Martín (Hache)

La primera vez que vi Martín (Hache) recuerdo que me impresionó un montón. Yo era bastante joven y los diálogos me parecieron un dechado de lucidez, los personajes alucinantes y, por supuesto, todas las interpretaciones magistrales. Desde entonces la he vuelto a ver unos cuantas veces más y a día de hoy lo único que queda de aquella primera impresión es lo de las interpretaciones. Actualmente los diálogos me parecen una chapa impresionante, de un espeso rayano en la viscosidad; y de los personajes sólo puedo decir que si alguna vez me encontrara en la vida con uno solo de ellos e hiciera amago de acercárseme para comentarme sus cuitas creo que me arrojaría por el balcón más cercano en caso de estar en las alturas o me tiraría bajo las ruedas del primer vehículo que pasara, de encontrarme en la calle.

El indolente Martín hijo, el insoportablemente repelente Martín padre, la desquiciada Alicia y el sentencioso Dante constituyen un cuarteto del que huiría hasta el más masoquista de la Tierra. Sinceramente no me explico cómo pude tener aquella primera impresión cuasi alucinógena sobre unos personajes tan vacíos, tan ajenos a la realidad, tan artificiales…

Bueno, sí, supongo que por aquella época intelectualmente yo no daba para más y esa pseudofilosofía de baratillo que destilan las conversaciones entre el cuarteto de la muerte debió de parecerme la hostia de original y de interesante. Unos cuantos años más vividos y unos cuantos cocainómanos más conocidos me han curado de cualquier clase de fascinación por las charletas gilipollescas de la gente pasada de vueltas, y ahora los cuatro éstos sólo me parecen una panda de capullos plastas y aburridos de la vida que hablan y hablan y hablan sólo para escucharse a sí mismos y para darle la chapa al personal. Vamos, como todos los farloperos que he ido conociendo después.

Y Adolfo Aristarain, que en su día me pareció un crack, hoy en día me parece el colmo de lo pretencioso. Y los diálogos de su película una insoportable retahíla de sandeces específicamente diseñadas para impresionar a mentes ávidas de palabrerío vacuo. No puedo discutir, en cambio, que Luppi, Botto, Roth y Poncela están brillantes, que son lo único que realmente merece la pena del film y que son unos auténticos maestros en lo suyo. De hecho, creo que buena parte de la falsa sensación que dan los personajes de ser interesantes lo consiguen ellos con sus gestos, sus miradas y sus caracterizaciones. Vayan para ellos, pues, mis 3 puntos.

Y aunque luego por críticas como ésta me escribe alguna gente para decirme desquiciada, drogadicta y todo tipo de perlas por el estilo, tengo que decir sin ambages que lo demás es pura bazofia.

Los Personajes:
Un rockerito debilucho y asustado que guardará pronto en un cajón sus remeritas rockeras en cuanto se aburra o su esnobismo capitalino le traiga alguna nueva moda o lo que sea. Tiene que madurar y mientras tanto se exilia en Madrid a modo de desintoxicación…

Un padre solitario y frío, algo soberbio, capaz de basurear discursivamente a los que mas cerca lo rodean como si las palabras no hirieran y con su mirada de bulldog parece rebajarlos hasta convertirlos en algo menos que una persona. Pero el tipo es muy exitoso y rico, de gustos caros y muy filósofo.

Una mujer descontrolada y desamorada con algunos (pocos) momentos de lucidez y muchos otros no…

Un amigo bisexual, bohemio, loco e inteligente siempre aportando numerosas palabras a la causa.

El alcohol: whiskey, champaña, cerveza con un limón introducido, vinos caros, etc…

Las drogas: Marihuana, cocaína, heroína, pastillas y una mezcla de harina y azúcar a la que denominan “dog”.

Las palabras: Algunas de las buenas… otras no tanto en un guión interesante y bien interpretado por Luppi y Roth.

Lo bueno: Que todos terminan aprendiendo algo y en lo que al espectador respecta cada uno puede sacar sus propias conclusiones, algunos temas les serán conocidos ya que son bastante realistas.

Lo malo: Lo pretenciosa y los aires de grandeza que emana la película, hubiera sido mucho más acertado no entrar en ese exhibicionismo poco creíble de drogas como caramelos que vaya che! Son gente grande… y acá hay más drogas que en Trainspotting.

Esto es lo que pensaba en muchos momentos mientras veía esta peli tan bien dotada de nota media

A mí...pues...no me gusta demasiado, la verdad. Ni llega a un aprobado . Me resulta agobiante. La he visto dos veces por aquello de si la primera me pilló resacosa y se me escaparon los detalles que la hacen tan sublime, pero la segunda, saqué más o menos las mismas conclusiones. Será que prefiero que me cuenten las cosas con algo más de naturalidad, será que tanto diálogo "de altura" y con tantas palabras por minuto me asfixia, será que no aguanto a esos personajes que parece que cada uno se ha tragado a un psiconoalista entero (con diván incluido), y no me los creo porque veo mucha pose y en ningún momento gente cercana, de la de carne y hueso, afortunadamente...no me quiero imaginar que fuéramos hablando y relacionándonos así por la vida...no hay ni una sola frase de esas que tenemos a montón, superficiales y sin trascendecia que tan bien nos vienen al cabo del día.
Lo que cualquiera de esos sesudos ensayistas de las diversas corrientes psicológicas tardaría meses en redactar, documentándose, corrigiendo, cambiando palabras, frases, sentido...es lo que a la gente de esta peli le surge así como si tal cosa. mientras desayuna, se ducha, se quita la ropa para meterse en la cama con alguien.... o se toma un vinito.

Me armo de coraje para revisar una de las películas que marcó mi juventud. Han pasado casi veinte años y, como me temía, recibo una tremenda bofetada por cada uno de ellos. Me entristece pensar que esta mamarrachada ejerció una gran influencia en mi joven cabecita de pájaro. Mi consuelo, saber que con el paso del tiempo he aprendido a separar el grano de la paja, con lo que ya no me dejo engañar con tanta facilidad.
Aquí el amigo Aristarain nos cuenta un cuento que pretende ser de amor, de amistad, de libertad ... oh que bonito!
Pero en verdad, a poco que rasquemos nos encontramos con seres incapaces de amar, seres egocéntricos, desquiciados por su ansia de notoriedad. Personas que van de luchadores, de rebeldes, de sabios de la vida, pero que en verdad no son más que unos lloricas, unos mimados, que al mínimo contratiempo ya están bebiendo, fumando y esnifando como osos hormigueros... que patéticos son! Siento hasta verguenza por haber sentido admiración por estos cuatro pardillos. Ahora que bien mirado, el pardillo fui yo por haberme dejado embaucar por una retórica tan vacia.
Sin duda la tuve en un altar durante años, y por lo que veo no fui el único. Quizás yo ande equivocado, pero hoy he saldado mis cuentas con Martín Hache. Gracias.

Llevada por la crítica de mis amigos y almas gemelas que dispuse a ver esta película con la mejor de las acogidas, tremendo fiasco porque sintiéndolo.....disiénto de la inmensa mayoría.
¿Pero cómo es posible que una película que habla de la incomunicación generacional e interpersonal tenga tanta verborrea?. Los personajes se pasan la vida hablando, y hablando, y hablando, soltando discursos sobre independencia de criterios, sobre vivir la propia vida, sobre como ser un hombre....y hablando y hablando....y esnifando y esnifando y esnifando.
A lo mejor es que el abuso de cocaína lleva a la incomunicación a través de la comunicación...quizá sea ese el mensaje subliminar, pero tan subliminar que estamos tentados de a la salida comprar un poco de merka.... ¿¿¿¿¿¿ se escribe así ???????.