Los exiliados románticos

'Los exiliados románticos' es una de esas películas coñazo donde cada personaje habla en su idioma original y tienes que pasarte el rato leyendo subtítulos para no perderte nada de la conversación. En este caso, español, francés, italiano y alemán. Y mira que la mayoría los entiendo más o menos, pero aún así me resulta fastidioso.Son estúpidas moderneces para llamar la atención.

La peli refleja bien el sentir de buena parte de los hombres, mendigando amor aunque para ello tengan que viajar miles de kilómetros. Sin embargo, los personajes femeninos están encantados de haberse conocido a sí mismos. Mientras tanto, ellos intentan pasarlo lo mejor que su pesar les deje.

Viéndola, recordé una escena del documental "Cantábrico", donde una araña macho tiene que hacer unos esfuerzos increíbles para conquistar a la hembra, cazando un insecto y envolviéndolo luego para dárselo como regalo.

En general, me ha parecido una película triste. Como la vida misma.

Con una espontaneidad que impresiona, la película consigue llevar a cabo un acabadísimo retrato del concepto de juventud. La impulsividad, la ensoñación, el amor, el riesgo, el temor, la jovialidad... Todo queda representado de una forma aparentemente tan poco planeada que hace que nos sintamos partícipes del mismo espacio y tiempo; y nos contagia, como mágico efecto final, de la misma vitalidad que poseen sus personajes.

Pasión, frescura y ganas de homenajear un cine de un pasado cercano (el más identificativo sería Eric Rohmer), son algunas de las claves de está muy interesante película del joven Jonás Trueba. El amor, descabellado, inalcanzable, efímero y viajero, como esa furgoneta que lleva por las calles de París a sus tres protagonistas; aventureros en busca de un presente donde poder correr solos, que es como más rápido se alcanza, pero acompañado, donde más lejos se llega. Ingenioso en sus diálogos, la película tiene dos grandes escenas: la de la cena y la declaración de amor no correspondido de uno de los protagonistas. Las excelentes canciones de Tulsa hacen el resto.

Envuelto en un viaje de tres amigos, comienza la expedición veraniega de Vito, Francesco y Luis hacia lo esencial de sí mismos. Cada cual con sus peculiaridades y sus expectativas difusas, se complementan y encarnan distintas formas de vivir el amor: el platónico, el temeroso y el kamikaze.

‘Los exiliados románticos’, se presenta como una película rodada en 12 días, sobre la marcha, con un guión mínimamente esbozado. Hay que reconocer que tales premisas parecen anunciar una historia poco sólida y caprichosa. Misteriosa eso sí, porque no sabemos exactamente de qué trata (en un viaje de amigos puede pasar de todo o nada). Sin embargo, el desarrollo aparentemente despreocupado, las conversaciones y sus anotaciones (referencias literarias que no pueden faltar) anulan cualquier presunción de incoherencia o gratuidad. A la par que sus protagonistas avanzan en el camino, el espectador puede reconocerse en sus andanzas, tan cinematográficas como verídicas. La realidad y la ficción se mezclan: todos los personajes mantienen los nombres propios de sus actores, la furgoneta naranja pertenece realmente a la madre de Vito, y el tiempo está marcado estrictamente por las circunstancias. Elementos que aumentan el grado de autenticidad pero que sin embargo alimentan el enigma, pues no conocemos dónde termina lo real y dónde comienza lo inventado.

En contraposición a ‘Los Ilusos’, anterior trabajo de Jonás Trueba, ‘Los exiliados románticos’ cambia el gris por el color, el invierno deja paso al verano, y la rutina se transforma en aventura. Sus protagonistas bien podrían ser los mismos, en evolución, ya que el estancamiento vital genera la necesidad de iniciar una búsqueda. Además, Francesco Carril, Vito Sanz e Isabelle Stoffel repiten como actores, lo que ayuda a reforzar el vínculo entre ambas obras.

La música de Miren Iza (Tulsa) juega un papel clave y hace que la película fluya por cada uno de sus diferentes estados, hasta hacerla desembocar en el mejor final posible.

(Artículo completo en Novemagazine.es: http://novemagazine.es/los-exiliados-romanticos-tras-la-pista-del-corazon-itinerante/ )

lauracarneros.wordpress.com

Sinopsis: Tres amigos emprenden un viaje sin motivo aparente. Algunos podrían decir que se trata de quemar las últimas naves de la juventud mientras que otros hablarán de la decadencia del género masculino. Los exiliados románticos habla un poco de eso y de otras cosas no menos trascendentes, durante un trayecto largo y a la vez corto en el que los personajes van al encuentro de amores idílicos y a la vez efímeros, con la única misión de sorprenderse a sí mismos y de seguir sintiéndose vivos.

He llegado a disfrutar de este pequeño tesoro de película tanto como de la propia existencia de Jonás Trueba.

Una película tan viva como la necesidad que tenemos del amor, y de amar a la vida. Natural, cercana, fresca, real y apasionante; que da lugar (en el caso de que aceptes) a formar parte de ese viaje y a disfrutar de esa Francia.

La sutileza narrativa apoyada en una fotografía cuidadisima en cada uno de los planos, y una banda sonora que eleva el filme a un punto en el que el espectador queda atrapado desde el primer instante. Una muy interesante manera en la que Jonás relaciona la música y el cine.

Una concepción de cine que transcurre sin prisa, desprendiendo positivismo mediante reflexiones y conversaciones. Con un guión inteligente y unos diálogos auténticos.

Lo único que me falla de Los Exiliados Románticos, aparte de su escaso metraje (solo 70 minutos), es la interpretación femenina, al contrario que la masculina, ya que Vito Sanz y Francesco Carril bordan sus respectivos papeles.

Esta cinta me será difícil de olvidar junto a cada una de sus escenas. Esa furgo, esa carta y ese fascinante baño en el lago. Una película que me llega y que alimenta en gran medida mi arraigado amor al cine.