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Rebeca

Drama. Intriga Al poco tiempo de perder a su esposa Rebeca, el aristócrata inglés Maxim De Winter conoce en Montecarlo a una joven humilde, dama de compañía de una señora americana. De Winter y la joven se casan y se van a vivir a Inglaterra, a la mansión de Manderley, residencia habitual de Maxim. La nueva señora De Winter se da cuenta muy pronto de que todo allí está impregnado del recuerdo de Rebeca. (FILMAFFINITY)
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Críticas 173
Críticas ordenadas por utilidad
24 de julio de 2007
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en otras películas de Hitchcock el tercer acto de la película me vuelve a dejar un tanto decepcionado. Hasta entonces es todo tan brillante, con una atmósfera tan lograda, con una historia tan apasionante, envuelto todo en un tono turbio y fascinante a la vez, que uno espera que el remate a todo esto esté a la altura, y yo creo que no lo está.
La película comienza de forma ágil y sencilla en la Costa Azul francesa con el encuentro y rápido enamoramiento de los dos protagonistas. Él un estirado y elegante Laurence Olivier, ella una tímida y apocada Joan Fontaine.
La acción se traslada entonces a Manderley, mítico nombre de la mansión del protagonista. Allí aparece otro de esos personajes memorables del cine de Hitchcock, la señora Danvers, inquietante y siniestra ama de llaves de la mansión, espléndidamente interpretada por Judith Anderson, en el personaje por el que se la recuerda. Y es también en Manderley donde aparece el personaje más importante de la película, Rebeca. No la vemos, no la oímos, está muerta. Y, en cambio, su presencia se hace notar constantemente. Una presencia que inquieta, perturba y molesta a la protagonista. La trama se va haciendo cada vez más agobiante, esperando una brillante resolución al inquietante misterio que va en aumento.
Pero desgraciadamente esa resolución no es tan brillante como cabía esperar. Esto no quiere decir que Rebeca sea una mala película, solo quiere decir que no es magistral, pero si excelente.
Para el recuerdo quedan la secuencia inicial, donde la protagonista recuerda a Manderley, y el último plano en el que vemos a la señora Danvers, una imagen a la altura del personaje.
La película además tiene el mérito de hacer protagonista a un personaje que no aparece en toda la historia, la bella y peligrosa Rebeca.
ernesto
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12 de agosto de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda la mejor película del genio de Alfred. A día de hoy sigue siendo un ejemplo de hacer cine con mayúsculas y son casi 70 años; una pasada!!
Y la verdad es que no sabría decir porqué, ya que no sería justo entre tantas obras maestras tener preferencias claras, pero en mi caso es así. Está pelicula la ví por primera vez con 15 años y recuerdo perfectamente la sensación que me causo, gran satisfacción! Pasan los años y tras haberla visto muchas más veces, la satisfacción es aún mayor.
YO SOY LA SEÑORA DE WINTER!
Maku
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1 de diciembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una de esas películas que tendrán cierta dificultad para ser apreciadas por las generaciones actuales. El trato que brinda el Sr. De Winters (Olivier) a su nueva y joven esposa (Fontaine) hoy se ve intolerable. La inocente joven peca de sumisa y dejada. Tonta-por lo menos- sería el adjetivo que le daría casi cualquier mujer de estos principios del Siglo XXI. No ha envejecido bien en este aspecto el film.

Yo la he pasado bien al verla. Especialmente a partir de que la Sra. Danvers, ama de llaves, lleva a la joven esposa a el ala de la mansión Manderley donde conocerá los aposentos de la primer esposa de De Winters, Rebeca. Aquí comienza a percibirse una atmósfera realmente maligna y misteriosa. Incluyendo alguna insinuación erótica representada por una prenda interior de la difunta.

Inevitable en algún momento dado percibir cierto aire familiar con ¨Cumbres Borrascosas¨ y en las escenas finales con ¨Ciudadano Kane¨. Habiendo visto casi toda la filmografía de Hitchcock en su etapa inglesa. Creo que ¨Rebeca¨, su primer film en Hollywood nos muestra un A.H. con un gran talento probado al que se le dotará de las mejores herramientas para hacer cine y se nota.
Ventus
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4 de diciembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que quería ver "Rebecca", de Alfred Hitchcock, con la errónea impresión de que era una película de fantasmas. No lo es en el sentido literal de la expresión, pero sí que participa de la estética gótica de aquellas y, al fin y al cabo, trata de la influencia que los muertos tienen sobre la vida de los vivos. El director británico le dijo a Truffaut, en el famoso libro de conversaciones, que Rebecca no era "un Hitchcock", pero lo cierto es que este mismo tema se va a repetir posteriormente en unos de los clásicos más rotundos de su filmografía, "De entre los muertos" (Vertigo), en la que vemos a un James Stewart obsesionado por el recuerdo de su amante muerta.

El argumento es bastante sencillo. La joven interpretada por Joan Fontaine (de la que no sabemos su nombre en ningún momento), que está de viaje en Francia junto a la anciana a la que acompaña y sirve, conoce a Maxim de Winter (Laurence Olivier), un joven aristócrata atormentado por la muerte prematura y trágica de su esposa, ahogada en su propia embarcación. Al poco de conocerse, Maxim le pide que se case y se vaya a vivir con él a su mansión, Manderlay. Fontaine acepta, pero al poco de comenzar su vida en común descubre que no va a ser tan feliz como creía. El recuerdo de la difunta Rebecca de Winter se proyecta sobre ella en todo momento, ya sea en su relación con su marido, ya sea con los familiares y amigos de éste; también, y especialmente, con el ama de llaves, la truculenta señora Danvers, que estuvo enamorada de Rebecca. A estos problemas se añade, poco tiempo después, el hallazgo del bote en el que murió Rebecca...

Uno de los aspectos más logrados de la película es que, pese a que en ningún momento vemos el retrato de Rebecca, la sombra de su vida está presente en Manderlay y en quienes la habitan. Hitchcock lo logra por dos vías. Una, la de los recuerdos de quienes la conocieron; la otra, mostrando constantemente sus objetos personales, especialmente la R bordada o grabada en muchos de ellos. En relación a esto último, hay que agradecer que Hitchcock se negase a que la R saliese dibujada de entre las llamas que al final consumen Manderlay, que era lo que quería David O. Selznick, productor de la película.

Como curiosidades, añadiré que la película está basada en la novela homónima de Daphne du Maurier, y que fue la primera película que Hitchcock rodó en Hollywood, aunque lo hiciese con actores británicos. Rebecca ganó en 1940 el Oscar a la mejor película y a la mejor fotografía en blanco y negro, y fue nominada en otras nueve categorías. Bastantes años después, Lars von Trier utilizó el nombre de Manderlay para bautizar a la plantación que da nombre a su película. Otra de las anécdotas que podría señalar es que, según tenía entendido, fue a partir de esta película cuando se llamó "rebeca" o "rebequita" a la clase de chaqueta fina que Joan Fontaine lleva en la película.
CC Buxter
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17 de enero de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando parecía imposible que se pudiera exprimir más el lenguaje cinematográfico, llego Hitchcock, con sus guiones vertiginosos y sus malabarismos de cámara. El director británico, creador de un universo propio, consiguió someter al público a las emociones menos improvisadas de la historia del cine. Desde sus primeras películas realizadas en su natal Inglaterra, Hitchcock se distinguió por su interés en extraer la máxima expresividad del lenguaje cinematográfico, tanto a nivel visual como sonoro. Más tarde en los Estados Unidos, a raíz del éxito de “Rebeca” (“la película más inglesa que he hecho”, decía el director) comenzó a realizar verdaderas proezas cinematográficas.
Hitchcock consiguió con “Rebeca” una atmósfera inquietante gracias a la puesta en escena y a la turbadora presencia de la señora Danvers (Judith Anderson), que siempre aparece de la nada en el momento más insospechado. Hitchcock logra con una “muerta”, “Rebeca” sea la gran protagonista: su “presencia” marca cada minuto del film. El éxito de la película se vio correspondido con dos premios de la academia, uno a la mejor película y otro a la mejor fotografía en blanco y negro, obra de George Barnes.
Originalmente, el nombre de la protagonista era Daphne, en honor a la autora de la novela, Daphne Du Maurier. David O. Selznick puso objeciones y finalmente el nombre de la protagonista desapareció.
La manera como Joan Fontaine se hizo al papel fue cuando una noche en la que asistía a una cena donde se encontraba sentada cerca del productor David O. Selznick. Durante la cena, ella y Selznick hablaron sobre la novela de Daphne du Maurier "Rebeca". A raíz de la charla, Selznick le pidió que hiciera una audición para el papel de la heroína anónima. A partir de ese momento aguantó seis meses de pruebas y audiciones junto con cientos de actrices, hasta que se aseguró interpretar el papel.
Como Laurence Olivier quería a Vivien Leigh, que entonces mantenía una relación con el actor inglés, para el papel de Sra. de Winter, trató horriblemente a Joan Fontaine durante el rodaje. Esto sacudió un poco a la actriz, y Alfred Hitchcock aprovechó para decirle que todo el mundo del equipo de rodaje la odiaba, haciéndola más tímida y reservada, justo lo que quería el director para el personaje. Que viva el buen cine.
Hector Zuleta
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