Érase una fe

Érase dos parisinos que con unas bicicletas un tanto ridículas (por mucho que digan que al ir tumbado la espalda lo agradezca, la inseguridad y el esfuerzo máximo que tienen que hacer hasta para subir la cuesta más llana, no compensan con los beneficios anotómicos), dieron la vuelta al mundo en busca de los lugares más recónditos donde habitan minorías que comparten su misma fe, la fe católica.
Estos dos mendas, durante su año de aventuras y devoción, visitan lugares desde una pequeña isla dentro del Amazonas, dejado de la mano de Dios (por sarcástica que parezca la expresión), donde el cristianismo está totalmente permitido y tolerado (de hecho es la religión mayoritaria en Brasil), pero donde parece mentira que se haya podido evangelizar, al menos para los parisinos, a mi me deja indiferente. Hasta la China ‘’comunista’’, donde creer en Dios está casi prohibido, y si no se puede pensar libremente (es cierto que es la falta de libertad más triste y preocupante, como dice una de las personas que aparece en el film), difícilmente te podrás expresar libremente o actuar libremente. También visitaron Argelia donde hace 10 años fueron brutalmente asesinados siete monjes trapenses del monasterio de Nuestra Señora del Atlas en Tibhirine.
Lo que más me ha gustado es que es cierto que 2000 años después de la muerte de Cristo, se ha evangelizado en casi todos los lugares del mundo y que la fe, las creencias, se viven en parte de forma diferente en cada lugar, pero la base es la misma en todos lados. Por eso, los documentalistas afirman que se sienten en casa en todos los sitios que visitan.
Pero, en mi opinión, los argumentos que cada persona que es preguntada aporta sobre su fe, son muchas veces insuficientes o incluso absurdos, como la china que decía que su mayor ilusión esta vida era ver al Papa sin saber dar razones del por qué. O en la India, que muestran como algo bueno que los hindúes tomen a Cristo y la Virgen como dos de sus dioses más.
Lo cierto es que la película no me ha aportado mucho, vamos, que no ha sido de mi agrado. Esto se debe principalmente a que yo no tengo fe, por eso no la he sabido definir, terminaré con mi propia versión de la famosa frase de la Chus Lampreave en ‘’Mujeres al borde de un ataque de nervios’’: Ya me gustaría a mí creer, pero es que soy ateo.

Estas personas han deshonrado el prestigioso cine francés que tantas veces nos había emocionado. La idea de viajar por todo el mundo ya es ridícula, pero más aun si se trata de hacerlo por y para la fe y en unas bicicletas inestables. No comprendo como en el siglo XXI hay personas que siguen creyendo en Dios y en seres superiores, pero supongo que la gente debe creer en algo para justificar su existencia y su muerte.
Volviendo al tema de la película, considero que es aburrida, sosa y una muy mala elección a la hora de escoger una obra perteneciente al séptimo arte para sentarse a verla y disfrutar. Tampoco creo que sea una buena película aunque se vea desde la religión cristiana, pues no nos cuenta nada relevante sobre esta, solo vemos relatos de distintas personas que ni siquiera aportan motivos para apoyar la causa cristiana.
No creáis que aborrezco todas y cada una de las películas con contenido religioso, ni por asomo, hay joyas como la pasión de cristo o el príncipe de Egipto que merecen reconocimiento. Pero esta sin duda no.
En fin, no quiero añadir nada más sobre esta broma de mal gusto, me tope con ella por accidente y me dejo muy mal sabor de boca. Nota personal: 2