Stuey (High Roller: The Stu Ungar Story)

Arranca con Stu (Michael Imperioli) tumbado en la cama de un motel (se supone que en 1998, en el Oasis Motel de Las Vegas, en las horas previas a su muerte), con aspecto muy desmejorado, teniendo una discusión con sus fantasmas interiores, encarnados por un tipo sentado enfrente sumido en penumbras, que le dice le va a contar una historia y le deja en paz. A partir de aquí y con la escena que abre la película como excusa para relataros la vida de este mítico jugador de póker, retrocedemos en el tiempo hasta el Nueva York de 1966, donde vemos al pequeño Stu acosado por 3 matoncillos, de los que se deshace con una argucia que le había sugerido su padre para estos casos, con el alborozo por parte de este al ver que su hijo había seguido sus prácticos y expeditivos consejos (con esta pequeña historia vamos conociendo a Stu y su particular entorno). Vamos conociendo su innata habilidad con el catecismo, perdón quise decir las cartas, viendo a grandes rasgos como ganaba al Gin Rummy jugando para agradecidos adultos, tras las cuales entra en materia con la accidentada historia de su vida.
Interesante biopic, que aunque no sepas nada, ni estés interesado en el mundo del juego profesional (que se retrata con pequeños esbozos, centrandose mas bien, en su peripecia vital), se ve con interés, aunque no deja de ser la típica historia sobre ángeles caídos, (ya saben, fama, drogas y en este caso no muchos excesos)con una excelente y apropiada banda sonora, una notable ambientación (que sobre todo en la primera parte del film, hasta su llegada a Las Vegas, en cierto modo, quizá influido por el casting, me recuerda a la de Los Soprano) y una buena interpretación de Michael Imperioli (aunque chirria un poco, cuando da vida a Stu a la edad de 17 años) como el mítico jugador, estando el resto del casting (entrañable Steve Schirripa, colega de rodaje de Los Soprano, en el papel de amigo y consejero) a la altura, entre los que sorprende la aparición de un últimamente inédito Pat Morita (luce esplendido y saludable como el duro dueño de un casino de Las Vegas).
A los fundamentalistas y abundantes maestros del póker (ya saben lo que dicen, que cualquier cantamañanas se cree un maestro en este juego) que parece ser denostan esta película por no recrear exhaustivamente (la mejor jugada que muestra es, un muy buen farol) famosas y míticas jugadas de este hombre, se les ha debido pasar por alto, que esta es una historia destinada al gran público y que cumple con creces el cometido de acercar a humildes profanos con curiosidad por conocer nuevos mundos la interesante historia de ese ambiente y ese tipo.