Chéri

"Chéri" es la adaptación al cine por parte de Stephen Frears de la novela más famosa de la escritora francesa Colette, escrita en 1920 y que narra la relación entre un apuesto joven y una madura cortesana en el final de su carrera en el París de principios del siglo XX.

La película es un compendio de buenas intenciones y resultados muy irregulares. Frears rueda con su habitual buen gusto y artesanía a la que nos tiene acostumbrados pero no consigue que la historia conecte del todo con el espectador. La fotografía, la puesta en escena recreando el París de esa época y la banda sonora son notables pero el ritmo es desigual y junto a momentos y diálogos interesantes se suceden otros bastante huecos y aburridos.

Estamos ante un Frears bonito, agradable de ver pero bastante vacío, fácilmente olvidable y muy alejado de otros frescos de época mucho más interesantes como "Las amistades peligrosas" o "The Queen"

"Chéri" se sustenta principalmente, además de por la cuidada ambientación, por la interpretación de Michelle Pfeiffer en el papel de la madura y enamorada cortesana y de Kathy Bates como la madre del galán. Por contra Rupert Friend no da la talla en el papel de joven amante haciendo una interpretación tan fría y falta de carisma que supone un lastre considerable para el desarrollo de la historia y uno de los puntos débiles del film.

Stephen Frears se mueve como pez en el agua en los ambientes nobles. Ya lo demostró bien joven con ‘Las amistades peligrosas’, pero con los años parece que se le acrecienta el gusto por la clase aristocrática. Tras acercarse como nadie a un personaje tan hermético como la reina Isabel II, ahora ha decidido echar mano de la novela más famosa de la escritora francesa Colette para adentrarnos en la madurez de una cortesana en plena Belle Epoque de París. “Las dos son ricas” ha manifestado irónico en una entrevista y, desde luego, no es la única similitud entre dos propuestas que, aunque separadas por un abismo temporal y temático, guardan varios puntos en común.

Aunque la monarquía de Isabel II ya ha traspasado el siglo XX, lo cierto es que sus costumbres permanecen casi inalterables desde hace décadas, hasta el punto que los exquisitos modales reflejados en ‘Chéri’ son los que todavía imperan en el palacio de Buckingham. Frears quiso ser tan fiel en su reflejo de la intimidad de la reina y ha querido serlo también en su última propuesta, que el resultado final termina desprendiendo una sensación de frío y distancia.

Para lo bueno y para lo malo, no estamos en la época victoriana que nos vendió Jane Austen. En la clase alta, ni los amores eran tan profundas ni las vidas tan intensas. El tono de Frears se aleja del culebrón de época al realismo más estricto, hasta el punto que la historia de amor entre la madura cortesana y el joven de diecinueve años es menos apasionada de lo que cabría esperar de un drama de época. Lástima que unos decorados y localizaciones inmejorables, un vestuario impecable y unas interpretaciones notables queden deslucidos por el mismo tono aséptico que reinó en ‘The queen’, aunque allí viniera justificado por la introspectiva personalidad de la monarca inglesa.

El acierto lo encontramos en las dos grandes intérpretes que llevan el peso de la película. Kathy Bates ha encajado a la perfección su destierro a los papeles secundarios de lujo, mientras que Michelle Pfeiffer se resiste a jugar en otra liga, a pesar del alarmante descenso de buenas oportunidades que se le presentan. Ambas, cada una a su estilo, dan una lección de sabiduría y experiencia al joven protagonista que da nombre al filme y cuyo afeminado aspecto tanto nos ha hecho olvidar su prometedora aparición como oficial nazi en ‘El niño con el pijama de rayas’. Sólo queda cruzar los dedos para que la carrera de la Pfeiffer no siga el mismo camino que el de la cortesana Léa de Lonval.

Siendo Cheri una película bastante aceptable, solo puedo hablar de ella en términos de decepción. Y es que algunos de nombres estelares de su ficha técnica ya participaron hace veinte años en una de las cumbres del cine de las dos últimas décadas, Las amistades peligrosas. Stephen Frears en la dirección, Christopher Hampton en el guión y Michelle Pfeiffer como protagonista. Con este trío de nombres y esos antecedentes, además de otros muchos en sus respectivas carreras, de la adaptación del clásico de Colette solo cabía esperar una película rebosante de inteligencia, ironía y un trasfondo dramático de primer orden. Y no es así.
Estamos en el París de La Belle Epoque, una época en la que las cortesanas eran unas mujeres que gracias a su relación con hombres poderosos mantenían un nivel de vida propio de la nobleza. Una de las más conocidas y veteranas era Lea de Lonval, que alejada ya de ese mundo comienza una relación con el joven hijo de 19 años de una vieja amiga. Ella le ofrece toda la experiencia adquirida en tantos años de relaciones, y él el placer de disfrutar de la pasión con alguien que está en la flor de la vida. Cuando después de unos años esta relación se rompe por culpa de un matrimonio concertado los dos se darán cuenta de lo que han perdido, algo que afectará dramáticamente a sus vidas.
Stephen Frears se acerca a la historia con tanto gusto por la estética como escasa pegada en el tratamiento dramático del relato. La historia comienza adecuadamente de forma ligera, casi frívola, que es lo que en realidad sucede con la relación de los dos personajes. El problema que la película no se sobrepone en ningún momento a esta ligereza, pese a que la historia que cuenta avanza en otra dirección y está pidiendo a gritos un mayor desarrollo dramático. El sufrimiento de los personajes por su insatisfactoria situación solo se intuye en la parte central del relato sin que en ningún momento traspase la pantalla. Una pantalla que ofrece, eso si, una ambientación absolutamente prodigiosa, como no podía ser de otra forma.
De esta forma el plato fuerte de la película acaba siendo la presencia de Michelle Pfeiffer, que sin alardes de ningún tipo sigue brillando como las grandes estrellas, pese a que el personaje le permite un lucimiento menor del que cabía esperar. Al final ella es la película, y su plano final dice mucho más sobre lo vivido por su personaje que los noventa minutos previos.

Aburrido drama de época ambientado en París de comienzos del siglo XX. Lea de Lonval (Pfeiffer) una meretriz se enamora de un joven “gigoló” Chéri (Rupert Friend) de 19 años, hijo de una compañera de profesión Madame Peloux (Kathy Bates).
Hay ocasiones que se tiende a criticar un filme de época solo por preocuparse por su cascarón y no por su fondo y esta ocasión se presta para hacerlo, y es que no hay otra mejor manera de decirlo. Fears no esta tras la cámara como lo hizo en la Reina y Amistades Peligrosas, aquí solo hay un equipo de técnicos y unas actrices desperdiciadas. Elegantes escenarios y pintorescos espacios, colorida fotografía que luce los bonitos diseños de vestuario y un pobre Desplat que ni con su música logra enganchar estas piezas. Un guión mediocre que desde que nos muestra lo que sucederá se cae, sus diálogos son apropiados a la época pero resultan algo sosos y aquí es donde entra la pobre explotación de la historia, la cual se supone debería desbordar pasión, provocar y entrar en conflicto, pero todo se maneja a tientas, no hay efusión, es insípido el conflicto pasional y limitada emocionalmente. Los momentos sexuales entre los protagonistas son de risa, ya que Chéri se comporta exageradamente como musa de la Filosofía en el tocador del Marques de Sade como si la finalidad fuera robarle el roll de mujer a Pfeiffer, pese a que ella esta como pez en el agua en el personaje, la falta de dirección más el lento desarrollo de la trama y el limitado guión son insuficientes para que ella pueda soportar el peso de la película. Aunque se reconoce que ella es lo mejor de la cinta y una muy descuidada Bates que pese a eso logra sacarle chispa a su personaje, apenas pueden sobresalir de tan aburrido y poco entusiasta filme de amores prohibidos, que pretende finalizar de manera mordaz.
PD: Dudo mucho que este sea el año de Pfeiffer en los Oscar, su pronto estreno y su decepcionante filme no le ayudaran en nada.
Nota: 4

Muy buena película, sin mas que decir, cine potente y soberbio de época, trama liviana por momentos pero el resto funciona a flor de piel, personajes solventes y creíbles, si bien no alcanza la excelencia que tuvo el trio anteriormente (Relaciones Peligrosas) esta se trata de una película completamente distinta (leo muchas comparaciones entre las dos...eso es una tontería, una obra es diferente a la anterior no veo el "porque" de comparar). Michelle Pfeiffer esta simplemente como esta siempre, IMPECABLE, parece que no actúa el papel si no que ella realmente es esa cortesana, habría que mirar con lupa para ver un gesto de mas en su trabajo, y el oscar???? a una actriz con su rango, talento y terrible belleza eso "ya no le hace falta", no tiene que demostrar nada a estas alturas