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Rebelión a bordo

Aventuras En 1787, el Bounty zarpa del puerto de Portsmouth con destino a Tahití para cargar el fruto del árbol del pan. El capitán Bligh, que desea llegar cuanto antes a la isla, impone una férrea disciplina a bordo. Cuando llegan, la tripulación se encuentra con un auténtico paraíso que nada tiene que ver con el infierno vivido durante el viaje. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
13 de marzo de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Rebelión a bordo” (Mutiny on the Bounty) es el título de la novela de 1932 de Charles Nordhoff (1887-1947) y James Norman Hall (1887-1951), basada en la historia real del barco Bounty y su tripulación en 1789, comandado por William Bligh. Es uno de esos filmes que aguantan el paso del tiempo. En él se narra la historia de un viaje en barco a la búsqueda del árbol del pan en Taití para llevarlo a Jamaica. El barco está regentado por el capitán Bligh (Trevor Howard) que dirige con mano de hierro la embarcación, infligiendo numerosos castigos y vejaciones a la tripulación. Es un personaje autoritario, agriado en su carácter, hecho a sí mismo con esfuerzo y tesón y cuya disciplina le hace excederse en sus funciones de mando. Como contraparte, un teniente procedente de la nobleza, Fletcher Christian, culto, sensible, coqueto, tolerante protagonizado por Marlon Brando. Ya desde los inicios la antipatía entre ambos es manifiesta.

El barco fondea en Taití a recoger plantas del árbol del pan. El lugar es una especie de paraíso terrenal donde la marinería parece encontrar la felicidad y el solaz tras meses de travesía cruel y difícil por las condiciones del mando y los elementos naturales del mar. Y ya de vuelta a Jamaica, de nuevo los excesos y la tiranía del capitán Bligh llevan en un momento dado a una situación insostenible que desencadena un motín encabezado por el primer oficial Fletcher Christian, que decide echar al capitán y hacerse con el mando del buque con destino a ninguna parte, dada la gravedad de su acción. La película acaba trágicamente con la muerte del teniente.

Lewis Milestone no ha podido dirigir mejor esta película que tiene una fantástica fotografía, una bella música y una grandiosa interpretación tanto de Howard como de Brando, sin olvidar uno de los primeros papeles que borda igualmente Richard Harris en un componente de la tripulación. Igualmente, los actores secundarios hacen una armoniosa y dramática interpretación en la historia. En la película se ensalzan los valores del honor, el arrojo, la justicia, la piedad y tantos otros que se van perfilando en oposición a la tiranía, la intolerancia, la crueldad y la malignidad encarnada en el capitán Bligh.

Anoche la vi en TV tras docenas de veces vista. Es, pues, una película para ver muchas veces sin cansancio y en la que tanto la trama como la fotografía, los paisajes, el retrato de un mundo idílico (Tahití), la música y las impresionantes tomas de la navegación en momentos de gran dificultad cuando navegaban por el Cabo de Hornos, junto a las magistrales interpretaciones, hacen de “Rebelión a bordo” un clásico de la cinematografía de todos los tiempos.
Kikivall
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22 de mayo de 2011
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simplemente diré que hoy día es difícil poder degustar una película como esta, se la recomiendo a todo el mundo, que no asuste que sea de 1962 y basada en una película de 1935, que no de pereza las 3 horas que dura.

Esta película no tiene ninguna carencia y dudo que se pudiese hacer mejor hoy día, entre otras cosas porque los valores que encarna el primer oficial Christian Fletcher se perdieron ya hace un par de generaciones.

Lo mejor de todo es que la mayoría coincide que esta versión no supera la del 35, sin duda no tardare en verla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kampa120
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19 de abril de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película con magia. Te hace sentir que estás en la cubierta del BOUNTY soportando la capitán BLIGH y contando tus penas a tu amigo Christian...
Aventura, drama y momentos que te harán reír tras tantas tensiones vividas. Todo está en su sitio. Todo tiene su momento.
Magistrales interpretaciones de Marlon Brando Y Trevor Howard..EL resto de actores cumplen..Incluidos R.Harris y la que después fue mujer de M.Brando, Tarita.
Exteriores impresionantes, escenas imponentes y momentos inolvidables.
Son tres horas geniales de visionado que nunca olvidarás. Para mi, una película de 10 estropeada por un final precipitado y poco digno para esta obra maestra. Solo por eso no le doy un 10.
El 99% restante de la cinta, DISFRUTARLA.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
astoreth
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16 de agosto de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí esta película es espectacular y un ejemplo del mejor cine de palomitas que auna al mismo tiempo calidad cinematográfica con impacto visual por medio de una fotografía excelente. Las actuaciones, principalmente de Marlon Brando y Trevor Howard (capitán Bly), son de gran altura (este segundo hace un trabajo encomiable), un gran actor secundario desde mi punto de vista, no es Charles Laughton, indudablemente, y esto puede ser la causa más evidente que hacen a la versión de 1935 un poco superior, pero en lo que respecta al trabajo que hace este actor, insisto, es muy loable. Además Marlon Brando es el mejor actor de la historia y, sobre todo, el más carismático, quizá esta actuación se sitúe en la segunda etapa de su carrera, la de los años 60, en la que hace papeles más comerciales pero no por ello de peor calidad, los años 50 son los que encumbraron a Marlon Brando como el actor que sería considerado para siempre, y luego en su etapa de los 70 con el Padrino digamos que quedó inmortalizado con su papel de Vito Corleone y otros papeles memorables como en el último tango en parís, y en Apocalisy now. Otro excelente actor es Richard Harris (Cromwell, Un hombre llamda caballo y un largo etcétera, sin ir más lejos su papel como Marco Aurelio en Glaidator). En este film hace un papel secundario bastante relevante. Comparando ambas versiones, la de 1935 y ésta, me quedo con la que estamos analizando porque es una de mis películas favoritas, insisto en que Charles Laughton es uno de los mejores actores de la historia (incluso está infravalorado) pero es que este tipo de película con los medios que había en los años 60 hacía necesario realizar una nueva versión más centrada en el aspecto visual que en el dramático, que para eso ya está la antigua. Películas como Rebelión a bordo de 1962 ya no van a volver a ser rodadas jamás, así que es un placer para la vista pasarte una tarde de sábado viendo este peliculón. Imprescindible.
The Big Dipper
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11 de junio de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de aventuras marinas abordó en tres ocasiones la tragedia de “La Bounty”. La primera en 1935 dirigida por Frank Lloyd, seguramente la mejor versión, con Clark Gable y Charles Laughton, la de Roger Donaldson fue la última en 1984, con Mel Gibson y Anthony Hopkins y ésta de Lewis Mileston que si no es la mejor, al menos es la más espectacular y lujosa por el enorme presupuesto que la MGM invirtió en el proyecto. Basada en la trilogía novelesca de Charles Bernard Nordhoff y James Norman Hall, cuyos títulos son: “Rebelión a bordo”, “Hombres contra el mar” y “La revolución de Pitcairn”. La película comenzó dirigida por Carol Reed que al poco tiempo fue despedido por su mala relación con un caprichoso Marlon Brando que pretendía mejorar el argumento a su medida y lucimiento, pues era la estrella mejor pagada además de tener un porcentaje de la exhibición del film. La película era un ambicioso proyecto que pretendía competir en taquilla con la grandiosa “Lawrence de Arabia”.

Como gran cine de aventuras, el film posee la frescura y la implicación emotiva de lo mejor del género, manteniendo las coordenadas narrativas esenciales, el punto de partida es de un gran atractivo, el viaje es una prueba más de que la aventura es una cuestión de mirada. La alegría de contar sobre un horizonte sin límites, una historia coral de dramáticos conflictos humanos y de aguda reflexión existencialista. Estamos en diciembre de 1787, la flota de la marina Británica dominaba todos los mares del planeta y la Bounty se hace a la mar durante un largo viaje en el que encontrarán serias dificultades en alta mar, convirtiéndose en un calvario para la tripulación, antes de aprovisionarse en Tahití de semillas de árboles del pan para transportarlo a las Islas Occidentales, donde el fruto será utilizado como alimento barato para esclavos.

El punto de vista narrativo de “Rebelión a bordo” oscila entre dos personajes: el teniente de navío Fletcher Christian (Brando), segundo oficial de la Bounty, un marino noble y leal, partidario de motivar y ganarse el respeto de la tripulación mediante un trato justo y el capitán Blight (Trevor Howard), un canalla despiadado y cruel, un déspota que hace regir en el barco el “código de guerra” castigando injustamente a la tripulación que califica de “rufianes y piratas”, mientras se jacta en la forma, “no castigo por disciplina, sino para humillar”. Su ceño fruncido, su mirada inquisidora y perversa, su curvado torso, su cinismo lascivo y su provocación abyecta, su codicia (roba parte de la comida a su tripulación, falseando el libro de víveres, para “garantizarse” su porvenir), todo ello configura uno de los villanos más perversos de la Historia del cine.

Una película técnicamente perfecta, de fotografía, ambientación y grandes secundarios (Richard Harris), que tiene todos los ingredientes para disfrutar de un gran espectáculo, además de plantear reflexiones sobre la condición humana. Lo que cuenta, en el fondo, es una parábola bíblica sobre el bien y el mal, dada a través del enfrentamiento entre obediencia y desobediencia, por medio de los límites que separan la justicia de la injusticia, lo que se entiende por deber, y lo que se entiende por humanidad, una parábola sobre el poder ejercido desde la tiranía hasta la relatividad de la justicia humana, desde la enfermiza obsesión de un capitán hasta el inocente idealismo de un segundo oficial.
Antonio Morales
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