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Al rojo vivo

Cine negro Después de asaltar un tren que transportaba 300.000 dólares y asesinar a los maquinistas, Cody Jarret y su banda huyen con el dinero, pero son perseguidos por agentes federales que sospechan que Cody es el autor del robo. Una vez preparada una coartada perfecta, Cody se entrega a la policía y es condenado sólo a dos años de prisión; sin embargo, los agentes del Tesoro, convencidos de que fue el cerebro del asalto, le tienden una trampa. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los que vimos y disfrutamos a James Cagney en "Angels with dirty faces" (Michael Curtiz) y "The Roaring Twenties" (Raoul Walsh), ya sabíamos que "White Heat", por su temática, sería un plato fuerte para nosotros. Pero todavía sigo pensando en la primera aparición de Cagney en pantalla en este película y me asombra cuánto puede transmitir un buen actor con un sólo gesto, con un sólo ademán, con una mirada. Aparece este gigante de la pantalla en un auto y hace un ademán con la mano y un gesto con su cara. En ese instante, sin aún haber abierto la boca, ya sabemos un montón de cosas: que el hombre está al mando del grupo, que sus órdenes no se discuten, que sabe muy bien lo que está haciendo y que no dudará ni un segundo en hacer lo que sea para lograr sus objetivos. Si los que saben dicen que el cine es contar una historia a través de la imágen y el movimiento del las mismas, creo que acabamos de presenciar uno de los momentos mágicos del cine: el protagonista de la película ha sido presentado, ha sido desnudado en su intimidad y todavía no dijo ni una sola palabra: gracias querido Cagney por hacernos disfrutar tanto aún hoy, sesenta y tres años después que fué estrenada esta película.
HUSTON
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10 de mayo de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Al rojo vivo” no sólo es una de las obras maestras imprescindibles del gran Raoul Walsh, sino que es una de las obras maestras imprescindibles de la historia del cine y del cine negro en particular, un impresionante e intenso ejercicio de cine negro que cuenta con la que probablemente sea la mejor interpretación de esa fiera de la pantalla que era James Cagney. La película está inspirada en la historia real de Francis Crowley, apodado “Dos pistolas”, y que allá por los años 30 se convertiría en un popular y arquetípico gángster irlandés con sólo diecinueve años, siendo arrestado por la policía de Nueva York tras un largo tiroteo que llegaron a presenciar hasta quince mil testigos, en una operación de captura sin precedentes compuesta por casi tres centenares de agentes. Su falta de escrúpulos y ausencia de percepción de culpabilidad, su arrogancia y megalomanía enfermiza fueron las claves que hicieron que Virginia Kellogg escribiera una historia que adaptarían para la gran pantalla Ivan Goff y Ben Roberts.

La película es una portentosa muestra del talento de su director. Dura, violenta, es una descarnada visión de los últimos días de un gangster, interpretado brillantemente por el gran James Cagney. Cagney es Cody Jarret, un tipo obsesionado con el poder, con problemas psicológicos, sádico, celoso y sobre todo afectado por un descomunal complejo de Edipo, un tipo que tiene los días contados, anclado en un tiempo que no le pertenece, en una sociedad en la que no tiene sitio. Walsh rueda de forma magistral, enérgico, con mucho brío, con mucha fuerza en sus imágenes, plantea una acción y puesta en escena excelente, seca, con los medios más escuetos y necesarios para contar esta historia, la película no da respiro, frenética, con un ritmo de la acción excelente, se ve en un suspiro. Walsh va subiendo y bajando la intensidad de la narración de forma perfecta, dependiendo del tono de cada situación, trepidante cuando hay acción y calmado cuando prima la intimidad, para el recuerdo queda la secuencia final, un prodigio en todos los sentidos, coronada por un momento literalmente explosivo.

Un título imprescindible para disfrutar del mejor cine negro, una obra maestra insuperable llena de brío y violencia, una hora y 49 minutos de puro cine en glorioso blanco y negro.
Juan Marey
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26 de septiembre de 2010
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué barbaridad James Cagney pegando tiros, enfadado en la cárcel, metiéndole con la culata de su pipa en la nuca del primero que se le pone por delante, en la cima del mundo o como sea, se trata de un protagonista total y aprovecha cada momento en el que aparece para comerse la pantalla. Cagney hace pequeños al resto y es gracias a él que hasta Marlon Brando puede llegar a perder su atractivo pese a ser el gángster más famoso del cine. Para mí no hay posible comparación, Cagney es el mejor malo.

Walsh ayuda mucho, compone una historia atractiva de principio a fin, va a lo que le interesa saltándose mucho de los prolegómenos con los que el cine en color del género llega a aburrir tanto. Lástima del color sanguinario que nos perdemos en "Al rojo vivo" porque sería para no olvidar. Cuando Walsh recoge de vete a saber dónde buenos guiones tira para adelante con un estilo que para la historia del cine queda, hay pocos títulos suyos tan buenos como esta cinta de acción tan directa. Es bien cierto que cuenta con un inmejorable Cagney, nadie ocupa la pantalla como él, se me hace complicado pensar en él como el mismo del sobresaliente "Un, dos, tres" de Wilder, puede que con esa genial comedia hiciera algo que se debía a sí mismo, puede que se redimiera de lo que tenía detrás. Yo sin embargo prefiero recordar al Cagney de aquí, al loco, al que le mete dos o tres tiros a un fulano que está metido en el maletero de un coche mientras se come un muslo de pollo... definitivamente lo tengo claro, me quedo con este Cagney.
amigo caos
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21 de septiembre de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de los años 40, se vuelve a poner de moda en el cine la figura del gángster líder, despiadado y megalómano, al igual que en el cine de los años 30. Y aquí nos encontramos con Cody Jarret (James Cagney), un duro, contundente y psicópata malhechor, con un contrapunto en su forma de ser, y es que tiene el complejo de Edipo, pues venera e idolatra a su madre, a la cual vemos en el primer tercio de película, hasta que él va a la cárcel. Sufre varios ataques cerebrales, antesala de su locura (al igual que su padre), y ella se hace cargo de él como si fuera un niño. Minutos después le vemos sentenciar a muerte a un compañero, por estar herido y ser una carga para la banda, que está huyendo de la policía. Impresionante paradoja. Frío y cruel como humano, y como contrapartida un buen hijo, que adora a su madre, que incluso obliga a su novia a que la ayude a hacer la comida, sin esperar un "no" por respuesta.

La verdad es que el resto de personajes, son muy secundarios, aunque dignos. Verna (Virginia Mayo): una femme fatale, con poco cerebro y mucha ambición e hipocresía, "el dinero si no se gasta, es puramente papel", llega a decir. Fallon (Edmund O'Brien): sus papeles siempre son sobrios, pero algo fríos. También cabe destacar a la policía: Se ven infinidad de adelantos técnicos al servicio del bien y el orden: Teléfonos funcionando en los coches patrulla, radios que conectan con la central, con utilización de las coordenadas que les sirven de guía hacia la banda de gángsters, y walkies para estar en contacto permanente. Pero todo esto queda eclipsado por la maravillosa actuación de James Cagney: su forma de mirar a los demás, los gestos que realiza con las manos, su capacidad de liderazgo indiscutible, le hace llenar la pantalla de su carisma a pesar de su baja estatura. Un actor simplemente portentoso y uno de sus mejores papeles.

Raoul Walsh realiza una película sin aspavientos y directa al grano, con los hechos sucediéndose vertiginosamente. Al espectador le tiene siempre en vilo. Diálogos fluidos y sobrios para el bien del film. Sid Hickox fotografía la película de forma convincente y será colaborador de Walsh durante todas sus películas de la década de los 40. Max Steiner formidable como compositor de la música, como casi siempre. Un equipo de lujo de la mejor productora de la época: la Warner Brothers. Por lo menos en films noir.
bogartiano
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24 de abril de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, una de las mejores, recordadas e influyentes películas del cine negro americano, aquel submundo de gangsters, violencia, asesinatos y mujeres fatales que se dan cita en un universo criminal que nos atrajo y nos subyugó durante al menos dos décadas.

Raoul Walsh, uno de los mejores directores de todos los tiempos, disecciona y analiza en profundidad a "Cody" Jarret, un psicópata peligroso y violento hasta decir basta, profundamente influenciado por su madre que le protege hasta la extenuación, mientras su niño roba y asesina por doquier.

Además citar la presencia de la mujer fatal, casquivana y profundamente seductora que interpreta magistralmente Virginia Mayo, una mujer que enamora con su sóla presencia y que ilumina la escena con esa sonrisa franca y abierta que se permite regalar cuando se torna insinuante y misteriosa.

James Cagney, que dejó de interpretar ganster durante casi una década buscando no encasillarse en el personaje, realizó una de sus mejores interpretaciones que le sitúan como uno de los mejores, sino el mejor, gangster de la historia, por lo que siempre será recordado así como su epitafio en recuerdo de su obsesión por su madre, ¡¡Ma, la cima del mundo!!

Una pequeña obra de arte.

Sobresaliente 9 y a mi rincón de favoritas.
andeltor
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