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Rocco y sus hermanos

Drama Rosaria y sus cuatro hijos (Simone, Rocco, Ciro y Luca) abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí encuentran a Vincenzo, el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 62
Críticas ordenadas por nota
3 de mayo de 2006
95 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intenso y apasionado melodrama con ribetes de tragedia griega. Obra maestra de infinita belleza “Rocco y sus hermanos” es un film fundamental dentro de la filmografía de su autor que emerge como la esencia melodramática del mejor Visconti y como el punto de inflexión y cambio donde se unen pasado y futuro del cineasta milanés.
Rosaria (Katina Paxinou) y sus cuatro hijos, Simone, Rocco, Ciro y Luca abandonan su Lucania natal y emigran a Milán donde vive Vincenzo, el hijo mayor, en busca de una vida mejor. Poco a poco la gran ciudad ira socavando el núcleo familiar hasta destruirlo. Film con un trasfondo de fuerte carga social, bajo la sensible y operística dirección de Visconti se eleva desde planteamientos asentados en el neorrealismo hacia un melodrama realista, no por eso exento de poesía y de un intenso lirismo. Ambientada en los suburbios de la gran ciudad, los bajos fondos y el sórdido mundo del boxeo, en “Rocco y sus hermanos” encontramos algunos de los temas más queridos por Visconti, la figura de la madre, la degradación física y moral y la redención de la culpa, donde conceptos como amor, odio, pasión, violencia y muerte cobran de repente todo “su sentido” y se transforman en el hilo conductor del itinerario vital de unos personajes en busca de la redención. Imposible olvidar a Rocco -un espléndido Alain Delon, el único Rocco posible según Visconti- viva imagen de la renuncia, a Simone (Renato Salvatori) un perdedor nato y a Nadia (Annie Girardot) personaje sin futuro y solo una salida posible. El extraordinario guión, la soberbia dirección de actores y la inmortal y nostálgica música de Nino Rota hacen de este inmenso fresco que es “Rocco y sus hermanos” una de las obras maestras de Visconti y del CINE con mayúsculas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Harry Lime
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2 de marzo de 2007
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos hallamos ante una de las obras cumbre del neorrealismo italiano, mediante la cual Visconti radiografía el Milán de postguerra, a través de la llegada a la misma de una familia compuesta de una madre viuda con sus cinco hijos varones.
Cada uno de ellos se adaptará de distinta manera a los dificiles tiempos que corren por una Italia depauperada por la guerra, sobreviviendo a la situación con trabajo y esfuerzo, aunque la desesperante situación hace mella, de manera más o menos notoria, en los cinco jóvenes, obligados a madurar a pasos agigantados.
Visconti se aleja de toda concesión manierista, tan definitoria de su cine, con escenas de grandísima crudeza y crueldad, acrecentadas quizá por esa magnifica fotografía en blanco y negro y una excepcional banda sonora por parte de Nino Rota.
o0_oscar_0o
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17 de noviembre de 2007
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luchino Visconti no podía faltar a su cita con el neorrealismo. Dostoiewski está presente en su tratamiento dramático. Todo empieza con ese microcosmos tribal que conlleva la emigración, en este caso el de una familia siciliana, que lentamente se enfrenta a la nueva cultura urbana de un Milán hostil, frío y neblinoso. Empiezan los desarraigos. Una madre grandilocuente sujeta a su primitivismo, que trata de conservar los valores tradicionales de la familia. La intrusión de Nadia la prostituta que da lugar a una historia de amor tortuosa, y que desembocará en el crimen. Rocco es el resultado de una bondad irresponsable, dañina para todos. En especial para Nadia y Simone... Katina Paxinou, abandona las Américas y su inglés macarrónico. Visconti la convierte en Anna Magnani. Nace Annie Girardot. Su interpretación es antológica. Alain Delon parece el Myshkin de "El Idiota" de Dostoiewski (su papel es lúcido y conmovedor) y Renato Salvatori es Rogosin. Salvatori realiza el mejor ejercicio creativo del film. Degradado por su dependencia pasional hacia Nadia, hay en él una riqueza de detalles que van de la limpieza de su mirada a la más afilada dureza. Puede ser brutal, pero, tras la tragedia, su regreso nos pone la piel de gallina. Visconti nos extasía con el temblor de Salvatori. Ese Simone desvalido jamás podrá ser olvidado. Es mi actor preferido. Hubiésemos deseado más Viscontis con él. Sabemos que fue la película preferida del gran Luchino. ¡3 Hurras por ambos!
pablo garcia del pino
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4 de diciembre de 2007
34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama en la más alta acepción del término sobre la tormentosa relación entre dos hermanos con el trasfondo de la emigración rural de los años cincuenta y sesenta a las grandes ciudades. Una película emotiva, desgarradora, y a la vez un magnífico documento sobre una época.

La dirección de Visconti es magistral; la fotografía en blanco y negro de Giusepe Rotunno (más tarde colaborador de Fellini), majestuosa; y el guión –firmado por un montón de guionistas- tiene múltiples recovecos y matices, aunque tal vez acabe resultando demasiado largo. En cuanto a lo actores, todos ellos rayan a gran altura, en especial el trío protagonista.

Mientras que el personaje interpretado por una conmovedora Anne Giradot se debate –muy humanamente- entre la virtud y la abyección, entre el amor y un desencantado cinismo, los dos hermanos que llevan el peso de la historia se erigirán progresivamente en sendas polaridades del bien y del mal. Hasta el punto que el personaje de Rocco, interpretado por un bello e idealizado Delon, acaba resultando algo inverosímil (e irritante añadiría) en su bondad angelical. Lo cierto es que su carácter virtuoso con ribetes de mártir roza, por no decir que entra de lleno, en una suerte de estupidez, como se encargan de advertir –aunque por otros motivos- sus compañeras de trabajo en la lavandería. Pues aparte de su bondad excepcional, tal vez solo cierta falta de luces pueda explicar el empeño de Rocco en seguir apoyando y perdonando hasta el final a su egoísta hermano, como si este fuera un ángel caído y una victima de su falta de inteligencia y debilidad de carácter, en vez de un malvado.

En cualquier caso, esta telaraña de pasiones contradictorias y ciegas acabarán desbocándose finalmente como un tren sin frenos, en una suerte de inevitabilidad del destino que nos remite a la tragedia griega. A este respecto convendría recordar que “El destino está en el carácter” y también la plegaria del sabio: “Dame fuerzas para cambiar lo que está en mi mano, humildad para aceptar lo que no puedo cambiar, y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro”.
alex
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5 de diciembre de 2007
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un testimonio conmovedor que atraviesa los límites culturales y temporales como lo hacen todas las obras maestras. Una familia de campesinos se ve forzada a ir a la gran ciudad a probar fortuna: las desgracias empalman una con otra, pero en el fresco desgarrador de los conflictos sociales se desarrollan con notable precisión las consecuencias psicológicas del "trasvase" cultural, las carencias y los despropósitos de personajes indefensos ante un mundo de sobrecogedora complejidad.
En el generoso abanico de personajes, Rocco es un prototipo de hombre bueno por amor: de ahí la relación impresionante que tiene con su hermano irracional: las dos partes de un mismo ser, la entrega dislocada de una bondad a prueba de cualquier cosa, como un acto de amor absolutamente generoso, casi místico, por parte de quien se alimenta de la mera posibilidad de la felicidad del otro...
Aunque Visconti hizo muchas películas buenas después de esta, no logró superar la calidad de este "Rocco" en el que todos los elementos de la obra cinematográfica se aúnan a la perfección.
Mención aparte para sus estrellas, entonces jóvenes promesas: Alain Delon y Claudia Cardinale, con el protagónico más importante de toda la carrera del gran Renato Salvatori... y la fulgurante participación de Annie Girardot, ya entonces una primera figura. El veterano Paolo Stoppa y la griega Katina Paxinau dan cátedra.
horacio
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