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Le Week-End

Romance. Drama Nick y Meg, una pareja de maduros profesores británicos con los hijos ya independizados, deciden regresar a la romántica París muchos años después de su luna de miel, con motivo de su trigésimo aniversario, para intentar revitalizar su matrimonio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
6 de diciembre de 2013
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine sabe que el filón romántico y el negocio del desamor no se terminan con la madurez. Que más allá de la cincuentena sigue habiendo caldo de cultivo para historias enfocadas a los sentimientos (y sentimentalismos). Y a lo largo de los años el cine ha ido dejando ejemplos, peores o mejores, de esta manera de entender el amor, el desamor o incluso la sexualidad. Se me ocurren ejemplos distintos entre si pero todos maravillosos como Dejad paso al mañana, En el estanque dorado, Los Puentes de Madison, Lejos de ella o la reciente Amor, todas tocadas de una necesaria sensibilidad, una mirada profunda hacia la experiencia y un entendimiento lúcido sobre las relaciones o bien a largo plazo o bien que se presentan en el momento en que todo parece ya hecho. Una tendencia que, además, sigue encontrando ejemplos casi a diario en cartelera. En un corto periodo de tiempo hemos podido ver en cines propuestas como Hope Springs, La mirada del amor o, la mejor de las tres, esta que nos ocupa, una Le Week-End que no sólo representa el retorno de Roger Michell sino que además se constituye como su película más relevante desde, probablemente, Notting Hill.

Tampoco es que sea un gran qué, y ello tampoco garantiza una obra maestra. Al director se le da bien libar de distintos géneros, es capaz de parecer resultón, interesante o simpático, pero nunca ha llegado a facturar una película redonda y aunque ello no le incapacita para algún día filmar una historia intachable, sí hace saltar alguna alarma: esta es, insisto, su mejor película, pero no es perfecta y su aparente madurez expositiva y temática choca frontalmente con la intrascendente simpatía boba de su anterior comedia romántica: Morning Glory. Pero en fin, tendremos que creernos su rigor y aparente sutileza, a pesar de que a menudo Le Week-End parezca desesperada en ello; en que nos la creamos. Porque, sí, la premisa es potente (que no original), el tema es poderoso, el guión está avalado por un nombre tan relevante como el de Hanif Kureishi y todos los elementos parecen conjugados con exquisitez y elegancia. Y luego iremos a lo que chirría. Meg y Nick son un matrimonio maduro que se disponen a pasar un fin de semana en París para celebrar su 30 aniversario de casados. Allí, lejos de vivir la ciudad del amor, la pareja irá dejando reflotar rencillas pasadas, frustraciones actuales e inseguridades de futuro y las vacaciones se convertirán casi en un rito catártico de tirayaflojas matrimoniales.

Los elementos, como digo, no podrían ser mejores. Michell dirige con una seguridad y elegancia innegables, sacando partido de las calles parisinas sin convertir la ciudad en una postal tridimensional. Sus encuadres siempre son bellos y precisos y logra que dé la sensación de que nunca falta ni sobra nada en plano. Unos planos serenos o tensos, en función de la situación, con una escenografía cuyas tensiones podrían hacer pensar en la nouvelle vague, tendencia reafirmada por el guiño a Banda aparte. Una realización suave y con clase que en ningún momento cae en la funcionalidad ni en la superficialidad de simplemente ilustrar una historia que ya de por si es intensa. Todo está construido, además, entorno a su pareja protagonista, unos Jim Broadbent y Lindsay Duncan superlativos que saben catalizar en sus personas individuales y en la pareja como unidad, los amores, tiranteces y complicidades de dos personas que, efectivamente parece que lleven juntos tres décadas.

(sigue tras lo de "spoilers"... que no son tales)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LaCasa
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12 de enero de 2014
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película presenta a una pareja inglesa culta, madura, que celebra su treinta aniversario de matrimonio con un fin de semana en París, enfrentándolos al viaje en solitario, a cuestas con sus frustraciones, su amor y su aburrimiento, sus problemas sexuales, sus encuentros y desencuentros, todo ello con unos adecuados y eficaces actores y una buena banda sonora.
Pero el director y el guionista, en lugar de profundizar en este planteamiento, escurren el bulto apostando por lo extravagante como sinónimo de divertida e inteligente desinhibición, y obligan a los protagonistas a desmelenarse de una forma tan increíble y boba, y en unas situaciones tan improbables, que acaban con el humor, la personalidad de los protagonistas, y en definitiva con toda la película.
Es una pena, porque el tema, los actores y el envoltorio, hubieran dado de sobra para una muy interesante película, si el director y el guionista hubieran tenido más talento o ganas.
Becerreo
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21 de enero de 2015
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he dicho que lo de planear viajes románticos una vez pasados los quince años de relación es un error terrible que en ocasiones puede llegar a ser hasta trágico. Sí, hombre, eso que se ha dado en llamar “reavivar la llama del amor”, “vivir una segunda luna de miel” o “resucitar la pasión”, que no se sabe cuál de los tres términos es más patético.

Vamos, a ver, alma de cántaro, qué pasión y qué llama del amor quieres recuperar cuando, por ley de vida, eso está ya más que muerto y enterrado? Y encima algunos quieren volver a sentir lo mismo pero después de 20 o 30 años, que es el caso de los protagonistas de esta historia. Y se van nada más y nada menos que a París, como si París pudiera hacer milagros con los amores difuntos.

Roger Michell dirige una historia de éstas, de intento de revivir la pasión, pero con una inquietante particularidad. En esta pareja hay un miembro, él, que inexplicablemente sigue locamente enamorado de su mujer, mientras que es ella la que con el tiempo ha llegado a desarrollar hacia él un hastío insoportable que la lleva a maltratarlo, humillarlo y zaherirlo constantemente.

Jim Broadbent interpreta magníficamente a ese hombre al borde de la jubilación que está dispuesto a someterse a todos los deseos de su mujer, por excéntricos, caprichosos e insensatos que sean, con tal de no perderla. Resulta conmovedor y a la vez incomprensible ver a ese viejo adorar incondicionalmente a una mujer que le responde a ratos con un despotismo y una frialdad llenos de crueldad y a ratos con una ternura inexplicable, que no se sabe de dónde le sale.

Y es ahí donde creo yo que falla estrepitosamente esta película, en el personaje de ella, que interpreta con todas las tablas de que es capaz Lindsay Duncan. El problema es que su rol no está en absoluto definido, salvo desde la esquizofrenia o la bipolaridad. Por qué esta mujer lo mismo le dice en mitad de una cena a su marido que lo quiere dejar que a los dos minutos le plantea cambiar los azulejos del baño. Por qué juega a excitarlo sexualmente para luego rechazarlo sin piedad. En fin, está claro que se trata de una relación de dominio y sumisión en la que ella es la que lleva la voz cantante pero en ningún momento llegas a saber realmente cuáles son los verdaderos sentimientos de ella. Si lo quiere, si lo odia, si le aburre, si no lo soporta, si lo aguanta estoicamente, si no puede vivir sin él…

Y luego hay situaciones verdaderamente kafkianas, como el discurso del marido en la cena. O la charla confidencial fumando canutos con el hijo adolescente de su colega. O la proposición indecente del tío más interesante de la fiesta, que entre todas las damas presentes elige a nuestra sesentona para tener un rollete. Que sí, que la mujer es elegante y guapa y está de buen ver, pero que no es Carmen Lomana, joder, que los sesenta años se le notan a la legua.

En fin, que lo que pudo haber sido una gran historia, entre situaciones rocambolescas y personajes poco definidos, se queda en mera intentona. Sí, cargada de buenas intenciones, pero… que no, que no cuela.
Talía666
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25 de diciembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pregunto a qué se deben las críticas positivas que recibió L Week-End en su día, cuando se trata de una de las películas más decepcionantes y anodinas de Roger Michell. Igual es porque el guión lo escribió Hanif Kureishi que, oye, le da un toque muy "cool" a la película.
Con Kureishi o sin él, y apesar de la belleza siempre majestuosa de París y de la excelencia de Jim Broadbent y Lindsay Duncan (que a estas alturas ya poco tienen que demostrar a nadie), Le Week-End termina por ser una visión del amor y los problemas de pareja en la vejez bastante anodina, lenta en el ritmo y finalmente poco interesante más allá de su excelsa pareja protagonista y de algunos diálogos más inspirados. Sobre todo es que es aburrida y contra eso no hay nada que hacer. Mala suerte.

Lo mejor: Jim Broadbent y Lindsay Duncan. Y París.
Lo peor: Lo insulsa y aburrida que es
Sibila de Delfos
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18 de enero de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le Week-End llega a las pantallas para relatarnos una honesta y humilde historia sobre una pareja de profesores de tercera edad que viajan a París para devolver vitalidad a su matrimonio.

Un guión inteligente, realista pero también romántico, y la pareja interpretativa del año formada por Jim Broadbent y Lindsay Duncan le dotan el gran nivel a la cinta creando un honesto, crudo y a la vez conmovedor filme que deja cierto halo vitalista sin llegar al idealista optimismo ni al declive pesimista, dejándonos una obra claroscura, tal como la vida misma.

Una humana mirada a la pareja en la tercera edad, a su desgaste, al intento perpetuo de devolver la sorpresa en una rutinaria relación explorando además temas como la sexualidad, las frustraciones de objetivos pasados no conseguidos y mentiras pasadas que buscan conseguir un perdón.

Un viaje por París en el que acompañamos a unos excelentes Broadbent y Duncan y que nos regala además un homenaje final a la fantástica Banda aparte de Godard.
JasenV19
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