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Un extraño en mi vida

Drama. Romance Drama de infidelidad entre dos adultos cuyas respectivas parejas no les prestan mucha atención. El arquitecto Larry Coe, casado y con dos hijos, se siente atraído por Margaret Gault desde el momento en que la ve en la parada del autobús escolar. El hijo de Margaret es compañero del hijo menor de Larry. Margaret admira a Larry desde que vio en una revista la casa por la que le dieron un premio. Y también se siente atraída por él. La ... [+]
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
23 de julio de 2008
76 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Richard Quine, hizo sólo dos películas grandiosas, magistrales, de las que pueden considerarse "clásicos inolvidables", porque perdurarán por los siglos entre los filmes admirados y amados por los amantes del cine, una fue "El mundo de Suzie Wong" (Gran Bretaña) y esta que hoy nos ocupa "Un extraño en mi vida" o "Extraños cuando nos encontramos" (USA), ambas fechadas en el mismo año 1960, que por lo visto fue el gran año triunfal de Richard Quine, el año en el que llegó a la más alta cima de su arte, el año en que estuvo realmente rodeado de hadas, genios y musas buenas, que le ayudaron a realizar estos dos hitos cumbre y referencia en el séptimo arte.

"Strangers When We Meet" es excelente por muchas razones, pero sobre todo por dos tesis sobresalientes: 1) nos presenta de manera perfecta a la mujer en general cuando está pasando por la necesidad más imperante de ser tentada, pretendida, deseada. Porque si hay una necesidad verdaderamente femenina en toda mujer es la necesidad de ser deseada; 2) nos muestra con claridad que "si alguna vez llegas a conocer a un ser humano será un milagro" (palabras que le confiesa el personaje Larry Coe a su amigo el escritor Roger Altar).

Sin embargo una maravillosa película de amores como ésta fue echada a un lado y rara vez se la halla mencionada entre las auténticas obras maestras del cine. Los motivos pueden ser varios: Quine resultó valientemente agudo, demasiado, muy sincero y atrevido, en toda su dirección. Por ej. en uno de los primeros encuentros secretos entre los dos amantes, él brinda bastante encendido con las siguientes palabras: "Brindo por hacer el amor contigo". Y ella reacciona como es común en la generalidad de las mujeres, con retirada, con alejamiento, con noes, todos indicativos de que estaba deseando acercamiento, una acometida de él y en definitiva que se cumpliera el SÍ más pronfundo entre hombre y mujer en atracción. También, en una conversación, el arquitecto Larry Coe deja caer: "No me gusta el ejército a no ser por la gente que conoces", toda una declaración provocativa de honestidad anti institución militar, que no pudo sentar nada bien en muchos países donde se emitía esta película.

Impresionante la interpretación de la actriz Bárbara Rush (en su personaje de Eve, mujer de Larry Coe, el arquitecto), resulta inmejorable, nos conmueve, nos cautiva convincentemente; así como también el papel del escritor Roger Altar, interpretado por el actor Emie Kovacs, aquí sensacional,

Y por último, mencionar una curiosidad: en una escena entre los dos infieles conyugales ella le toca el hoyito de la barbilla a él a la par que le pregunta cómo hace para afeitárselo, con lo cual ese rasgo específico de la cara de Kirk Douglas es aprovechado para introducirse en el guión del personaje de la obra y hacer de ello una explicación que los espectadores no olvidarán jamás, dado que es característica específica del rostro de este grandísimo actor.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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21 de mayo de 2007
53 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores películas de Richard Quine, y quizá su obra maestra. Se trata de toda una reflexión de sentimientos que gira en torno al amor, al sexo, al deseo... Toda una temática atrevida para la época. Basada en la novela de Evan Hunter.

Lo primero a destacar yo creo que sería la pareja protagonista; Kirk Douglas y Kim Novack. Hacen una interpretación tan genial que hacen de sus personajes una pareja con una carga erótica tan intensa que nunca se sabe si se mueven realmente en el amor o están simplemente en el deseo. Y una vez más Quine sabe sacar el máximo partido de la fuerza interpretativa de Novack, de su belleza, y de su espalda, que siempre aparece desnuda en sus películas. Destacar también a los secundarios, principalmente a Walter Matthau, donde demuestra que es un verdadero actor que no se encasilló en la comedia, sino que también supo, como aquí, hacer de “malo”, en un personaje serio.

Tiene un protagonismo especial la casa. Estamos ante una historia que dura lo que dura la construcción de esa casa. Digamos que es como un elemento simbólico en el que situar la extraña historia de amor de los protagonistas.

Es una película que muestra ese talento especial para retratar la relación entre las personas, para retratar esa complejidad de los sentimientos. Y esto se debe a la maestría del guión y de la dirección. Estamos realmente ante una gran película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Oscar
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17 de noviembre de 2007
33 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué se puede hacer con la gelidez estatuaria de Kim Novak? Richard Quine nos da la respuesta en este maravilloso melodrama pasional, que parece tocado de un halo mágico. Unas vidas que nos anuncian los hechos cotidianos y monótonos de cualquier pequeña ciudad norteamericana. Una situación matrimonial, la de la protagonista, lo suficientemente delirante, para que, ante una nueva ilusión, que se le presenta de manos de Kirk Douglas, acepte convertirse en adúltera. Ambos parecen dispuestos a renunciar a su rutinario mundo. Y hay un final impagable, en el que Kim Novak logra estar más conmovedora que nunca. Quine la adora. Y Novak da lo mejor de sí misma. Se entrega de lleno a este tortuoso Love Story mientras su director se retuerce de desesperación por los rincones. ¡Tanto la ama que la odia! Y así, para su aventura, en este film, no hay más que desilusión y desesperanza. ¡Pero es preciosa! Kim Novak refulge ante el blanco teléfono, mientras declara su amor a Douglas. La música de George Dunning ¡genial!
pablo garcia del pino
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25 de enero de 2007
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque rara vez aparece en las listas de mejores películas, por desconocida, es una pena, pues se trata de un excepcional largometraje del director Richard Quine, de título "Strangers when we meet" traducida en España como "Un extraño en mi vida"

Hace unos años, en una noche de insomnio, tuve la suerte de encender el televisor y encontrarme con esta maravilla de película, de actores, de guión...

El centro del relato lo constituye una extraordinaria historia de amor entre Larry (Kirk Douglas) y Maggie (Kim Novak), dos seres que se buscan, que se necesitan irremediablemente, que sufren por su amor (ambos están casados) y que dejan secuencias para la posteridad del cine.

No se la pierdan (Aunque resulta difícil de encontrar).
Isabel
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10 de febrero de 2009
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa película, con una magnífica pareja protagonista, técnicamente intachable, muy avanzada en sus disquisiciones morales. Tanto es así que en España no se estrena hasta 4 años después, por problemas con la censura.

Evan Hunter, basándose en su propia novela, firma un guión redondo. La temática que plantea no es fácil, pues además de una complicada relación sentimental, que inevitablemente acarreará consecuencias, está el proceso de creación de una obra (un libro o una casa pretendidamente excepcional) ¿Cómo discernir la línea que separa el deseo del deber y la responsabilidad?
Todo está salpicado de pequeños detalles y símbolos, el más evidente es el paralelismo entre la construcción de la casa y el alumbramiento de la llama de la pasión, creciendo ambos al mismo ritmo.

Se mantiene siempre el pulso narrativo, rodeado de una atmósfera elegante. Está rodada con gran precisión, con unos medidos encuadres y una portentosa utilización del scope, aprovechando un estilizado uso de una variada paleta de colores. Se potencia siempre la figura de una bellísima Kim Novak, de la que Richard Quine estuvo enamorado (obteniendo al parecer reiteradas calabazas). Se dice, incluso, que escribió escenas exclusivamente para ella, como la de la playa y en aquella en la que intenta seducir a su marido en la que aparece especialmente sensual.
Aparte de la deslumbrante pareja protagonista (¡qué grandes ambos!) los secundarios están en estado de gracia. Con pequeñas pinceladas los describe de tal manera que los conocemos al instante. Walter Matthau para recordar. Ernie Kovacks, absolutamente creíble y metido en su papel de “play-boy”, pero hueco e inseguro. Estupenda Barbara Rush en su papel de abnegada esposa y ama de casa, siempre elegante.

Posiblemente, la mejor película de Richard Quine y con toda seguridad una de las cumbres de su carrera profesional.

En definitiva, una bellísima película, con una historia de amor entre dos personas adultas sin convencionalismos. Elegante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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