Sin City: Una dama por la que matar

Estaba convencido de haber visto la segunda parte de "Sin City" (2005), básicamente me sonaba el extraño careto de Mickey Rourke, pero luego una vez en acción no recordaba nada y eso que no haría demasiado tiempo desde que supuestamente la viera. El caso es que nueve años después regresamos con una mezcla de nuevos actores y viejos para la adaptación del cómic homónimo de Frank Miller, de la mano de Robert Rodríguez. Los muchos seguidores de esta franquicia se la han tomado mal y de hecho su recaudación ha sido bastante pobre, por debajo de lo presupuestado, 65 millones de dólares para ganar 39,4, lo que la dejó en la 122 más taquillera del mundo. Mal comienzo. Pero antes de seguir, aclaro que tampoco recuerdo gran cosa de la original, vamos casi nada quitando a Nancy (Jessica Alba). Así pues, es como si fuera una nueva.

Dicho esto, la película es un revoltijo zumbado, que acumula tópicos del cine negro de forma artificial y que cuando llega la acción es una chapuza lamentable. Las distintas tramas no van a ningún lado: Joseph Gordon-Levitt desprende clase pero su historia no tiene ningún sentido; Jessica Alba se dedica al baile y al final se la va la olla; Mickey Rourke pasa por ahí sin aportar nada; y el peor corte, el de Josh Brolin y Eva Green, increíble, bobalicón, engreído y pastiche total. Además, si obras como "Gilda" (1946) o "El cartero siempre llama dos veces" (1946) se han convertido en clásicos del cine negro es sobre todo por la gran belleza de sus actrices protagonistas. Pero Eva Green no es guapa ni sexy (tampoco Rosario Dawson y Juno Temple), lo que hace que su trame chirríe demasiado. En cambio sí lo son y mucho, Jessica Alba y Jamie Chung.

No es más de lo mismo (que hubiera sido un mínimo) porque el alcance y el calado de lo que se nos cuenta es inferior a la película del 2005. Todo suena a película ya vista antes y mejor. Los actores cumplen (hasta Lady Gaga aparece como creible) pero no se han exprimido las meninges en encontrar algo que esté en el argumento compensado con la (eso si) expectacular puesta en escena. Para gastarse un pastizal en cosas como estas más valdría que arriesgasen un poco.