Buenos Aires 100 km

El cine argentino continúa sin estancarse en algún tema o género, se enriquece gracias al trabajo y preocupación de los creativos por entregar en cada trama algo diferente y con calidad, factores primordiales para admirar en muchos casos el óptimo resultado de algunas cintas, y reitera la casta sin intimidarse ante la competencia y encontrando recintos discretos para su proyección. Para Buenos Aires 100 Km el tiempo de exhibición fue un tanto tardado pero salta directo de la Muestra Internacional de Cine a canal 22, en una noche de viernes dedicada al cine hispanoamericano.

Después de muchas películas que tocan temas con juventud descontrolada por sexo, drogas, antros y alcohol, José Meza decide probar con púberes de provincia y otro tipo de quejas a las ya mencionadas y comunes en muchos hogares, donde los hijos de familia son enfrentados a la incomprensión, intolerancia, burla y engaño, que encaran de manera sutil lo que les aqueja, ya sea con una plática, el juego, la riña o la fiesta. Cinco jóvenes en una pequeña comunidad en la que todo se sabe y esas verdades se convierten en rumores incómodos, donde los padres en muchas ocasiones son los que generan y quienes no están dispuestos a rectificar.

Película que si bien su nota no refleja algo extraordinario, sí encuentra una categoría apropiada y que para nada es desdeñable. Interesante.

La lámpara de dibujo, el tablero con su regla T, la carpeta en la cual escribe su libro uno de los chicos, el barrio con sus casitas grises, son todos elementos calcados de la realidad. Yo viví en un pueblo como el de esta película, a menos de 100 kms. de Buenos Aires.
La escena del comienzo también está bien lograda.
Digamos que esta película me ha hecho recordar mi niñez y comienzo de la adolescencia en el lugar en que viví, por todos los elementos que el Director ha utilizado.
El argumento se centra en la simpleza de la vida de cinco amigos en un pueblo, en donde hay secretos y descubrimientos que se van develando de a poco, y que aportan un mayor peso a la obra.
Ellos se juntan todos los días para pasar el rato, jugar al fútbol y sobrellevar la monotonía del lugar.
Cada uno tiene su familia, su rutina, y su pequeño lugar en un sitio como este, que ya les está quedando chico.
Buenos Aires entonces es el más allá, donde ocurren las cosas interesantes y divertidas.

Se deja ver, sin pretensiones. Sigo sin entender como el cine argentino genera películas con guiones muy buenos, pero con climas oscuros, y personajes poco queribles ó vistosos que hacen que las películas sean menos de lo que podrían llegar a ser.

No es la única película en la que veo que esto ocurre, por lo tanto podría tomarse como una forma de entender el cine en este país. Alguien me acaba de sugerir que probablemente la melancolía del argentino tenga algo que ver.

En un pueblo a cien kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, cinco niños de trece años que tienen su transición de la pubertad a la adolescencia. Los une la edad y la crisis de crecimiento, pero también su odio a su pueblo y el descontento por lo que han aprendido.

Es la historia de cinco adolescentes que viven el día a día en un pequeño pueblo a cien kilómetros de la capital, compartiendo sus sueños, sus inquietudes, sus problemas y secretos.

Juntos descubrirán nuevas sensaciones, experiencias vinculadas a la aparición del primer amor, el despertar sexual, la rebeldía ante el mandato paterno y todo aquello que implica el doloroso abandono de la niñez, y el ingreso a la adolescencia.

Los cinco chicos son parecidos, pero bien diferentes entre ellos. Guido es un chico que no estudia y trabaja con el padre; Esteban sus padres quieren que sea algo que él no quiere ser; Damián es adoptado y sus padres se lo ocultan; Matías duerme siempre afuera y nunca vemos a su familia; y finalmente Alejo, su madre siempre sale en las noches.

Secretos y chismes que todos en el pueblo comentan, pero que se mantienen en silencio. El silencio que interrumpirá los lazos de amistad entre los chicos de trece años. El último verano antes de ser adolescentes, un recurrente sentimiento diluye las situaciones de amistad y hermandad. El eterno deseo de vivir en un lugar mejor, de alejarse del “pueblo monótono”, donde los secretos abundan y las amistades pasan por sus momentos más frágiles.

Recibió nueve nominaciones a diferentes premios y festivales de cine, de los cuales gano cinco de ellos.

Fue nominada como mejor película de la “Asociación de Críticos Cinematográficos de Argentina”, del “Festival Internacional de Cine y T.V. de Cartagena de Indias, Colombia”, del “Festival de Gramado - Cinema Latino e Brasileiro, Brazil” y del “Festival International du Film de Marrakech, Morocco”.

En el “Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, España” fue galardonada con tres premios, mejor nuevo director, mejor guión original y premio especial del jurado. En el “Mostra de Cinema Llatinoamericà de Lleida, España” se gano dos premios, mejor película y mejor guión.

Estamos ante una historia como pocas, una historia de amistad de cinco muchachos; una historia que va a trasladar a muchos a su infancia, a recordar a sus amigos, las andanzas de la pandilla, los primeros amores y desamores, las primeras peleas, los primeros desengaños y desencuentros; una historia de cinco muchachos aislados y perdidos en un pueblo de mala muerte, donde nada hay que hacer, nada más que contar los chismes del vecino, y donde todo se sabe; una historia donde el simple hecho de pasar el tiempo ya es un triunfo para todos.

Pero es una pena que la película se quede en un mero intento de contar algo, un intento porque no cuaja en el espectador. Los personajes se van definiendo poco a poco, cada uno de una forma, manera y estilo, diferentes entre sí, pero con un nexo común: una amistad forzada a la fuerza debido a las circunstancias. Cada uno tiene lo suyo, lo asume y lo afronta. La película fluye sola, pero no logra transmitir la ilusión por recobrar la infancia y adolescencia de la que presumen los protagonistas. Tendrán vidas aburridas, pero les queda la inmensidad de una vida.

Se me queda floja, muy justita. Quizás un ritmo narrativo mas dinámico habría dado mas juego. Quizás otra vez será. Lo que si hay que destacar es la originalidad del guión, retrato de una sociedad donde las drogas y el alcohol en este caso brillan por su ausencia, y asistimos a una tierna infancia donde la inocencia pronto se habrá de perder, y todo ello gracias a estar a 100 km. de Buenos Aires.