Thirst

Park Chan Wook con esta película ha demostrado que sigue haciendo un cine personal e impactante alegándose de el cine sintético que están haciendo los grandes directores de cine este momento y demostrando que él hace el cine que a él le gusta no el que le imponen los cánones comerciales haciendo una película muy arriesgada y personal pero la cual desborda calidad que no todo el mundo sabrá captar , saludos

Sábado 10 de julio, 2:30 pm, Cinépolis Multiplaza Arboledas. Park Chan-wook regresa a Occidente para presentar su propuesta y concepción del cine acerca de vampiros, una mezcla extraña de géneros que a simple vista rayan en disparates, pero que dada la estructura de la trama resultan fascinantes. Una película sin elementos gratuitos que pospone su encanto, para desbordarlo inesperadamente.

Con innovación Chan-wook presenta a un hombre (Sang-hyeon) de fe y ética inquebrantable, solidario, con debilidades reprimidas al máximo; cura de profesión e ideas sólidas, se ve expuesto a una rara infección -por decisión propia- que lo orilla a tener necesidades y comportamientos cercanos a los de un ser de obscuridad. Todo se complica cuando comienza a presentar cambios en su estado físico, además de reencontrarse con una familia con la que convivió en el pasado.

El guión recorre temas como la creencia y devoción, la doble moral y el abuso intrafamiliar, los deseos reprimidos, el hastío por el prójimo, la hipocresía, la sensación de poder y la manipulación, entre muchos otros, dan pinceladas de los distintos perfiles existentes dentro de cualquier grupo. Por momentos pareciera que Chan-wook no tiene dirección, no obstante considero que el fin es mostrar las vivencias de un hombre y una mujer en determinadas situaciones, que los llevan a concluir trágicamente; ni la religión y atención desmedida hacia los demás en el caso de él o la sumisión, obediencia y resignación en el de ella son suficientes para alcanzar la plenitud.

Lo anterior da una película (como bien ya lo han mencionado otros crítico-espectadores) tonificada en drama, comedia, romanticismo, erotismo y terror, con la particularidad de estar aplicados en momentos propicios, lo que hace de Thirts (AKA Sed de Sangre), un proyecto único con respecto al vampirismo. No es de sustos fáciles, sus momentos y giros argumentales son inesperados, los personajes están situados estratégicamente para desatar hechos que impulsan la pausada historia a un clímax irresistible.

En cuanto al talento, cabe destacar la interpretación de la actriz protagónica, encantadora y persuasiva en cualquiera de las facetas (la sumisa, desinhibida o psicópata) y acoplada enteramente a su contraparte. Técnicamente me refleja una impecabilidad lo que connota la experiencia del equipo de trabajo; la fotografía es cautivante, encuadres y contrastes de color que van de la opresión a la fría soledad acechante; de obscuros a blancos, de rojos a azules.

En tiempos de la metrosexualidad personificada en la saga Crepúsculo-Luna Nueva-Eclipse, “Sed de sangre” rompe una vez más con los esquemas impuestos y se une a una tendencia más realista, ese que no se preocupa por vender un mundo de ensueño, risible, inverosímil al que la publicidad se encarga de enaltecer.

Cine surcoreano, escaso pero eficaz. Notable.

Decepcionante. La película parte de unos ingredientes adecuados: una pareja de actores de calidad (Song Kang-ho y Kim Ok Bin) y una buena dirección. Pero le falto algo muy importante, un guión en condiciones.

La cosa empieza francamente bien. La primera hora de metraje me ha gustado bastante, y prometía ser una excelente película. Un sacerdote decide prestarse voluntario en la prueba de un nuevo fármaco que ha matado a 500 personas, siendo él el único superviviente. Adorado por sus fieles como un hombre milagroso, un día sufre una recaída y muere súbitamente. Sin embargo regresa como al mundo de los vivos convertido en vampiro. Sus creencias y su fe, nos son suficientes para evitar lo prohibido...

Aquí termina lo bueno. La cinta se transforma en un espectáculo que busca más lo efectista que la propia historia. Muy buenos efectos especiales, todo muy vistoso, unas actuaciones brutales, gran fotografía... Pero, ¿y la historia? Qué desperdicio. Y para colmo, es demasiado larga y termina siendo cansina.

No dudo del talento de Park Chan-wook, aunque no sea santo de mi devoción. Me parece interesante la visión de la temática vampírica (que por cierto, me gusta) que plantea, sin colmillos y dando un valor añadido a la humanidad del personaje y su sexualidad. Pero no es suficiente. Falta contar una historia.

Parece que con esta peli el genial Park Chan-wook agotó el resto de la genialidad que le quedaba en las venas. Si con "Soy un cyborg" ya empezamos a dudar, con esta "Thirst" se confirma ¿Dónde está la maestria de J.S.A.?
Aquellas magníficas escenas, encuadres sorprendentes, narración con imágenes en estado puro, trama retorcida y resuelta con brillantez, metáforas visuales, todo ello se queda en esta última peli en un juego efectista, imágenes que buscan impresionar sin decir nada, ni contar nada. Sólo vagamente alguna escena, alguna situación recuerda algo del rastro del buen hacer en sus tres primeras pelis. Si el tema del vampiro poco puede sorprender ya, esta forma de contarla tan vulgar, tan desvahída, hace que la cinta resulte aburrida, de un minutaje excesivamente largo.
El argumento flaquea desde un principio y la historia se diluye en una nada sin brillo alguno. La originalidad que caracterizaba a este director se perdió por el camino, y si vemos la peli sin saber el director nunca pensaríamos que la ha hecho él.
Sólo muy fugazmente, cuando aparece el tema de la muerte parece que el origen de esta peli debió ser interesante, pero de aquella chispa no ha surgido ningún fuego.

Lástima esta deriva. Esperemos a la próxima para responder al título de esta crítica.

Hermoso desliz de Park, hermosísimo desliz.

Es muy probable que se trate de su película más floja, pero aquí conviene matizar. Un tipo insólitamente sobrio y sensato viene a apuntar en la comuna del hip hip que es una obra que supura tanta imperfección como belleza, y sí, ésa es la idea. De algún modo, tuve sensaciones parecidas con la denostada Tetro, esto es, presenciar racionalmente un desplome, una caída por el barranquillo, pero percibir un cierto subyugamiento, una cierta solidaridad.

Vamos, que yo la disfruté.

Es innegable que es una obra sumamente desequilibrada, con exagerada propensión al bizarrismo, de tonalidad muy imprecisa, y que hacia la mitad del metraje encadena unas cuantas secuencias que me hicieron exigir una cartulina roja directa, pero a la vez me mantuvo pegado, con una amplia galería de muecas, pero pegado, absorto. Y ése es mérito de Park, o eso al menos eso me llega a mí, maneja la extravagancia con tanta hermosura y convicción, con tanta capacidad de seducción, con tanta insobornabilidad, que uno le perdona ciertos delirios gratuitos, porque es un tipo que delira desde las entrañas, no es un poser, no es un freak de escuadra y cartabón, es un hombre enfermo pero con un talento exquisito.

Aunque insisto, esta película merece por momentos el código rojo más severo.

Ambos intérpretes estén francamente bien, algunas voces braman que la chica es una gran revelación y tal, y yo desde luego no les llevaré la contraria. Por otra parte, su temática, aunque algo desaprovechada, gira en torno al cruce de cables de un cura y a sus reiteradas y potentes erecciones, lo cual seguro que escandalizará a las mentes bienpensantes y catecumenales, y eso es siempre agradable, eso es siempre agradable, siempre.

Huelga decir, por último, que a Park no le interesa ningún tipo de vaselina ética, él detona todo con valentía, hasta los barranquillo, y extrema hasta el paroxismo las peripecias de estos dos desalmados. Excediéndose, sí, pero atendiendo a una malsana voz interior que le dirige y le mantiene, pese a todo, y aunque hoy no tenga demasiado valor, como uno de los directores más interesantes del mundo.