El proceso de Billy Mitchell (Consejo de guerra)

Las pelis de juicios me gustan. Siempre me han gustado. Estoy dispuesto a ver cualquier película que dirima cualquier tema en los tribunales y no se necesita mucho para mantener mi interés.
Pero me temo que soy esa clase de espectador que sucumbe a la espectacularidad de los juicios, ya sabéis, el testigo sorpresa de último momento, las pruebas irrefutables que se van desmontando una a una, la inocencia que, de pronto, se revela culpable o viceversa. En fin, que a mí lo que me va es la marcha, poco que ver, me temo, con la realidad judicial.
Otto Preminger es el director que nos regaló la magnífica "Anatomía de un asesinato", uno de los, para mí, más soberbios dramas judiciales de la Historia, en los que aunaba la rigurosidad y seriedad en el tratamiento del tema puesto en juicio, con las licencias sorpresivas al gusto del espectador que se vería así satisfecho en su sed de drama y suspense.
En "El proceso de Billy Mitchell" tenemos seriedad y rigurosidad sí, pero poco espectáculo me temo. Esto no será obstáculo para los amantes de los juicios per se pero creo que los demás podrían sentirse algo defraudados.
Basado, al parecer, en un hecho real nos contarán la historia de Billy Mitchell, un general de la aviación condecorado en la I Guerra Mundial que sufrió la degradación de su cargo y fue sometido a un consejo de guerra por enfrentarse abiertamente a todo el aparato militar del ejército de tierra y mar, por defender lo que él consideraba un asunto de prioridad nacional; el equipamiento, seguridad y refuerzo de la flota aérea en la, por entonces, visionaria idea de que la aviación sería la fuerza principal decisiva en las sucesivas batallas.
Gary Cooper en el rostro del idealista y firme general, podemos imaginar lo bien que va a resultar en su papel, junto con varios intérpretes, a su altura, que otorgarán fuerza y carácter a una historia que nos puede resultar algo alejada de nuestros intereses, donde siempre habremos de admirar al hombre capaz de defender sus ideas frente al resto aun a costa de sacrificar su carrera y su prestigio.
En todo lo demás poco se puede añadir. El proceso no alberga dudas y apenas nos aguardan sorpresas. La valentía del hombre que defiende su criterio frente a la obediencia ciega es lo que podremos analizar. Que tampoco es poco.