Simple Men

A todo aquel que le parecía extraño todo ese mundo irreal retratado por el Jim Jarmusch de "Flores rotas", aquí tiene el primer intento genial de simplificar en un entorno raro a unos cuantos personajes con sus diálogos espontáneos y sus miserias, entre lo grotesco y el humor negro. Los Coen se quedan cortos en Fargo, porque aquí son todos extraños en un mundo que no pertenece a la coherencia.Hasta el amor más sincero queda envuelto en un halo de ensoñación de otro mundo.

Dos hermanos, Bill (Robert Burke) y Dennis (Bill Sage), inician un viaje en busca de su padre (John MacKay), una antigua estrella del béisbol que se acaba de fugar de la cárcel. Por el camino se toparán con un grupo de gente con tantas carencias y problemas como ellos, como por ejemplo un par de misteriosas mujeres, Kate (Karen Sillas) y Elina (Elina Löwensohn).

En Simple Men confluyen muchas de las obsesiones y paradigmas del cine de Hal Hartley, lo podemos comprobar fácilmente echando un vistazo a sus personajes, entre los que encontramos a delincuentes, tipos que se suponen más peligrosos de lo que realmente son o gente desorientada y sin rumbo fijo. Entre el resto de cualidades de la película sobresalen los excelentes diálogos, a medio camino entre la introspección y la lírica poética, el eficiente trabajo de Hartley como director y las notables interpretaciones de todo el plantel. Aunque, me gustaría destacar la labor de Burke, así como la complicidad que se establece entre su personaje y el de Sillas.

A pesar de lo comentado anteriormente sobre las similitudes de la película que nos ocupa con otros trabajos de su director, lo cierto es que hay algo en Simple Men que me resulta especialmente atrayente, puede que sean sus encantadores (a pesar de todo) personajes o un guión que me parece superior al de sus otras películas (sin desmerecerlas en absoluto). O tal vez sea por su divertida escena de baile. Estamos ante una película imprescindible, tanto para los amantes del trabajo de Hartley como para comprender el auge que vivió el cine independiente durante los noventa.

Sí amigos, en esta vida no hay otra cosa que problemas y deseos, o como aquel apólogo tan jocoso "de esta vida sacarás, lo que metas, nada más".

La mejor manera para definir el cine de Hartley es que es alternativo a todas las convenciones del género. Más que una película con su planteamiento, nudo y desenlace, más que una narración al uso, sus pelis se asemejan a extractos de la realidad. Personajes desnortados, situaciones raras (ni hilarantes ni dramáticas en exceso) y todo esto salpimentado con más de una reflexión literaria de muy buen fondo (como la que da título a mi crítica, por ejemplo).

Se nota que el bueno de Hal se guisa y se come todo, la filmación, encauzar y saber hacer sentir cómodos a muchos actores cuasi primerizos y de paso firma el guión entero. Es un tipo de cine que era muy factible en los 90, y también puede que un poco más tarde con el auge de festivales indie como Sundance. Lo que no tengo claro es que este tipo de pelis fuera posible sacarlas adelante comercialmente en la época actual.

Y por eso pongo en valor, aún más si cabe, la belleza de esta rareza. No es una peli que te fascine ni te cambie la vida, pero ese realismo tan de andar por casa, esos personajes por los que uno siente la ternura que emana de la identificación con ciertas épocas perdidas en nuestras vidas, esa absoluta veracidad y naturalidad con la que presenta a gentes absolutamente corrientes, más las pinceladas de buena literatura y reflexiones profundas, es lo que confieren ese carácter tan único a esta película.

No te cambiará la vida, pero te aportará un enfoque diferente. Porque el cine también es eso, brindemos por quienes nos traen una renovada y personalísima visión, porque al final, eso es la realidad, el atlas infinito de un mundo troceado.

Soberbio, emotivo e inolvidable retrato coral de personajes rotos nos brinda el siempre independiente Hal Hartley después de su obra maestra "Trust". Vuelven los diálogos ágiles, rápidos, irónicos y punzantes; vuelven las relaciones personales en un contexto hostil, la onírica banda sonora, las líricas escenas de amor... Vuelve el mejor Hartley, y vuelve al mismo nivel e incluso mucho mejor. Genial película. Obra maestra instantánea, al igual que "Trust".