Posesión infernal

Sam Raimi dirigió una de sus películas más famosas. Un auténtico festival de sustos, terror y sangre que van directamente a la memoria del espectador y la convierte en el clásico que es aún hoy de forma muy merecida.
Pues, a pesar de sus grandes cantidades de gore, la sangre no es un problema y no logra aterrar sólo por ella, sino por la valía del director al saber cuando ha de colocar la cámara o cuando ha de hacer acto de aparición el esperado susto.
Además logra implantarnos el clima de opresión y claustrofobia en todo momento.

Muy aterradora.

Siempre admiré que un chaval de veintidós años como era Sam Raimi por aquel entonces (es decir, en el 81) consiguiera escribir y dirigir, de un modo tan talentoso, esta magnífica cinta de terror infernal, más aún teniendo en cuenta que fue rodada con cuatro duros. Su receta, como nos vendía el marketing, era sencilla, pues gravitaba en torno a cuatro principios claves, a saber: uno, los inocentes deben sufrir; dos, los culpables deben ser castigados; tres, debes probar la sangre para convertirte en un hombre; cuarto y último, los muertos se levantarán. Es decir, si esta biblia personal ramiana no te convence, hazme caso y no veas 'Posesión infernal'.

La fórmula es fácil: cinco jóvenes deciden pasar unos días de descanso alquilando una cabaña perdida en mitad de un bosque cualquiera (¿en el estado de Michigan, o Tennessee?). Aquí, el bueno de Raimi ya nos introduce sutilmente el panorama que les espera a nuestros queridos amigos... un puente medio derruido, un bosque espeso, una cabaña cochambrosa. Y, cómo no, el famoso libro de los muertos acompañado de un magnetófono que contiene las palabras mágicas para la invocación infernal.

Quién niegue que, como mínimo, no le inquietan esos planos con cámara al hombro rodados por Raimi en los que nos metemos de lleno en la satánica y salvaje ola de miedo que siembra ese bosque, es porque sencillamente el género cinematográfico aquí tratado no es el suyo. La narración va in crescendo desde el inicio hasta la famosa escena del magnetófono (incluido el tenebroso paseo de Ash en el sótano), la asfixia e histeria se va apoderando de uno hasta explotar con esa pequeña incursión de la inocente joven en el bosque. Luego, le seguirá una cascada de terror, gore y cutres efectos especiales que será una absoluta delicia para los amantes del género, disfrutando como nunca con esa cabaña atiborrada de monigotes poseídos y el careto pasmado de Bruce Campbell.

En fin, el poderoso e imaginativo universo visual de Sam Raimi quedaba aquí presentado. Hollywood pronto echaría sus zarpas sobre él, y es que el cocktail aquí servido no tiene desperdicio, pues cuenta con los ingredientes precisos (cabaña terrorífica, tormenta casera, humo inquietante, maquillaje caricaturesco, hemoglobina por un tubo) para combinar, como ninguno, el terror en estado puro con el humor más fresco y salvaje. Mítica.

Hay que ser generosos con los debutantes. Generosos con nuestros raseros hacia ellos y pacientes con sus errores. Y más si, como es el caso, han realizado una primera obra lúdica, con un evidente interés por el descojone y que no tiene aires de grandeza ni de pedantería, algo infrecuente en los debús cinematográficos.

Luego Raimi ha confirmado con sus films que el terreno donde se encuentra más cómodo es precisamente el que muestra en 'Posesión infernal', este es, el entretenimiento sin más, usando elegantes dosis de talento visual y narrativo. No obstante, se pierde siempre. Sus películas pierden su propio hilo en algún momento, pierden fuelle y casi nunca remontan. Solo la magnífica 'Spiderman 2' queda fuera de esta lógica que ya es evidente en esta 'Posesión infernal' que se desploma hacia medio metraje y nos deja en el limbo del tedio. Y eso que apenas dura 80 minutos.

Otro problema grave es que la película envejece mal y, pongo la mano en el fuego, ningún espectador contemporáneo mainstream sabría encontrar en ella nada interesante si no son sus ridículos efectos especiales y maqullaje. Envejece mal y mucho, algo que también sería un aviso de las siguientes obras del director, que se deterioran inexplicablemente en pocos años. En solo 10, el primer 'Spiderman' parece que tenga 30 años más, por no hablar de 'Darkman', que parece hecha en los 60 del siglo pasado.

En definitiva, una mala película sin más pretensión que entretener, muy querida por una legión de fans y que muestra, eso sí, personalidad y recursos cinematográficos en el debú de un director irregular pero que nos cae la mar de bien, que también cuenta.

Lo que fué, y lo que ya no es: Me explico. Se la considera un icóno del cine de terror de serie B, siendo uno de los primeros trabajos de Sam Raimi (Spiderman, 2002), que originó varios comentarios positivos allá por la década de los 80, siendo el resto, comentarios negativos por la violencia expuesta en la película, por lo que en varios paises pasó a ser censurada hasta que en 2001 se mostró en DVD sin ningún tipo de corte. Y digo yo, ¿Qué nivel alcanza el maximo grado de violencia en una película?, porque hoy por hoy la saga Saw (2004-2010), La Matanza de Texas (2006) y demás eventos gore cinematograficos ya nos tienen más que acostumbrados..... por lo que esta cinta, fue en su dia grande, pero ahora se queda en una simple parodia (tiene escenas que te harán reir, creeme) que se esfuerza por mostrarnos una pequeña dosis de brutalidad infernal dentro de su género. Aunque la historia esta contanda sin dar pistas de un "¿Por qué?" "¿Cómo?" y un guión poco revisado......Se merece el aprobado, porque no sospechas quien/quienes serán los supervivientes, y que sorpresa puede surgir de la nada.

Veremos que nos depara su remake en Mayo de 2013, que promete elevar el nivel gore a límites insospechados......

5,5.

En 1981, un veinteañero llamado Sam, junto con sus hermanos y un grupo de amigos, llevó a cabo con mucho esfuerzo y muy poco presupuesto (unos 375.000 dólares) "Posesión infernal" una película gore, repleta de humor macabro, que terminaría por convertirse en toda una referencia para este subgénero del terror y para el cine de Serie B.

Lo más destacable es la habilidad de Sam Raimi con la cámara (algunos planos secuenciales son maravillosos), máxime teniendo en cuenta los pocos medios con los que contaba. El uso de la violencia y la sangre más como elementos de comedia que de terror (aunque hay vísceras y demás casquería por doquier) fue otro de sus grandes aciertos.

La película también supuso otro descubrimiento: el del actor Bruce Campbell.

El resto de la crítica aquí:

http://suite101.net/article/critica-videos-y-fotos-de-posesion-infernal-de-sam-raimi-a87347#axzz2Pb9gApCG