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12 años de esclavitud

Drama Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro que vivía con su familia en Nueva York. Tras tomar una copa con dos hombres, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en una plantación de Louisiana. Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia y a la desesperación. Pero él decide no rendirse y esperar a que llegue el ... [+]
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Críticas 309
Críticas ordenadas por utilidad
5 de junio de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Ya vista!, ¡ya vista!, cientos y cientos de veces. Hasta parece a veces una película de sobremesa del domingo. Efectista y no aporta nada al género. La abominación que supone la esclavitud: ¡ya estábamos convencidos!. Lo malos, perversos, y paranoicos que eran los esclavistas: ¡ya lo sabíamos!. Como se mancilló a las personas de color: ¡ya lo conocíamos!. Hay que erradicar y rechazar cualquier forma de disponer así de otra persona: ¡ya lo rechazábamos!....
Fotografía preciosista: ¡ya hemos visto demasiadas envolviendo productos huecos!. Ambientación: ¡sí, no esta mal,pero...!. Alguna escena: ¡es lo mínimo!. Lo demás..., como en las tierras de labor, ¡manifiestamente mejorable! Por no suscitar interés, ni consigue que me surja interés por leer la obra original en que se inspira. Hace que uno añore no ya a Tarantino, sino incluso a Fleischer, Jewison o Spielberg, y no digamos ya a Mulligan, Parker, Haggis, Sturges, Eastwwod o Ford.
Su mayor aportación, sin duda, Lupita Nyong'o...
¿Otra cosa?...
juan albarran
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6 de junio de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Steve McQueen asume la ambición de dirigir una película que adapta el libro homónimo de un hombre negro libre de los Estados Unidos del siglo XIX que injustamente fue capturado como esclavo que pasó para diversos amos. El film es un duro drama humano muy bien realizado, casi como si el espectador fuese testimonio de los hechos. No escatima en extremas escenas de violencia física pero son más elocuentes por sus mensajes aquellas que aportan posicionamientos de los personajes con ciertos matices: no todos los amos blancos son malvados y los esclavos negros miran para otro lado para no vivir peor. Mención aparte merece el reparto de intérpretes, en que los secundarios también están bien trabajados. El protagonista, Chwetel Ejiofor, realiza una gran actuación que le postula al Oscar, al igual que el amo sádico pero enamorado de su esclava encarnado por Michael Fassbender (que vuelve a trabajar a las órdenes de McQueen tras "Hunger" y "Shame". Pero además, la revelación de Lupita N'Yongo como la sufrida esclava es muy destacable, como los personajes de Paul Dano como insensible amo o el de Brad Pitt que como productor, se reserva un papel que tiene un mensaje positivo. Así pues, estamos ante un emocionante película sobre los errores que cometieron los norteamericanos en materia de esclavitud, una de las favoritas para los próximos Oscar y uno de los títulos más importantes de esta temporada.
Josh Diaz
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9 de diciembre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas cuyo único motivo para existir es la recopilación indiscriminada de nominaciones y premios. Es un tipo de cine descarado en sus intenciones, prefabricado, excesivamente calculado y milimetrado para producir unas sensaciones y emociones que deberían surgir libremente del espectador. Extremely Loud and Incredibly Close (Stephen Daldry, 2011), The Help (Tate Taylor, 2011) o Precious (Lee Daniels, 2009), por ejemplo, formarían parte de ese grupo. Sin embargo, hay otros proyectos que originalmente no parecían encontrarse especialmente preocupados en ese aspecto, pero que han llegado a ser grandes, referentes y justamente valorados por la crítica. Es el caso de Unforgiven (Clint Eastwood, 1992), True Grit (Joel y Ethan Coen, 2010) o Good Night, and Good Luck (George Clooney, 2005). Películas que se hacen grandes, sin nacer pretendidamente grandes. 12 Years a Slave puede dar lugar a engaños por su reparto (Fassbender, Ejiofor, Giammatti, Cumberbatch, Pitt, Dano, etc), por su trailer o por su reconocimiento sin igual entre la crítica cinematográfica mundial. Incluso por algunos momentos excesivamente dramáticos de la cinta, tal vez. Pero si realmente tuviéramos que catalogar a la tercera película de Steve McQueen de alguna forma, sería apropiado utilizar el término Bigger Than Life para ello. Una producción que trata un tema espinoso como la esclavitud, uno más universal como la libertad y, desde luego, la superación personal del individuo ante la sociedad. Todo ello en un escenario histórico como es el Louisiana de 1850 en Estados Unidos. El sur, con todo lo que eso conlleva. En clara consonancia con films como Gone With the Wind (Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood, 1939), The Best Years of Our Lives (William Wyler, 1946) o Ben-Hur (William Wyler, 1959), 12 Years a Slave hace de la épica un arma potente que le asegura una mejor recepción, pues es un tipo de cine que se introduce en todos tus sentidos casi sin oposición. Es curioso, pues McQueen optó en sus dos propuestas anteriores, Hunger (2008) y Shame (2011), por un estilo más seco y realista, autolimitándose en el aspecto sonoro (que no en el visual) en pos de no interferir en demasía con la historia. Eran dos historias donde el detalle cobraba una importancia vital, con una visión clara y concisa del drama humano representado en su mismo protagonista, un siempre excelente Michael Fassbender. De hecho, a través del paso del actor alemán (aunque criado en Irlanda) por sus tres películas, podemos analizar con más exactitud la capacidad descriptiva y expositiva del director inglés. Recordemos que en Hunger se nos presenta a un hombre destrozado física y moralmente, al límite de sus fuerzas y en un estado mental deplorable por el machaque continuo al que es expuesto por parte de la policía, de la cárcel, recibiendo de golpe y porrazo todo el peso de la ley, de nuestra sociedad. En Shame, ese personaje ha conseguido escapar de su prisión física para quedar atrapado en una psicológica, pues las experiencias del pasado han marcado su destino de manera implacable y han transformado su dolor en insensibilidad. Un muerto viviente que vaga por las calles del descontento, de la decepción más absoluta. Finalmente llegamos a Fassbender en 12 Years a Slave, donde no es protagonista, pero sigue cultivando profundamente el mismo personaje. Actualmente, todo ese dolor e insensibilidad han cicatrizado, transformándolo en un tirano con ansias de venganza contra el mundo. No obstante, sus víctimas no son más que esclavos, papel que desempeñó en Hunger y Shame, recordemos, de diferente forma. El odio a si mismo y a su recuerdo es más grande incluso que su necesidad de revancha. Su castigo a si mismo, al tratarse de un ser insensibilizado, recae sobre otros "Fassbender". La única forma de sentir algo. Este es el personaje clave en las películas de McQueen.

El realizador inglés es un tipo listo que sabe jugar con todos los elementos que la cinematografía le ofrece. Para muestra ese par de planos donde unas escaleras o unas hélices de un barco, objetos inofensivos, modifican su significado natural debido al encuadre o a la posición de la cámara. La anticipación de la tragedia es tan importante como la desgracia en si misma. 12 Years a Slave es un film muy dramático, sensible y exhibicionista. Esto último no tiene porque ser necesariamente un defecto, salvo en algunas ocasiones contadas. Por ejemplo, es cierto que los latigazos te duelen como espectador, son desagradables, te hacen sentir mal porque lo único que puedes hacer es apartar la mirada de la pantalla, aunque eso no hará que desaparezcan. Aún así, a pesar de esos sangrientos primeros planos, personalmente me afectaban más los quejidos y lloros de las víctimas. Sus lágrimas cayendo al suelo. El fiero sonido de los latigazos. La carne muerta. Los ruegos de sus compañeros. Es decir, el sonido. La construcción sonora de esas escenas es un auténtico prodigio de organización y distribución, porque todas las teclas activadas funcionan. Y, lo que tiene más valor, de manera aparentemente natural. Evidentemente no es natural, pero su apariencia si lo es. Cuando McQueen opta por lo directo, crudo y descarnado, la película flota. Vive. Resuena. Es brutal. Cuando decide incluir la (por otra parte estupenda) banda sonora de Hans Zimmer, parece que nos estuviera "vendiendo" el drama. Como si no fuera suficiente con la dureza que vemos en pantalla y necesitásemos un estímulo dramático extra. Evidentemente no es así, y es por eso que el film bordea el tremendismo en algunas situaciones. Exhibe sus tristezas y calamidades en lugar de tan solo mostrarlas. Soy consciente de que esto no va a ser un gran problema para la mayoría (de hecho no lo está siendo para nada) pero, personalmente, me siento más atraído por una historia terrible que se narra mayoritariamente por el devenir de sus personajes, sin ayudas externas. Básicamente porque esta película no las necesita. .

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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19 de diciembre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde aquellos lejanos años setenta en que lloramos, nos indignamos y padecimos hasta las entrañas con el mandinga Kunta Kinte, la esclavitud practicada en Estados Unidos durante los siglos XVIII y XIX, han tenido distintas aproximaciones cinematográficas, unas más afortunadas que otras. Este "12 años de esclavitud" de ahora vuelve a incidir en los aspectos más lacerantes, en lo más dramático y doloroso de esta vergüenza para la humanidad. Pero mostrar las carnes desgarradas no es suficiente para calificar una película de obra maestra. Es una buena película, sin duda, pero no es la Biblia sobre la esclavitud, como algunos pretenden. A pesar de la tragedia en la que se basa, no deja de ser un cine puramente comercial.
Federico
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20 de diciembre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llamada a ser protagonista, y con merecimiento, ’12 años de esclavitud’ se percibe poco original ya que el racismo o el “cine de esclavitud” se desarrolla conforme a una estructura ya conocida que dificulta la sorpresa, el drama se ve ligeramente afectado ya que la cinematografía previa nos ha preparado. ‘El color púrpura’ (Steven Spielberg, 1985), ‘Criadas y señoras’ (Tate Taylor, 2011) o ‘El mayordomo’ (Lee Daniels, 2013) son parte de una lista con la cual comparte núcleo, pero que difiere por sus particularidades, aquellas que logran conformar un conjunto excepcional, bien manufacturado e interpretado.

Una de sus grandes particularidades viene de la mano de Steve McQueen, su director, quien le da el tono y pulso adecuado. Se muestra explícito pero no morboso, violento pero no demagogo, huye de la recreación vanidosa y en cambio muestra más de lo que ves. Un gran narración que exuda contexto, donde los fondos son parte protagonista, y los sentimientos de un ambiente, de una historia, se cuelan por todos y cada uno de los puntos del encuadre.

La trama narra como un hombre libre es capturado, vendido y tiranizado por la esclavitud y como su implacable compostura, no exenta de flaquezas, es indomable. Dos horas y cuarto en las que un potente Chiwetel Ejiofor se ve respaldado por una ristra de secundarios para nada superfluos. Cada aparición contribuye y aporta, destacando por orden de interpretación y protagonismo a Lupita Nyong’o (desoladora), Michael Fassbender (colérico), Benedict Cumberbatch (su última aparición es tremenda), Paul Dano (‘Prisioneros’ - Denis Villeneuve, 2013), Brad Pitt, Sarah Paulson, Paul Giamatti, etc., mención merecen todos.

El ritmo, al que el espectador más despistado podría tachar de lento, es un ejercicio magistral de pulso. La sensación de tensar un plano mediante la expansión de su duración, ligeramente más halla de lo que los estándares nos tienen acostumbrados, implica un impacto emocional, duro y directo, conecta. La fotografía luce en las sombras, y como todo el conjunto, contribuye en positivo. Como muestra entre otras, aquella secuencia en la que es apresado y donde la iluminación, las sombras, hablan por si solas.

’12 años de esclavitud’ es una buena historia magistralmente narrada, no juega a sorprender ni quiere, amparada frente y tras las cámaras se aleja del melodrama y la lágrima fácil, no da concesiones y aprieta hasta la consecución de un final catártico, redentor. Auténtico cine.

http://detenteencine.blogspot.com.es
Ki___wi
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