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El poder del perro

Western. Drama Montana, 1925. Los acaudalados hermanos Phil (Cumberbatch) y George Burbank (Plemons) son las dos caras de la misma moneda. Phil es impetuoso y cruel, mientras George es impasible y amable. Juntos son copropietarios de un enorme rancho donde tienen ganado. Cuando George se casa con una viuda del pueblo, Rose (Dunst), Phil comienza a despreciar a su nueva cuñada, que se instala en el rancho junto a su hijo, el sensible Peter (Smit-McPhee). [+]
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Críticas 196
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2021
3 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión hay, principalmente, dos tipos películas en cuanto a la energía requerida para disfrutarlas por completo: las que se ven solas (no necesariamente malas, cuidado), en las que guión, dirección y aderezos son los encargados de poner el énfasis y el espectador solamente necesita abrir la boca para, sin paladear, saber a qué sabe y tener una buena digestión; y las complejas tramas (cuidado, no necesariamente buenas), cuando un guión abrasivo lleva la batuta de una canción que no todo el mundo podrá entender, si cae en la mala fortuna de perder algún segundo por comer un puñado de palomitas.

Pues bien, 'The Power of the Dog' no es ninguna de las dos. Forma parte de un tercer grupo de cintas, con las que no vale abrir la boca y cerrar los ojos y tampoco hacer vibrar a cada neurona para descubrir ninguna subtrama. Es una película extremadamente sensible, y lo que hace falta, a mi entender, es dejarse llevar. Un delicado thriller disfrazado de western, con un grado de comprensión de la complejidad del ser humano alcanzado por, como era de esperar, una grandísima directora.

Los cuatro actores principales están impecables, destacando de entre ellos a un vibrante Bennedict Cumberbatch. La banda sonora es muy poco obvia, pero funciona a las mil maravillas, y la fotografía cumple su función de acompañar (aunque se permite destacar en algunas escenas escogidas) a la aparentemente sencilla trama de la película.

Totalmente recomendable verla sin esperar un western, ni un thriller, ni nada más que una delicada historia del ser humano más humano.
Ramiro Quirós
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11 de diciembre de 2021
1 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La celebrada directora australiana Jane Champions recrea una historia fascinante, en una atmósfera sombría donde relucen las pasiones retenidas. Personajes que se mueven en relaciones que son, paradójicamente, tan ambiguas como intensas. Un rancho de Montana de fondo, en los años 20, es el escenario de esta potente narración en la que nos vemos inmersos sin entender del todo los juegos de poder que hay detrás. Toda una metáfora sobre la homosexual que está en el fondo del simulacro de la masculinidad extrema. Un filme lleno de matices y de sutilezas que nos sumerge en un mundo tan enigmático y sugerente como su título : el poder del perro. magnífica interpretación de Benedict Chumberbatch.
luis roca jusmet
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26 de noviembre de 2021
3 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un áspero drama sureño, que construye a sus personajes a partir de sus silencios y lo que callan más que por lo que dicen. La sutileza de Jane Campion encuentra buenos aliados en su reparto: Benedict Cumberbatch impone como nunca, Jesse Plemons aporta humanidad, Kirsten Dunst transmite estupendamente el dolor de su personaje y el joven Kodi Smith-Mc Phee compone muy bien a un personaje con muchos matices. La fotografía de Ari Wegner es esencial en la historia y muchos planos de la película tienen un poder narrativo inmenso. Quizás puede tener altibajos en su ritmo (es normal, la trama se cuece a fuego lento), pero El poder del perro es siempre atractiva.
Jota
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9 de enero de 2022
2 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jane Campion conmocionó al planeta entero con “El piano”. La fuerza centrífuga con la que se construían argumento e imágenes nos impactó para siempre y, desde aquel momento, nunca hemos podido olvidarla. Es muy curioso lo que me estaba ocurriendo durante el visionado de “El poder del perro”, su último film. La estaba valorando relativamente por parecerme otra vuelta de tuerca sobre la misma historia de “El piano” y, sin embargo, arranca mi idolatría por ella en su segunda mitad, cuando abandona los caminos del western que presentía que iba a tomar para irse por otros derroteros que comenzaron a recordarme a los ambientes enrarecidos y malsanos del mejor drama psicológico de Paul Thomas Anderson en general y de “Pozos de ambición” en particular. Y entonces comprendí que Jane Campion se había superado a sí misma emulando al genio.

Porque la segunda mitad de la película no tiene nada que ver con la primera, porque se trata de una cinta que va de menos a más, porque crees estar viendo los mismos códigos de Campion hasta que el aroma a maldad rancia de la mejor tensión psicológica del dios Paul Thomas Anderson hace su acto de aparición. Incluso la música de Jonny Greenwood (no por casualidad músico de cabecera de Paul Thomas Anderson) crece en estridencia y disonancias en la segunda mitad, para subrayar ese tono enfermizo de las historias del mejor director en activo que existe para mí en todo el planeta, Paul Thomas Anderson.

La cinta arranca con la vida de dos hermanos que han hecho fortuna con el ganado en la Montana de 1925. Ambos magistralmente interpretados en un recital antológico por parte de los maravillosos Benedict Cumberbatch y el imprescindible en este tipo de papeles Jesse Plemons. Ambos las dos caras de la masculinidad, los dos tipos de hombres que pudieran existir. El primero (excelso Benedict Cumberbatch) es violento, pendenciero, maltratador nato de todo ser vivo que se acerca a él, homófobo como nadie, machista y misógino como el primero. En cambio, su hermano George (Jesse Plemons), que ha vivido a la sombra del primero desde siempre, es todo lo contrario: atento, sensible, servicial, caballeroso.

En el transcurso de una conducción de ganado por el Medio Oeste, ambos recalan para comer en el restaurante-pensión de una viuda, interpretada por la colosal Kirsten Dunst (que para mí siempre estará asociada a “Melancolía” de Lars Von Trier de por vida), y surge el amor entre el hermano sensible y la mujer solitaria tras el suicidio de su esposo. Ella cuenta además, como fruto de aquel matrimonio fatalmente disuelto, con un hijo adolescente claramente homosexual y afeminado. El conflicto familiar con el hermano homófobo está servido y destapará todo tipo de secretos inconfesables habidos en el seno de tan disfuncional familia.

Obviamente, este trío formado por los dos hermanos varones y una mujer, y complementado por un adolescente, era un eco expreso de “El piano” y hasta ese momento pensé que Jane Campion nos estaba ofreciendo a probar el mismo plato otra vez, incluso con la aparición de un piano de nuevo en este film, para que fuera más evidente. Pero… el espíritu de Paul Thomas Anderson (sí, vuelvo a citarlo de nuevo) se apodera de la historia, de la estética y de la música de la segunda mitad de la película y entonces la eleva hasta cotas épicas de tensión psicológica rayana con el terror en algunos momentos, como si de otra “La hija” de Manuel Martín Cuenca se tratase.

La fotografía de Ari Wegner es absolutamente espectacular y ojo al cameo en la parte final, incluso en un personaje sin diálogo, de Frances Conroy (la madre de los Fisher en Six Feet Under).
Sergio Berbel
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15 de diciembre de 2021
2 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia bastante simple contada con mucha sutileza y cuidado al detalle, lo que se termina apreciando especialmente cuando todos los secretos finalmente se revelan, y el espectador re-contextualiza las escenas y personajes en la cabeza con la nueva información disponible tras el soberbio tercer acto.

La elegante dirección se suma a la ausencia de sobre explicaciones y cierta ambigüedad de las escenas, lo que consigue que vayamos conociendo la complejidad de los personajes con cada nueva situación, sin saber qué esperar de ellos a ciencia cierta, y así manteniendo un nivel de tensión elevado (no muy diferente en este sentido a "El asesinato de Jesse James..."), incluso en los momentos más calmos de un estilo narrativo lento (que para algunos será demasiado lento, quizás entendiblemente).

Por último, confirmar que sí, Benedict realiza una interpretación "de Oscar" (valga lo que valga eso hoy en día), y que se suman los siempre excelente y naturales Plemons y Dunst, además de una buena banda sonora.
BlindSeeingEye
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