. Vi el metraje con mi madre y su marido y de los 3 yo fui el único que lo vio hasta el final. Cuando saltaron los créditos mire a mi izquierda y vi a ambos roncando en el sofá. Bueno, hasta aquí mi pequeña anécdota familiar. Desde luego Géminis es un film cuya historia está sobreexplotada en el género de acción. Al menos en su caso podemos ver pequeños destellos de la ciencia ficción, aunque estos sean bastante escuetos y no se profundicen como deberían. En cualquier caso, aquí asistimos a un tópico ejercicio de adrenalina que ya estamos cansados de presenciar. No por ello hay que restarle el disfrute que se merece por todo el refrito que presenta con sus escenas de persecución, peleas de puños, disparos a quemarropa que ocasionan explosiones y fogonazos a tope. Los escenarios son buenos, y eso que la mayoría de ellos salen muy rápido como para apreciar sus montajes. Las actuaciones no son geniales, pero cumplen con los papeles que llevan a cabo. Will Smith es con mucha diferencia el mejor en este sentido y si acaso también podemos mencionar el rol de antagonista ejercido por Clive Owen. El resto está correcto en lo que se le pide, que no es demasiado, pero bueno. Típica película de acción con breves signos de ciencia ficción que no es demasiado llamativa en su trama por ser una muy pero que muy vista.

Agentes secretos, supersoldados, trepidantes escenas de acción, clones… “Geminis” levanta en su trailer unas expectativas que su metraje se encarga de desmentir a los pocos minutos. Para empezar, su protagonista es Will Smith en modo Príncipe de Bel Air, un asesino perfecto, chulo y vacilón, con alguna que otra cana como única concesión a que el tiempo pasa para todos, es decir, un modelo de película que dejó de ser atractiva hace veinte años. Los nuevos héroes de acción son imperfectos tanto en lo psicológico (oscuros, imperfectos) como en lo físico (necesitan varios disparos para acertar a un blanco, fallan cuando disparan en movimiento, se cubren en los tiroteos, reciben golpes en las peleas). Pero dejando a un lado ese elevado concepto de sí mismo que tiene Smith y que le lleva a pensar que todo el mundo es fan incondicional suyo y quiere verle repartiendo estopa como un dios de la guerra afroamericano y sonriente, “Geminis” resulta fallida en todo lo que es el apartado técnico.

Empezamos por lo más evidente, todo un clásico de producciones Netflix: el sonido es horripilante. La música de base es una melodía tecno simple y machacona que se consideraría impropia para un videojuegos spectrum de 8 bits y que se emite durante toda la película, en modo acelerado en las secuencias de acción (penalizando la inmersión) y en modo lento en el resto de escenas (rayando al espectador). Pero la cosa empeora. Como intentando taparnos la boca a los que pensamos que el dinero de efectos sonoros se ha empleado en pagar nóminas (es posible que Will Smith haya cobrado por triplicado), se ha adquirido una composición de corte épico tipo John Williams que se mete en algunos planos de transición y que empasta con la película lo mismo que unas pegatinas de Mercadona en un ataud.

Las escenas de acción tienen su interés, pero no son nada del otro mundo. Los efectos especiales son bastante simples y se nota mucho cuándo un elemento es real y cuándo es digital. Las persecuciones no incluyen ningún elemento que no hayamos visto y los tiroteos están amañados para que los protagonistas salgan con vida de situaciones imposibles. Además de obsoletas, son escenas bastante escasas y distribuidas de manera muy desigual, lo que hace de “Géminis” una película de un ritmo cansino que mueve a los personajes de acá para allá sin demasiado criterio hasta que toca correr y disparar.

También es desconcertante el uso que se hace de los primeros planos. Que los personajes dialoguen mirando a cámara como si el espectador fuese su interlocutor es un recurso habitual en muchos directores para generar proximidad, pero requiere cierta habilidad (no mucha a estas alturas) para haber construido la escena de una forma en la que se induce el público a pensar que toma el papel de dicho interlocutor. En muchas escenas de diálogo de “Géminis”, como si el responsable de la segunda o tercera unidad fuese un poco novato, los protagonistas miran a un punto tras la cámara que hace pensar que el espectador es un tercer personaje que ha invadido el plano. Más que integrarnos en el diálogo, parece que los personajes forman parte de un ‘talk-show’ como “El programa de Patricia” y están respondiendo a sus preguntas. Es un efecto tan desagradable que induce a pensar en la opera prima de un debutante, hasta que vemos que “Géminis” está firmada nada menos que por el reconocido y oscarizado Ang Lee.

Y es que lo más sorprendente de todo es, precisamente, la presencia del susodicho Lee tras la cámara y la total ausencia en la obra de elementos reconocibles como suyos. Un director que ha demostrado competencia en el uso de efectos especiales y que nos ha hecho vibrar con películas de acción o emocionar con películas intimistas, pero que en “Géminis” no muestra más talento que el de construir una película que consigue mantener, a trompicones, el interés hasta el final y que, quizás, en otras manos, habría provocado deserciones de espectadores a mitad de metraje. Puede dar entretenimiento para una tarde, pero en general es regulín, regulera.

Bien seré breve. La película no es mala, resulta entretenida. Pero de alguna forma es imposible no relacionarla con las películas de John Wick, para ser mas precisos con la primera y segunda. Un agente que se retira despues de una última misión pero que por razones ajenas a él termina regresando al trabajo donde ya no podrá salir porque cometerá un error que le costará su tranquilidad.

No pude ver más de 1 hora de película ya que me resulto aburrida y un tanto forzada en la nueva agenda sionista progre como el interracialismo forzado (mujer blanca con hombre negro), el empoderamiento femenino (una mujer flaquita que es capaz de derrotar y humillar a un hombre blanco grande y musculoso y ademas un agente altamente entrenado, mismo que le terminan sacando los dientes), etc. Fuera de estas claras y obvias INTENCIONES, la película resulta entretenida. No es lo mejor, pero se puede ver en una tarde sin nada que hacer.