Hamlet se mete a hombre de negocios

Kaurismaki muchas veces va de coña marinera. Incluso en películas serias. Y llega a la farsa en las dos de los Leningrado cowboys. Este Hamlet es algo intermedio. La tragedia es la que es, pero hay tantos detalles pintorescos y hasta desorbitados (como la inclusión de música punk, o de swing, combinado con Chaikovski) que no hay más remedio que entenderla como un divertimento. Cosas como que el espectro de su padre le dice que ha salido a tomar el fresco porque en el infierno hay mucho calor.
Excelente la fotografía en blanco y negro, y la marca Kaurismaki de no alargar las escenas e ir al grano. Como de costumbre se sirve de rigurosas elipsis en las escenas de violencia.
En esta, una de sus primeras películas, contamos ya con Kati Outinen, que parecerá muchas veces y con otros actores fetiches del director. En cambio la elección de Petelius para Hamlet me parece un error: rubicundo, sí, pero con cara de pan y sin mucho nervio.
Del texto original de Shakespeare hay cosas, aunque no muchas, pero la trama es respetada, menos en el final, donde la película se cae. Es notable la importancia que da a la escena de la representación de una obra teatral, con el tema de un crimen igual que el que le costó la vida al padre de Hamlet. Y muy bien resuelto el destino final de Ofelia. No tanto las demás muertes....

Nueva adaptación de clásico de Shakespeare, pero con un salvedad, pese a que la historia y los personajes se mantienen fieles con los del dramaturgo inglés, los hechos acaecen en un mundo contemporáneo, en donde Hamlet, ni mucho menos parte de la realeza, pasea su soledad por una inmensa fábrica, de la cual es el nuevo dueño mayoritario, y en donde las muertes se suceden actualizadas, es decir, mediante balas en vez de estocadas.