Haz click aquí para copiar la URL

Tokio Blues

Romance. Drama Adaptación de la prestigiosa novela homónima de Murakami. La historia comienza cuando un hombre llamado Toru Watanabe escucha la canción de los Beatles "Norwegian Wood" mientras aterriza en el aeropuerto de Hamburgo, lo que le hace retroceder a su juventud y al turbulento Tokio de la década de los 60. (FILMAFFINITY)
1 2 3 4 5 6 8 >>
Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
2 de marzo de 2011
39 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuve la suerte de verla este pasado fin de semana en el cine en pantalla enorme y todavía no tengo claro lo que me pareció. Las memorias del libro son una losa pesada pese a haberlo leído hace mucho tiempo. Como esperaba de este director al que admiro la mayoría de las veces, es una película exquisitamente rodada, con una cinematografía exhuberante, milimétrica, hermosísima, pero quizá el guión resulta algo esquemático y las elipsis a veces son más bien agujeros, ya que los personajes avanzan a saltos en lugar de hacerlo paulatina y orgánicamente; pese a tales carencias del guión, Tran Anh Hung consigue construir una atmósfera muy nostálgica, que es quizá lo más notable del propio libro, pero las emociones de los protagonistas quedan algo escondidas detrás de tanta planificación y atrezo.
Me ha gustado, pero no me ha enamorado, como sí lo hizo la novela.
Desartico
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9 de junio de 2011
40 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llego del cine con la sensación de haber tirado el dinero. Para empezar se saltan que Watanabe cuenta su historia cuando ya tiene treinta y pico años. La historia tal como sucede en la película podría durar mucho menos y que decir que la canción que da título al libro y película no aparece más que dos veces en toda la película, sin explicar nada de ella, y lo mucho que gusta a Naoko.

Bien es cierto que el doblaje le hace un flaco favor, pero además la historia tiene huecos. Se pasan trozos con simples fotografías sin explicar nada. La historia de Reiko directamente no aparece, ni lo buena pianista que era antes de aprender guitarra, ni porque está allí, ni porque tiene tanto miedo a dejar el sitio, ni nada de nada. El sexo tiene más metraje que el resto de la película. Y por lo menos para mí, el significado del sexo dista mucho de lo que significa en el libro. Pero lo peor de todo no es que sea una mala adaptación, que lo es. Sino que es una mala película donde no se explica nada, Es pretenciosa, carente de ritmo, y pareciera que hubiera sido adaptada y rodada despues de que al director lo dejaran a medias de un polvo.
inovercy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de mayo de 2011
25 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guardamos un concepto de los japoneses bastante definido, hasta el punto que los consideramos la antítesis de nuestra gracia y salero mediterráneos. Sólo han hecho falta las últimas imágenes del trágico tsunami para reafirmar nuestras nociones. Los nipones se nos antojan cerrados, de sentimiento contenido, introvertidos. Muy suyos. De ahí que las películas asiáticas, y especialmente los romances, nos resulten fríos, demasiado asépticos para nuestros estándares de pasión desenfrenada. Tokio blues no es una excepción, a pesar de que adapte una novela tan poco gélida como el best-seller de Murakami.

Sin duda, el conflicto interior de Watanabe, el atormentado protagonista de Tokio blues, daba para un buen drama romántico que habría hecho las delicias de cualquier director occidental. De hecho, si no fuera por los nombres y las referencias japonesas sería difícil adivinar la procedencia del autor de la novela. Murakami nos desmontaba tópicos culturales con su escritura sensible e intimista, con cuyos personajes resultaba muy fácil empatizar. Con el traslado a la pantalla de su libro no ocurre lo mismo, bien por la inexpresividad que suelen desprender los actores japoneses, o más bien porque el guión se ocupa bien poco de contextualizar sus temores.

La elección de centrar la mirada exclusivamente en los dos amantes era arriesgada y yo diría que desafortunada. Sin acceso a los pensamientos del protagonista iba a resultar muy complicado reflejar en pantalla sus motivaciones. Y es que aunque la novela esté narrada con una gran sensibilidad, la historia de amor está marcada por los silencios y por la distancia. En imágenes, la relación entre Watanabe y Naoko iba a parecer un romance a la japonesa, tan extraño y desapasionado para el espectador occidental.

A pesar de todo, puede que se echen de menos frases que encojan el corazón de los más sensibles. O caricias y besos de película que nos convenzan de que esta historia de amor es tan válida como cualquier otra. Pero el director ha suplido la ausencia de esa pasión a la que nos ha malacostumbrado Hollywood con una puesta en escena que destila emotividad y belleza. Quizá los japoneses no sepan exteriorizar sus sentimientos pero desde luego, tal como demuestra Tokio blues, se las ingenian para expresarlos con formas menos convencionales y mucho más complejas.
polvidal
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6 de mayo de 2011
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
No imagino qué puede sentir quien no leyó antes el libro; sin él creo que esta película no funciona. Murakami escribe cinematográficamente, sobretodo en sus efectivos finales, por eso el paisaje humano y geográfico de la película me resultaron familiares. Esta vez, tuve la rara sensación de que estaba conociendo a personas que alguna vez existieron antes de que Murakami las describiese en su libro. Lo mismo me pasó cuando llegué a Venecia, París o al Guernica, después de haberlos conocido por películas, fotos y libros. Los acepté con su olor, sus rincones sucios, sus novedades, sus descuidados goteos de pintura; eran así y me gustaron más que antes. Temía que "occidentalizasen" la historia, y que a los amantes les hicieran decir y hacer estupideces: arrodillarse para pedir la mano, gritar por una ventana, decir que quieren levantarse todos los días con..., envejecer juntos, etc., todo "made in" y que lamentablemente, el colonizado cine y series españoles, con alguna excepción, imitan y empeoran, haciendo una mala copia de esa mala copia de la realidad. Como admirador de japoneses: Oshima, Kurosawa, Hiroshi Inagaki, Imamura, etc. y directores chinos, vietnamitas, coreanos, turcos tengo un aprecio especial por esa lentitud narrativa que a algunos les parece excesiva. (No estoy comparando esta película con las de los mencionados directores ni a Murakami con Mishima o Kenzaburo Oé)
Lo que sea ese casi inmovilismo estético japonés u oriental es la concentración en disfrutar lo que sienten y en comunicárselo a su par, sin sobreactuaciones para sí mismo o su pareja, en el caso del amor. Ellos se toman su tiempo para no perderse un solo cosquilleo, un solo estremecimiento, un solo centímetro de cuerpo y pasión.
El orgasmo más sentido, el que te cambia hasta el olor de la piel en un instante, no es el más gritado; suele ser el más suspirado, respirado, transpirado, mirado, llorado. Se nota que Murakami, admirador y traductor al japonés de la obra de Raymond Carver (excelente escritor de historias despojadas de superfluos), ha amado y desamado, en japonés y el director lo ha contado en vietnamita francés.
Ralberl
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
30 de abril de 2011
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enfrentarse a Tokio Blues es enfrentarse a un dilema. No es del todo una película de Tran Anh Hung, en tanto que no tiene nada que ver con El olor de la papaya verde o la sublime Pleno verano, sino que guarda más similitudes con el encargo profesional que con un verdadero deseo comunicante.

No es tampoco la adaptación definitiva de un libro, sino más bien un homenaje a un texto que les pesa a todos en la memoria como algo imposible de traspasar. Homenaje a un libro, y homenaje también a un cierto estado de ánimo que puedan dejar las palabras de Haruki Murakami, frente a una película que queda a medio esculpir.

El dilema de Tokio Blues es el irreconciliable dilema de las imágenes frente a las palabras. Las palabras pesan, es cierto. Su director rueda más bajo la mirada condescendiente de quienes esperan encontrar la traslación cinematográfica de las sensaciones que provocó un texto que para quien espera encontrar una película. Se trata de una obra que acaba remitiendo a otra, y no una obra con un alma interior propia.

El dilema de las imágenes frente a las palabras ha hecho que la historia de un amor de juventud, un amor eterno, acabe convertido en una simple historia adolescente encarnada por hermosos modelos y engañada a sí misma bajo el sabor cool de lo diferente. Donde debería existir la afectación por un amor impetuoso que nace como forma de rebelarse ante la muerte de los seres cercanos y ante un mundo quebrado en proceso de cambio, Tran Anh Hung filma hermosas escenas que respiran sexo pero que nunca transpiran el verdadero dolor de sus personajes.

La película por tanto terminará viviendo de momentos aislados, de aquellos instantes en que se siente lo suficientemente valiente para contarse a sí misma a través de la pureza de sus planos, de convertir la prosa del texto original en pura poesía visual, de dejar que sea la música la verdadera voz en off de la historia y de permitirnos bucear en la belleza de las imágenes aunque no funcionen por sí mismas como historia.

Funcionan como ensimismado homenaje a otra historia, una que dependía sólo de sí misma y que nunca tuvo que lidiar con el dilema de las imágenes frente a las palabras. Construyó las primeras a partir de las segundas. La libertad que tuvo Murakami escribiendo es exactamente la misma que no tuvo Tran Anh Hung filmando, acostumbrado a hacer un cine que siempre gritó libertad. Esa contradicción, y ninguna otra, es la que sella los labios de los actores de Tokio Blues y los condena al silencio.
Sibelius
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 6 8 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow