Nada es para siempre (Serie de TV)

Que asco me daba esta serie. Era como Al salir de clase pero más cutre. Creo que la echaron en Antena 3 para contrarrestar a la otra, pero dios mío que puta mierda más grande.
Me acuerdo que salía uno gordo con gafas repelente que se supone que era un genio en los ordenadores. Y mucha rubia pija en busca de miembros (viriles), luego el malo, un tal Manu o algo así, que collejón le faltaba.

Pero el peor de todos uno que iba de líder el del pelito de maricona. Que asco de personaje, el típico líder de la serie que estaba en plan, ahora si, ahora no, con una de las golfillas. Al actor lo ví hace poco en un programa de niños, no lo hacía mal.

Que serie más mala copón. Malditos años 90.

Esta serie, al contrario que "Compañeros", "Al salir de clase" o "Física o Química" muestra el lado tierno del adolescente... Vamos, que de pasar a un adolescente ridículo hemos pasado a un adolescente maricona...

Una se queda preñada, está al lado de su padre, luego, el hermano, un freak de la vieja escuela, defiende a su madre. Al Adrián se le mueren los padres y se enamora de la prima de su ex-novia, y a partir de aquí no sé que ocurre. Luego hay un vampiro, que no sé lo que pinta en un colegio de estos lares (todos sabemos que los niños anticristos se van a EEUU).

Por suerte, la serie no duró para siempre y no sé qué fue de los actores. El que hace de Adrián salió en el Peque Prix (el Gran Prix de los niños, por si no habíais nacido en aquella época) pero aparte de eso...

Yo tengo que reconocer que la ví, y mucho. Hasta que ya no pude más.
¿Para qué me sirvió? Pues para darme cuenta de que nunca más iba a volver a ver un culebrón diario. Esa adicción a la serie de marras estaba acabando con mis neuronas y la hora de emisión era sagrada. Lo dicho: nunca más. Y hasta hoy lo he cumplido, y espero que por muchos años.
Porque... oye, era mala, era tremebunda, era una copia de Al salir de clase y a su vez de todas las series adolescentes americanas, era todo lo que se quisiera... pero cómo enganchaba la condenada. Veías dos capítulos ya ya querías saber cuál era la siguiente maldad de Manu, a quién se ligaba Gato después, qué pasaba con el triángulo amoroso de Adrián, Patricia y Natalia... no era nada del otro jueves (de hecho, daba bastante vergüenza a ratos), pero se veía bien y sin duda dejaba con ganas de más.
La recuerdo con cierto cariño a pesar de todo lo dicho antes y por esa razón le he puesto un cinco. Por eso y por Daniel Diges, que le pese a quien le pese se ha convertido con los años en uno de los mejores actores de musical de este país. Y por Quinqüe, un grupo olvidado que desgraciadamente no tuvo éxito pero cuyas canciones sonaban siempre en el Oasis, el bar de la serie (recomiendo que, si todavía es posible, se los escuche por ahí, porque valían mucho la pena). Y la sintonía de Cómplices.
Y poco más, pero como digo se dejaba ver si no se era demasiado exigente, o si se era un criajo, como yo en aquella época.

Estoy intentando escribir una crítica de otro producto teletruñesco más dedicado a llenar de bazofia los cerebros de esponja de los jóvenes sin sufrir espasmos, urticaria o un descenso del coeficiente intelectual del 100%. Sí, como pasa a muchos, yo también le dediqué durante unas semanas horas de mi precioso tiempo a esta giliñoñada repijotera que parecía más un anuncio continuo de productos vomitivos (entre ellos, las asquerosas mini-cantimploras de bebidas refrescantes) con alguna línea argumental de encefalograma plano insertada por allí para despistar. A pesar de que tenía la excusa de estar haciendo el Proyecto de Fin de Carrera de Arquitectura y estaba bastante en tensión, este desliz jamás me lo perdonaré, como el seguimiento que hice al primer "Gran Marrano", bombazo fétido de aquel año.

Los personajes daban auténtica pena y parecían sacados del diván la consulta de un psiquiatra del Barrio de Salamanca de Madrid: una pareja de enamorados que daba grima y diabetes (el inefable Carlos Castell, luego especialista en presentar programas de bricolage infantil y su ligue Natalia en la ficción, prototipo de la anti-chorba por excelencia de cualquiera que tenga dos dedos de frente y nunca quiera ser un pagafantas), una nena histérica enamorada de un madurito, Pastora Vega haciendo el ridículo, unos actores canarios (espero que canariones) que, por fortuna, no llegaron a manchar el nombre de las islas demasiado con sus simulacros de interpretación, un embarazo infantil aberrante, unas amigas a cuál más gilipollas y repijas, un malo malísimo (ese Manu) que no asustaba ni a un niño de teta y encima era tonto perdido, una fulana ligera de cascos (una tal Belén) que se tiraba a ese Manu, un bar de reunión que parecía copiado del antro de colonia de "Sensación de vivi(dores)"...en fin, mejor no continuar, que mi médico me ha prohibido alterarme.

No le pongo en suspenso más absoluto porque la canaria estaba muy buena. No sabía actuar nada de nada, pero estaba muy buena. Y el producto de la tierra natal hay que defenderlo, aunque sea a través de uno de las telemierdas más grandes de la historia.

Me explico.
En la TDT, al menos en Cataluña, existe un canal que se llama 9ESTIL.
Es de esos canales que están ahí sin molestar pero que no sueles ver. Hasta que hice zapping y pase por este canal.
Estaban pasando esta serie.
Y en Rambo, cuando a modo de flahsbacks recuerda esos momentos donde los "malditos amarillos" le torturaban sin compasión, me sentí igual.
Flashbacks en mi mente recordando momentos dolorosos con guiones calcados de otras series. Actuaciones que dejan al reparto de "Los Serrano" como nominados a los Oscar.
Clichés que dan ganas de liarse a guantazos con la pija mala, el pijo malo, el amigo de estos y todos guapos. Ya que los feos son o "el informático" o "el tonto".
Total que Rambo no se siente las piernas mientras que yo siento que he perdido algunas neuronas solo por revivir esto.