1 Litre of Tears (Serie de TV)

Japón últimamente se caracteriza por una masiva creación de animes, los cuales son su punto fuerte en mostrar calidad cinematográfica, los doramas son todas las producciones como novelas, o series de dicho país que normalmente no tienen la calidad o popularidad de las series de anime, pero "1 Litre of Tears" es una de las pocas excepciones.
Excelentes interpretaciones, buen uso del sonido y un guion interesante, son algunas de sus virtudes, pero lo más importante de la serie es sin lugar a dudas el mensaje de "VIVIR", sentir lo más hermoso del mundo, pensar en un mañana, tener proyecciones, amar viviendo como un claro ejemplo de querer existir.
Solo hay que tener en cuenta que es excesivamente triste y hasta la persona más fría experimentara litros de lágrimas.

Es cruda, deprimente, triste y en ocasiones resulta hasta frustrante, y más aún si está basada en hechos reales. Te hace preguntarte "¿Por qué?" ¿por qué tiene que pasarle una cosa tan terrible a una niña de 15 años, con toda la vida por delante y llena de sueños?
Se trata de una serie de televisión con muy poco presupuesto (no dirigida a las masas), un guión sencillo pero muy profundo y reflexivo y un reparto efectivo que no brillante y que, al principio, puede dar la sensación de buscar emocionar de forma "facilona" al espectador por medio de una trama simple e irremediablemente caótica por medio del "diálogo fácil".
Y puede que en ocasiones sea así, pero no trata de eso, la historia aborda diversos temas de una forma profunda y que te hace pensar y reflexionar sobre muchos aspectos de la vida. Narra como Aya Ikeuchi, tras habérsele diagnosticado una enfermedad degenerativa incurable, se ve obligada a renunciar a sus sueños y poco a poco a todo de lo que podía disfrutar en su vida cotidiana, pero también aprende a valorar mucho mas las cosas que siguen estando con ella, como a su familia, que en todo momento la apoya y al complejo personaje de Haruto, con quien establece una relación muy profunda de principio a fin, un romance pero que no es romance, una extraña y gran historia de amor (que por cierto, esta muy bien desarrollada y sin la necesidad de mostrar escenas de sexo y ni si quiera contacto carnal y que es capaz de transmitir mucho más que las pasteladas que te puedes tragar hoy en día en la tv) pero que no puede concebirse en lo que ambos quieren debido a las barreras que le provoca la enfermedad y que, probablemente en otra vida, las cosas hubieran sido muy distintas. Existen también otros aspectos como la esperanza (falsa) que en todo momento esta presente en Aya, sus reflexiones, su lucha ante las dificultades, la nostalgia y la angustia que le provocan esos partidos de baloncesto que nunca más va a ser capaz de disfrutar, y la impotencia que siente al ver como la enfermedad le va comiendo poco a poco la vida y sin poder hacer nada más que plasmar sus sentimientos en un diario.
Creo que logra transmitir perfectamente lo que propone, nos enseña a que tenemos que valorar lo que tenemos ahora porque mañana ya no estará, a vivir al máximo cada día que pasa. Pero también nos dice que la vida es injusta y que a veces, inevitablemente, se ceba de manera muy cruel con gente que no lo merece, que el destino siempre tendrá un importante papel en nuestras vidas, pero que somos capaces de cambiar la forma en que nos afecta. Muy pocas veces (si no ninguna) he visto un producto televisivo capaz de transmitir este tipo de valores con tanta eficacia como lo hace éste. Es un claro ejemplo de que no es necesario gozar de un gran presupuesto para crear un potente y magnífico drama, aunque. por desgracia, sí es necesario para lograr darlo a conocer...
A nivel de reparto destacar el personaje de Haruto, muy bien interpretado por Ryo Nishikido, en mi opinión es el que hace el mejor papel. También, como no, el de Aya, en la que Erika Sawajiri, ante un papel tan complejo y difícil a veces da la sensación de no estar a la altura, pero se defiende perfectamente y en ocasiones lo borda. El resto de interpretaciones son normalitas y sobreactuación en algunos casos (el padre de Aya).
En definitiva, no es de 10, pero merece la pena verla y está muy lograda.

Muy triste y deprimente, como no podía ser de otra manera tratando el tema que trata. De todos modos, como desde el principio se sabe en qué consiste la enfermedad de la chica, ya estamos preparados para lo que va a venir y no resulta tan demoledor.

El impacto y admiración que produce la fuerza de voluntad de la protagonista, no obstante, es aún mayor que la lástima que pueda dar.

Yo, personalmente, no he llegado a llorar en ningún momento. Lo que me fastidia mucho es que he pasado peor los días siguientes a haberla visto al saber que está basada en un hecho real. Si una peli (serie, libro o lo que sea) de este tipo es totalmente ficticia quizá me emociona, me revuelve las tripas, me hace llorar o cualquier otra cosa, pero una vez termina ya está, se acabó. Sin embargo en estos casos me pongo malo de pensar en cómo debió de sufrir la chica. Me pasó lo mismo con Hachiko Monogatari, película que, por cierto, recomiendo.

La elección de la protagonista no podría ser mejor. Erika Sawajiri lo borda y es capaz de transmitir muchos detalles de un personaje bastante complejo que al mismo tiempo que aparenta estar bien, sufre lo indecible (y aparte es una preciosidad y le alegra a uno la vista, por qué no decirlo). El resto del reparto también está muy bien, aunque con algún altibajo. El padre de Aya no termina de convencerme y algún que otro secundario sobreactúa un poco, pero en líneas generales todos hacen un buen trabajo, aun sin llegar al nivel de Sawajiri.

Lo único que no termina de gustarme es que...