Yalda, la noche del perdón

La actuación de la protagonista es genial que incluso se llega a ver en estado autista de lo nerviosa pues su vida depende del resultado de esa confrontación ante la audicencia televisiva.

La madre imponiendo su criterio, la hija del difunto de rostro severo y hasta un anciano que cojea repartiendo los canapés y refrescos a los demás, o el motociclista que se sube al capó del carro para exigir un perdón que es el símil de lo que la muer tiene que otorgar: el perdón. Son detalles que no pasan desapercibidos para el director.

Vale la pena ver esta película, pues son temas que no tenemos en nuestra cultura, como:

1- La Ley del Talión que debe morir quien asesinó, o el perdón del homicida a cambio de dinero.

2- También el matrimonio Temporal que como su nombre lo indica es solo por un período de tiempo sin derechos de herencia, pero si tienen hijos éste si puede ser heredero.

3- Finalmente el cortar las uñas y un mechón de cabello que serán pesados y su equivalencia en oro son donadas a las familias pobres.

Un programa de televisión iraní de máxima audiencia. Asisten como invitadas una joven acusada del asesinato de su marido, al parecer accidentalmente, condenada a pena de muerte, y la hija del muerto. En el seno del disparatado espectáculo televisivo, en el que intervienen desde sus casas millones de personas enviando mensajes con repercusión económica, la presunta asesina se verá liberada de la sentencia de muerte si la hija del difunto la perdona en antena. No desvelo nada. Todo esto lo sabemos a los dos o tres minutos de película. Y alrededor de este planteamiento transcurre la historia. Lo único que deseo es que los creadores de la televisión basura que nos inunda, tanto en España como en otros lugares, no tomen nota del bochornoso espectáculo. Claro que aquí no existe la pena de muerte; y la religión predominante y el sistema judicial vigente no admiten la conmutación de una pena de esta manera tan insólita -no será así para los iraníes-. Pero rápidamente se le da la vuelta al argumento y se busca una situación bochornosa semejante que sirva para distraer al personal. Ahora que pienso, cosas parecidas ya se han hecho en la televisión española (familias reñidas que hace siglos que no se ven y que se reencuentran para hacer las paces, se abrazan, lloran y se quieren mucho, y eso ante una enorme audiencia que llora al mismo tiempo con ellas..., sí, lo recuerdo), y en otros países imagino. Cuando viajas al extranjero (en la otra vida) y enciendes el televisor en el hotel para chafardear, sorprendentemente te encuentras con programas que ya se han hecho aquí, o que se emitirán en el futuro, aunque entonces no lo sepas. Los fenómenos de masas, telebasura en este caso, se importan y exportan a precios desorbitados para hacer las delicias de su público. No me gustaría ser elitista, y allá cada cual con lo suyo, pero con estos "productos" -de alguna forma hay que llamarlos- que circulan por ahí no me extraña que, por ejemplo, los resultados de las elecciones de ayer en la Comunidad de Madrid hayan sido los que han sido. ¡Vaya tela y vaya despropósito! Mejor que no me alargue con eso. Desde "Network" que no veía nada tan vejatorio sobre la televisión, o ahora mismo no lo recuerdo. Este sería a grandes rasgos uno de los temas del film.

El otro tema, ligado al anterior, se centra en la miseria e indignidad humana, que, amparada por una religión hipócrita, estricta e intolerante -tampoco debe ser así para algunos iraníes-, asiste a este acontecimiento tratando de explotar sus intereses particulares, ya sean económicos, comerciales o personales. Mucho taparse por fuera para esconder así la desvergüenza interior; hecho que deben soportar únicamente las mujeres, tan vejadas en ese mundo santo, lleno de oración y penitencia, protagonistas absolutas de la película. Vaya panorama que nos presenta esta coproducción franco-iraní, para echarse a temblar: la mezquindad humana que puede llegar a reinar alrededor de la decisión televisada de perdonar o no la vida a una persona. El programita tiene su miga.

De todo esto va esta Yalda (producción de 2019, estrenada ahora; ya sabemos cómo va la cartelera en estos tiempos de pandemia), inspirada en un hecho real parece ser. Una denuncia en toda regla de una vida en clave de reality show a la iraní, narrada de forma sencilla, clara y directa, sin pretensiones diría yo; solo la de mostrar ese indecente desaguisado que tiene a mujeres árabes como protagonistas, y solo en 89 minutos. No se recrea en subtramas superfluas, ni se reiteran secuencias de un guion sobredimensionado. Estamos ya tan acostumbrados a que las películas se alarguen gratuitamente, que esta duración parece ya de cortometraje. No recuerdo ahora quién hizo la comprobación, pero explicaba Woody Allen que si tomabas la duración de todas las películas de la historia del cine y hallabas la media, el resultado era de 90 minutos clavados. De ahí que sus películas tengan ese metraje; lo tiene así de calculado, 5 minutos más o menos arriba o abajo.

Me parece interesante este reality, y me causa estupor pensar que la vida que nos rodea se está convirtiendo cada vez más en un espectáculo de equivalente naturaleza, sobre todo en la esfera de lo público y de la índole que sea. ¡Hagamos de la vida un reality show! Esa es la consigna. Qué mal vamos.

Trata sobre una iraní que aparentemente ha matado a su marido, mucho más mayor que ella, de manera accidental y la acusan a pena de muerte. Solo sí la hija del hombre con el que se casó la perdona, en un programa de televisión de máxima audiencia, será salvada de la ejecución.
Una película que no me llegué a creer en ningún momento y eso que creo que la protagonista lo hace muy bien , pero no así el resto del elenco.
La película me peca de aburrida, además es bastante predecible y menos mal que es cortita porque si no...

Se denomina ‘’Yalda’’ a la noche más larga del año en la que se celebra la llegada del invierno y es uno de los festivales más antiguos de Irán. Es algo así como la navidad para los occidentales. La noche se celebra con diversas festividades y actos rituales. Las familias tienen por costumbre reunirse en casa para comer y festejar todos juntos. También es una noche para el perdón donde se deben reconocer los fallos y dejar ir los errores pasados para obtener un nuevo renacimiento personal. En este contexto se ubica la historia que el director iraní Massoud Bakhshi elige para desarrollar la trama de su última película.


El guion de Massoud Bakhshi adapta una historia real ocurrida en un reality show iraní llamado ‘’Luna de miel’’ que estuvo retransmitiéndose más de doce años. En el programa se decidía en directo la suerte que debía correr un condenado a muerte por asesinato, reuniendo en el mismo espacio a algún familiar de la víctima y al condenado para ver si el primero le otorgaba al segundo el perdón que lo libraría de la muerte. Todo era retransmitido en directo convirtiendo al espectador en un juez capaz de restar o sumar importancia a la vida del reo según la presunta gravedad de sus delitos, transformando de este modo a la muerte de un ser humano en un espectáculo monetizado en el que el propio perdón o la humanidad que se esconde tras este acto dejaba de tener importancia y se sustituía por el morbo. Además, la familia de la víctima recibía una compensación económica tras perdonar al reo demostrando que tras ese ‘’perdón’’ tenían una influencia mayor los intereses personales y no era un acto de simple generosidad.


Bakhshi elige contar la historia de Maryam para criticar la manera que tienen los medios de comunicación de explotar las tragedias personales y también para denunciar la situación de la mujer en su país. La cinta nos presenta a Maryam, una joven de 22 años que ha sido condenada por asesinar a su marido. Para evitar la pena capital y no ser colgada deberá acudir a un reality show donde tienen previsto reunirla con Mona (la hija de su esposo fallecido). El conflicto de clases es otro de los temas que el director irania disecciona y muestra sin ningún tipo de pudor. Tanto Maryam como Mona son dos mujeres que han sido víctimas del machismo y la misoginia que marca las leyes en Irán, donde las mujeres apenas pueden decidir por sí mismas y dependen siempre de la aprobación masculina. Sin embargo, averiguamos rápidamente que no están al mismo nivel. Mientras Maryam viene de una familia muy humilde que se quedó sin sustento al fallecer su padre y dependía por completo de la solidaridad del jefe del fallecido, Mona es de clase alta y desprecia profundamente que una chica como Maryam (pobre y sin estudios) contrajera matrimonio con alguien de clase alta como su padre. Como única heredera de su padre, la mera existencia de Maryam y de los hijos que esta pudiera tener con su padre ponían en peligro su seguridad y estabilidad futuras. Aparte del conflicto de clases, hay motivos mucho más profundos por los que Mona detesta a Maryam aunque eso lo iremos descubriendo poco a poco. Existe algo mucho más profundo que las separa. El perdón. Maryam insiste en que la muerte de su padre fue accidental pero Mona no puede olvidar que esta no lo socorrió en un tiempo crucial en el que podría haberle salvado la vida. Ambas están en la cuerda floja y necesitan aceptar ese perdón que les propone el reality aunque aceptarlo signifique abandonar su dignidad y la verdad en la que las dos han decidido creer.


Pese a lo sometidas que están ambas mujeres, al espectador le resulta inevitable no ponerse del lado de Maryam dada su condición social y la frialdad y la maldad que parecen cegar al personaje de Mona. El matrimonio nunca entro en los planes de Maryam y fue su madre la que la empujo a casarse con un hombre que le doblaba la edad y que le ofreció una unión indigna a través de un matrimonio temporal (una práctica muy común en Irán) en el que se le prohibía tener descendencia. Desde el principio recibió un trato vejatorio de la hija de su esposo solo por su condición social e incluso esta intento forzarla a abortar cuando quedo embarazada.


De esta manera Bakhshi nos expone lo injusta y cruel que es la sociedad irania con las mujeres. A su vez también critica la ley, una ley que sigue basándose en el ‘’ojo por ojo’’ y en la que las penas de muerte pueden decidirse a través de la de venganza o las decisiones personales de alguien. Como decía al inicio, la critica a los medios de comunicación está latente desde el primer minuto. Hasta al presentador del reality le da igual la suerte que corra la condenada a muerte. Lo único que realmente le importa es aumentar el rating del programa y crear una falsa sensación de humanidad fruto de forzar a dos personas que no desean perdonar ni ser perdonadas.


‘’Yalda, la noche del perdón’’ tiene una duración de unos 89 minutos que hace que su visionado no sea demasiado pesado. El elenco mayoritariamente formado por actrices consigue transmitirnos todas las emociones y sentimientos tan complicados que experimentan las dos protagonistas. Por un lado, tenemos a Sadaf Asgari que lleva prácticamente todo el peso de la película de una forma notable y por otro lado podemos disfrutar de la actuación fría y brutal de la veterana actriz Behnaz Jafari quien funciona como némesis perfecta del personaje de Sadaf.


‘’Yalda, la noche del perdón’’ no solo es un film reivindicativo que expone sin tapujos las miserias de un país. También es una cinta necesaria. Muy recomendable. La podéis encontrar en la plataforma ‘’Filmin’’. Su visionado no os dejara indiferentes.


Sigo en spoilers por falta de espacio.

El problema que tienen estas películas tan "exóticas" es que el exotismo esconde o mejor dicho, no nos permite apreciar, la calidad desde el punto de vista cinematográfico. Es decir, una cosa es lo que pretende contar y otra muy distinta cómo lo cuenta.
La producción es muy cortita de ideas y de recursos, Quitando las imágenes del principio el resto resulta pobre y anodino y, además, termina uno cansándose de tanto pañuelo. ¡Qué hartazgo!
Tampoco está claro si es proiraní o contrairaní. Desde luego la sociedad iraní no sale a mi juicio muy bien parada. Con su pan se lo coman.
La dirección es muy torpe, vulgar y carente de ideas, Todo resulta atropellado y ruidoso. Demasiados gritos y chillidos. A lo que hay que añadir la falta de ritmo y una deficiente dirección de actores.
La exotica historia más original no puede ser pero se quedó en la superficie. Demasiado neutral y sin ganas de profundizar ni de escarbar en la justicia, en la religión, el Derecho, en las costumbres, etc. Se quedó en algo así como si fuera un chiste ocurrente.
Los protagonistas estuvieron razonablemente bien teniendo en cuenta que la que no estaba callada es porque estaba compunginda, gritando o chillando. En cualquier caso son unas interpretaciones muy reiteradas y repetitivas a lo largo de toda la película. Es curioso cómo este tipo de interpretaciones, tan extremas que las hace cualquiera, llaman la atención y se califican de excepcionales. ¡Puf!
Desde luego no es para verla dos veces.