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El cartero de las noches blancas

Drama Los habitantes del lago Kenozero viven del mismo modo que, durante siglos, vivieron sus antepasados. En esa pequeña comunidad, donde todos se conocen. sólo se produce lo necesario para la supervivencia. Sólo se comunican con el exterior gracias a la lancha del cartero, pero cuando alguien roba el motor de la embarcación y, además, la mujer que ama se escapa a la ciudad, el cartero emprenderá un viaje de autodescubrimiento que le ayudará ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
27 de octubre de 2020
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Lyokha (Aleksey Tryapitsyn) es el cartero de las islas del lago Kenozero, habitante de esta zona es el medio de conexión entre los pocos pobladores y el exterior, los pocos lugareños se conocen, pasan sus días entre las labores agrícolas y el vodka, en una región que pareciera abandonada a su destino, mientras a unos kilómetros en una base rusa, un cohete se prepara para ser enviado al espacio.

Ese es el contraste que le interesa a Konchalovsky, imprescindible realizador ruso de los pocos que quedan en activo de la época soviética, que durante los ochenta trabajo en los Estados Unidos y que en los últimos años ha regresado a Europa para tratar obras con un trasfondo histórico, o como en el caso del presente filme, abordando la contemporaneidad en una zona subdesarrollada de su país natal.

Para mostrarlo, el realizador que también es guionista junto a Elena Kiseleva, colaboradora en los guiones de sus últimos cuatro trabajos, toma a personas reales y las traslada a la pantalla, así que mucha de esa contextualización que emerge en la trama son situaciones reales vivenciadas por los personajes, la denuncia está latente: abuso de las autoridades, abandono, alcoholismo, falta de desarrollo.

Estos rostros se observan al final de la película, como si fuera un homenaje Konchalovsky toma a los lugares que actúan en su filme y los coloca sentados en un barco mientras la cámara los mira fijamente, como si estuvieran posando para una fotografía. De hecho, el filme inicia con una sucesión de fotografías mostradas por Lyokha, en las que explica sobre las personas en ellas y su destino.

Él vive solo y su cotidianeidad se ve reflejada en sus amaneceres, en ropa interior sentado al borde de la cama, una y otra vez, está enamorado de Irina (Irina Ermolova), pero no es correspondido, ella vive con su hijo Timur (Timur Bondarenko), un niño con el que el protagonista tiene una muy buena relación y un día le dice que se convertirá en el próximo cartero del pueblo, pero, ¿será eso posible?

No solo por pensar en una profesión que se ve afectada en la actualidad por los medios tecnológicos, aquella idea romántica de escribir cartas que pareciera olvidarse poco a poco, sino porque en realidad, pensando en los rostros del poblado, prácticamente no hay jóvenes, lo que deja una clara idea del nivel de migración de la zona, en la búsqueda de mejores oportunidades de vida.

Konchalovsky ofrece una película formidable, bellamente retratada, con una sencillez abrumadora que da cuentas del talento del realizador y los años de experiencia, imprescindible trabajo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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