Chocó

Hay lugares en el mundo donde las mujeres son tratadas como objetos de uso: Yo las llamo mujeres Cocacu, porque las han reducido a la Cocina, la Cama y al Cuidado (de los niños). Esto se debe a la proliferación del machismo (el hombre provee y la mujer concede) … pero, a veces ni proveen y las mujeres tienen que trabajar mientras ellos beben y juegan irresponsablemente.

Apócope de chocolate. Gentilicio: chocoano, nombre con el que los blancos señala(ba)n despectivamente a los negros y mulatos en referencia al color de su piel, <<CHOCÓ>> es el título que ha utilizado el director, Jhonny Hendrix Hinestroza, para identificar una región donde las carencias económicas, habitacionales, culturales… y el rampante machismo, son males de nunca acabar… y al llamar también así a su protagonista femenina, generaliza con ella a esas mujeres de grandes valores que bien se merecerían otra suerte de oportunidades.

Casada con Everlides (¿siempre lidias?) un músico sin empuje ni oportunidades, alcohólico y jugador, Chocó tiene con él dos hijos (Jefree y Candelaria) y la niña no ha tenido una torta (pastel) para su cumpleaños, así que, la madre -dedicada a ellos y dispuesta a enseñarles valores- le promete que pronto se la traerá.

Hinestroza, director nacido en Quibdó, logra una efectiva puesta en escena que lo mismo recrea el exotismo y la gran belleza natural de sus paisajes, como también la indiscriminada explotación minera que, día tras día, va volviendo árida aquella hermosa tierra. También, el olvido en que el Estado les mantiene se adivina en las humildes casuchas que habitan los nativos y, contra todo -puedo corroborarlo-, el territorio que habitan bien podría ser una suerte de paraíso.

Sirviéndose de efectivas imágenes premonitorias (recreación del pensamiento), y trazando un proceso que se repite a diario con más aire de agudización que de posible cambio, con <<CHOCÓ>>, el director Hinestroza convoca a la mujer a despertar porque, en última instancia, es ella la que ha elegido y, por lo tanto, es ella la que se debe liberar.

La manera planteada aquí (incluso en su crítica a lo religioso), es un tanto extrema, pero, puede ser vista -sin más- como una forma memorable de decirle, y demostrarle al hombre subyugador que ¡la esclavitud ya se acabó!... y así es como debe ser.

Bien por Karen Hinestroza (Chocó), tomando la rienda de una historia que exalta a la mujer de empuje… mientras sutilmente se cuestiona a las que se prestan, cada día, para fomentar el atraso y la subvaloración. También necesario mencionar a Fabio Restrepo quien, con gracia y picardía representa a Ramiro, el paisa, símbolo del rol dominante y nocivo que, en aquella zona, juegan ciertos individuos que se proponen preservar los tiempos de la colonia.