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Un viaje de diez metros

Drama. Comedia Los Kadam, una familia india con Papa (Om Puri) a la cabeza, se traslada al sur de Francia. Allí deciden abrir un restaurante enfrente de un lujoso restaurante francés de alta cocina con una estrella Michelín, regentado por la odiosa Madame Mallory (Helen Mirren). (FILMAFFINITY)
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
9 de febrero de 2015
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un viaje de diez metros se ofrece cocinada con clase y buen hacer por Lasse Haliström. Embriagada de aromas,sutiles especias y un toque de sabor, brinda al espectador sensible un abanico de emociones sencillas, que no simples, que van desgranando una historia alejada de situaciones efectistas, para ofrecernos un plato de exquisito gusto, a través del mágico hechizo de la cocina y sus esencias.

Me gustan las películas que juegan con los sentidos y las emociones. Y Un viaje de diez metros, lo hace, consiguiendo una suave comedia de elevado buen gusto e interpretaciones estimulantes como los platos que cocinan sus fogones.

UN 7
LEUGIM
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10 de marzo de 2015
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sus aromas de ricos platos, sus especias; incluso las esencias, brindan al espectador un abanico de complejas emociones, que derivan en un exquisito preparado a través de la cocina y sus elaborados.

Lasse Haliström juegan con la emoción que despiertan los sentidos, logrando que una comedia de sencillo planteamiento, se convierta en un producto de tan buen gusto como las equilibradas interpretaciones y los deliciosos platos que en ella se cocinan.
ANHELL
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28 de septiembre de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por favor, desperdiciar el talento de Helen Mirren debería estar penado por las leyes internacionales. Ella y el resto de los actores hacen lo que pueden por levantar una película que, más que adaptar una novela, parece la versión cinematográfica del catálogo de paquetes turísticos a Francia de una agencia de viajes.

Una familia india termina (pim, pam, pum) en un pueblecito francés y abre un restaurante en frente del que dirige el personaje interpretado por Helen Mirren. Separados por esos diez metros del título. Guerra abierta cuyo final todos conocemos antes siquiera de sentarnos en la butaca.

Un viaje de diez metros es una lista de tópicos para perpetuar la estereotipada imagen que los estadounidenses tienen de Europa. En concreto, de Francia: típico pueblo con casas de piedra, contraventanas de madera pintadas de colores, bosques húmedos pero soleados, alegres arroyos, muchachas bellas con faldas de vuelo circulando en una bicicleta con cestita donde recogen la fruta bruñida de un mercado tradicional… Un hartazgo indigesto resultado de cómo Steven Spielberg y Oprah Winfrey, productores ejecutivos, creen poder realizar éxitos con recetas prefabricadas.

Y es que éste es el resultado cuando quieres hacer alta cocina con las maneras de la comida rápida: una comedia que, a fuerza de querer ser deliciosa, empalaga en un insípido bolo alimenticio. Un guion repleto de «deus ex machina» (esto pasa porque tiene que pasar y porque lo digo yo, que soy el guionista, faltaría más), sin justificación lógica alguna, tan previsible que no se molesta en construir una narración (para qué: si todo el mundo sabe lo que va a pasar). Sorprende que Steven Knight firme tan irrelevante guion después de haber escrito y dirigido el interesantísimo ejercicio Locke. Supongo que todos tenemos que cobrar para pagar alquiler y/o hipoteca.

Para ser vista a las cuatro de la tarde de un domingo después de comer. Aconsejable para una siesta sin problemas.

Publicado en blog www.fascinoscopio.com
Fascinoscopio
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31 de enero de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Un viaje de diez metros" tenía elementos para que me gustara: disfruto el cine "feel good" como el que más, admiro a Mirren (como cualquiera) y tenía el ánimo ideal para ver este tipo de película.

Pero cuando acabó, o mejor dicho cuando por fin acabó (¿Eran necesarios esos 117 minutos? ¿De verdad?) comprendí cuál era el motivo de mi insatisfacción y la pista me la dio el rótulo con los nombres de Oprah Winfrey y Steven Spielberg.

Me temo que esta es una película en la que se le intenta explicar al espectador ante qué tipo de cine se encuentra, qué debe sentir en cada momento (ahora: triste, ahora: emocionado...) y eso es lo que la destroza.

En concreto se le explica un espectador (al que los autores de esta película deben creer a la altura de Homer Simpson) que lo ignora prácticamente todo: qué es una estrella Michelin, qué es la Marsellesa, la cocina francesa, que en la comida india se utilizan muchas especias, o que en Francia los franceses no hablan entre sí en inglés normalmente (aunque aderezado con algún que otro "merci" de vez en cuando, claro).

En fin, que todo es tan previsible, tan falto de alma, tan de manual, que al final, en vez de sentirte reconciliado con el mundo, te sientes algo estafado y bastante aburrido.

Por lo menos, en mi caso.
DiViDi
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17 de octubre de 2014
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lasse Hallström es de esos directores que consigue una empatía especial con los espectadores. Un artesano del drama sentimental que tras probar suerte en el thriller nórdico con “El hipnotista” y con la nada desdeñable adaptación del universo de Nicholas Sparks en “Un lugar donde refugiarse”, regresa al cine que tantos éxitos le ha cosechado. Una marca tan especial que provoca que cualquier tipo de conflicto entre personajes termine siendo solucionado de la manera más mágica posible. No es descabellado afirmar que Hallström está muy cercano al estilo de Frank Capra.
Se hacía esperar una colaboración entre el director sueco y Steven Spielberg, que aquí actúa como productor ejecutivo. Ambos comparten una visión muy similar del mundo y del cine. Además de ser grandes soñadores y defensores de las emociones y el lado bueno de las cosas en tiempos complicados.
En esta ocasión muchos encontrarán una relación temática con “Chocolat”, aunque desprovista de esa marcada sensación onírica que dominaba el relato. Y eso que el pueblo francés está fotografiado con una dulzura que te abraza desde los primeros fotogramas en los que aparece. Aquellos que os hayáis perdido por los pueblos interiores de Francia vais a reconocer sensaciones desde el primer momento.
La película resulta un choque entre la cultura culinaria francesa (obsesionada por el diseño en detrimento del apetito) y la cocina hindú (provista de una explosión de olores y sabores). De todo ello radica el conflicto entre dos actores de sobrada eficacia como son Helen Mirren y Om Puri.
La trama discurre por derroteros comunes pero bien ensamblados, teniendo como protagonista de la misma a un inesperado joven con unas capacidades extraordinarias como chef. Es una película para degustar tranquilamente, con una moraleja final que nos habla de nuestros éxitos y fracasos y del reencuentro con nuestros orígenes.
Y a destacar la banda sonora de A.R. Rahman, con una partitura indispensable para todos aquellos que gusten de la buena música como canalizadora de sentimientos.
Francisco Javier Millan
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