Bullet

Estamos a mediados de los noventa, cuando Mickey Rourke pasó de ser el galán con métodos actor´s studio de "La ley de la calle", "El corazón del ángel" y "Nueve semanas y media" a protagonizar filmes de acción barata o alguna simpática intervención de secundario en algo comercial, pero más famoso por sus polémicas, sus adiciones y sus incursiones en el boxeo. Estaba con un pie en el infierno. En Bullet, su papel le viene como anillo al dedo: demacrado por aquella época, interpretándose casi a sí mismo, con reminiscencias de "Atrapado por su pasado": Un ex presidiario drogadicto que vuelve al barrio y declara la guerra a Tupac Shakur. Tupac, considerado uno de los mejores raperos de la historia, curiosamente murió cosido a balas ese mismo año. Lo mejor de todo es que este drama marginal, violento, crudo y sucio funciona. Una mezcla de cine indie y cinta barata de videoclub de los noventa que entretiene. Con uno de los primeros papeles de Adrien Brody, lejos aún de "Summer of Sam" o "El pianista".

Impregnada de una enfermedad y una locura considerables, recuerda bastante a otras películas de principios de los 90 y tiene los defectos característicos de cierto cine independiente de la época. La realización ha quedado trasnochadísima.
Por otra parte, asusta ver los destrozos que Rourke efectuó en su rostro en aquellos años, con unos pómulos que parece que vayan a rajar la pantalla en cualquier momento, de lo afilados que están. Rourke, eso sí, actúa por control remoto.
Desde luego tiene su qué.

En la primera escena de la película ya se complace el director en mostrar el aspecto más desagradable de lo que pueda filmar. Todo es gratuitamente sucio, desaliñado, repugnante.

Esta tónica repulsiva va desde los objetos hasta las situaciones, pasando por el vestuario, los personajes y la ambientación. Y todo ello, como digo, completamente gratuito, sin que sea necesario ni conveniente para explicar la acción dramática. Acción dramática que, por otra parte, no tiene ninguna originalidad ni verosimilitud.