El último vals

Dos veces seguidas me lo he visto. Un cierre de oro para este gran grupo por el que pasaron los más grandes autores del rock de la época.

Cualquier realizador que grabe directos debería aprender de este gran documental para ahorrarnos esos mareos de cámara en canciones cañeras o esos movimientos de cámara hacia la nada para fundirse con planos del cantante en canciones ñoñas. Aquí Scorsese filma a los músicos con primeros planos y planos medios que respetan al músico en su momento íntimo con el instrumento, enfrenta al cantante contra la oscuridad del público y lo aísla en el plano, y junta a la banda para filmarla totalmente compenetrada. Porque Scorsese quiere homenajear no solo a esta gran banda sino a una forma de hacer música.

Scorsese filma sin aspavientos a unos tipos que realmente sienten y se divierten con su música, se compenetran entre ellos, se divierten entre ellos, intiman entre ellos sobre el escenario y eso es lo que Scorsese quiere transmitir, el paso de Niel Young con su armónica, Bob Dylan volviéndose para acordar con la banda un último tema, Morrison enloqueciendo en el escenario y marchándose antes de que acabe la música y todo el desfile de estrellas que marcaron una época haciendo lo que les gustaba. Scorsese quiere transmitir su amor por el rock n' roll más puro y sincero que se ha hecho y resulta una delicia.

El último vals es un concierto mítico para los amantes de la música rock, y una mirada entrañable hacia una forma de hacer música que marcó una época.

Si alguien sabe utilizar una imagen ara transmitir un sentimiento, ese es Martin Scorsese. Si además se siente a gusto con lo que está haciendo y la gente con la que está trabajando, es el espectador el que percibirá sentimientos y sensaciones y por lo tanto saldrá ganando.
No hay imágenes manipuladas o compuestas sino imágenes de lo que ocurre en el escenario, quizás la utilización de alguna luz roja, alguna luz cenital o angulada, un reflejo, un flou (iluminación con la que se obtiene un halo de imprecisión que aparte de embellecer la imagen le da un carácter mágico). Elementos que un buen director sabe utilizar para llenar la pantalla sin que estos tomen protagonismo. Porque la protagonista es en realidad la música que hace The Band y algunos amigos que han querido acompañarles en el último concierto.
“LA MÚSICA TE LLEVA” Llega un momento en que te das cuenta que no se está realizando una película para ganar dinero sino que se está realizando un documental para que la gente de ahora y del futuro conozca como fue el último recital de The Band y quienes eran sus componentes.
Tenía ganas de volver a ver esta película y se que dentro de poco la volveré a ver porque es una de esas obras maestras en la que los sentidos y los sentimientos siempre encuentran una imagen, un sonido, un movimiento de cámara, una luz , un gesto, algo que te hace sentir humano entre los humanos y al mismo tiempo el más importante de los humanos por estar disfrutando de todo lo que ves y oyes.
Antológico es el plano del sombrero con el que se presenta Bob Dylan. Sin embargo será ese mismo sombrero el que hará de la actuación de Bob Dylan la menos interesante en imagen, pues el blanco no permite un juego de luces y contraluces.

Música excepcional, concierto espléndido plagado de all-stars del rock y del folk americanos, excelentemente filmado y aún más teniendo en cuenta lo difícil que es la filmación de un concierto. Lo más sorprendente es la tonalidad y textura conseguidas que consiguen reflejar a la perfección la música de La Banda y especialmente la de este último concierto, esa mezcla de rock-folk con ese extraño toque de clasicismo.

Lo triste de la película es la poca fiabilidad y credibilidad que debe tener Scorsese después de ver esto a la hora de ponerle frente a un documental. Mostrando a su gran colega Robbie Robertson como el absoluto líder y cerebro de The Band, dejando el genio de Levon Helm a un segundo o tercer plano y así también con el resto de la banda. En fin, ahí dejo mi collejón para Scorsese.

Película documental sobre el último concierto del grupo de rock The Band, que tuvo lugar el día de Acción de Gracias de 1976 en el Winterland Ballroom de San Francisco. Por el escenario desfilaron figuras tan icónicas como Neil Young, Eric Clapton, Muddy Waters, Joni Mitchell, Van Morrison o Bob Dylan, que se unieron a la banda en su canto de cisne. Rodeado de varios directores de fotografía, Martin Scorsese inmortalizó el evento, alternando momentos álgidos de la velada con testimonios del quinteto canadiense, que reflejan la evolución de la música americana durante los años sesenta y setenta. Una de las cimas del llamado rockumental.




"Queríamos que, más que un concierto, fuera una celebración."

El último vals es una película con muy pocos diálogos. Más que diálogos, monólogos. Interesantes anécdotas y reflexiones relacionadas con "la carretera". Pocas. Tampoco hace falta mucho más que eso para acompañar a un festín musical presentado por un genio como Scorsese.

En cuanto uno lee los nombres que salen en los créditos iniciales (Neil Young, Bob Dylan, Eric Clapton, Muddy Waters...) siente el impulso de pegar un grito de excitación.
Y luego, se van sucediendo las actuaciones. Filmadas de forma exquisita. Hay piezas mejores y piezas peores, que no malas. Quizá el hecho de que un servidor no entienda un carajo de lo que canta The Band (a las letras me refiero) sea la razón por la que por momentos, una cortinilla de tedio se interponga entre espectador y pantalla.

A destacar algunos momentos como un plano de Neil Young tocando -casi besando- la armónica, como el Further On Up The Road en el que interviene Clapton o como la última canción, interpretada por una nutridísimo grupo de fantásticos músicos que acaban de ofrecernos un concierto irrepetible (no tanto por la calidad de la música, sino por los músicos que colaboran en la interpretación de ésta y lo que representan) para pasar una agradable velada de cine y rock.