Crumb

Robert Crumb es un zángano al que le gustan los culos gordos y usar un bigotillo de lo más desagradable. Sin embargo su hermano Charles es un ídolo; era un genio incomprendido entre los genios incomprendidos; era un ángel de la creación al que la familia, esa típica y feliz familia americana, capó sus alas y dejándolo caer al infierno de las pastillas y la incomunicación. Alabemos a Charles, ejemplo de bondad, creatividad y sabiduría allá donde quiera que se encuentre.

Gracias a Terry Zwigoff por permitirnos conocerlo.

"Crumb" no es un documental al uso sobre una figura artística ascendente, la de Robert Crumb, mítico historietista del cómic underground americano, es algo más; es una obra sobre la inadaptación social y los límites del arte, que desprende tristeza, incomprensión y nos deja valiosos debates. Robert Crumb es el mejor parado de una familia hilarante, rota por una estricta educación puritana. Su personaje navega entre la ternura, un machismo atroz, la marginación, la locura, lo grotesco y la genialidad de una manera desconcertante.

Robert Crumb es el revolucionario del comic y, uno viendo sus dibujos y sus viñetas se da cuenta que algo muy particular ocurre en su cerebro..." VE EL MUNDO COMO ES ", sus peculiares personajes y sus ácidos comentarios provienen de la disfuncionalidad de una familia dispar, desde los hermanos ensombrecidos por la fama del hermano, hasta las hermanas que no quisieron salir en el fílm, la forma honesta, brutal y directa que Terry Zwigoff filma el dia a dia del personaje nos enseña que Robert Crumb es la principal caricatura que hizo de sí mismo, y desde él, nos refleja a todos nosotros, chocante por lo directa, no recomendable para personas susceptibles (sin llegar a ser porno) hay que tener cuidado con verla...un dia llegaremos a ver a las personas tal y como son, ó mujeres peludas que nos quieran tragar.

En verdad que no tenía la menor idea de la película, solo la puse y disfrute de las dos horas, la estrella fueron los dibujos de los grandes dibujantes Crumb, muchas veces durante la película tuve que poner pausa para ver y leer las historietas. De una familia disfuncional nacen los tres hermanos Crumb que aparecen en el documental, más dos hermanas que no quisieron aparecer. El documental nos muestra un arte transgresor, antisistema y anticultura, y la verdad bastante violento hacia la mujer en general. Me gustó y aprendí del mundo Underground de las tiras cómicas y de las revistas de cómics.

Reconozco que si algo no he sido nunca es un gran aficionado a los comics. Puede que la razón esté relacionada con que nunca pude acceder económicamente a ellos, si no, más bien, cuando tuve acceso a Internet y pude compartir archivos con un chico de Moldavia y otro de Armenia que, muy amables, me los escaneaban para que yo los leyese. Yo les envié la colección completa de "Super López" como muestra de agradecimiento, y para que conociesen parte de la voluptuosa cultura española.

Supongo que tenía cinco años cuando descubrí que los dibujos encadenados con texto en el que se desarrollan los diálogos y explicaciones contextuales, eran cómics. Lo descubría con Mafalda. Pese a que mi edad me pedía explorar esa forma simple de creatividad, decidí meter a Mafalda en un cajón e irme al parquecito que estaba cerca de la Iglesia Sagrado Corazón para jugar al fútbol (realmente lo que hacía era patear una lata de Fanta contra una de las paredes laterales de dicha Iglesia). Los yonkis que por allí estaban, parte del paisaje gallego de finales de los ochenta y principios de los noventa, me miraban con una expresión idiotizada que yo siempre traduje como una forma de expresar su sorpresa por verme ahí, sin ningún cómic en la mano.

Poco después llegó Mortadelo y Filemón, único cómic que he leído en mi vida con cierta frecuencia, aún hoy lo hago. Me hacían gracia los dibujos, los personajes pintorescos, las historias casi siempre cíclicas, el grado de represión sexual estaba sincronizado con la desmotivación propia de la edad que yo tenía y, también, el placer por la lectura fácil.
Con doce años recuerdo haber leído dos cómics de forma ocasional, sin insertarlos en mi rutina. Uno era Super López y otro El botones Sacarino, me hacía gracia su patetismo. En esta línea también leía 13 Rue del Percebe, la hiperdimensionalidad era algo apasionante en mi niñez. También recuerdo leer a Zipi y a Zape las veces que me iba a cortar el pelo en la barbería José Luis, amenizaba mi espera y me dio otro ejemplo que escribir aquí.

Después llegó la oscuridad y algún claro, nunca intenté leer los cómic de moda, de hecho, aún hoy, desconozco cuáles eran. Creo recordar a algún amigo mío con algún cómic de la “Bola de Dragón” que me provocaba mucha curiosidad, pero eran demasiado caros, teniendo en cuenta mi desinterés por el género, podría ser dinero malgastado.

(Sigo en el Spoiler por falta de espacio, no revelo nada)