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Despedidas

Drama Daigo Kobayashi, antiguo violoncelista de una orquesta que se acaba de disolver, acaba vagando por las calles sin trabajo y sin demasiada esperanza. Por ello decide regresar a su ciudad natal en compañía de su esposa. Allí consigue un empleo como enterrador: limpia los cuerpos, los coloca en su ataud y los envía al otro mundo de la mejor forma posible. Aunque su esposa y sus vecinos contemplan con desagrado este puesto, Daigo descubrirá ... [+]
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Críticas 150
Críticas ordenadas por utilidad
25 de marzo de 2009
140 de 153 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yojiro Takita nos acerca el ritual mortuorio desde el prisma wabi-sabi, utilizando elementos y símbolos que ejemplifican con maestría esta corriente estética oriental basada en la fugacidad, la simpleza, la imperfección, el minimalismo, la espiritualidad. Nada dura, nada está completado y nada es perfecto. Una película zen, cargada de poesía contenida y simbolismo, profunda a la vez que sencilla, que narra las vicisitudes de un violoncellista que, de la noche a la mañana, debe replantear toda una vida tras la disolución de su orquesta. Una vida que no podrá escapar a un destino inexorable marcado por la ausencia y que le arrastrará, sin percatarse, a sus orígenes, en el Japón rural, lejos de la ciudad, donde encontrará empleo en una empresa de rituales funerarios. El salmón lucha por regresar a su lugar de nacimiento para dar sentido a su existencia y crear nueva vida a través de la muerte.
Conmovedora por momentos, excéntricamente oriental y por tanto, cargada de valores, actitudes y planteamientos casi extraterrestres para nosotros, Okuribito nos acerca con sutileza la ceremonia del tránsito entre la vida y la muerte, con pinceladas de finísimo trazo. Porque una muerte bella dignifica toda una vida. Todo ello envuelto en una delicada y armoniosa banda sonora.
Imposible entender la muerte si no llegas a comprender tu propia vida.
Zilargile
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14 de abril de 2009
83 de 115 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no estamos al tanto de ciertas costumbres y modos de pensar japoneses probablemente no podamos entender ni remotamente las dimensiones de esta película. Esto viene a cuento de haber visto varios "1" en la gráfica de votaciones de los usuarios, lo cual en principio me indigno para luego transformarse en una oración de "perdónalos padre no saben lo que hacen", aclarado todo esto paso a la critica en el siguiente párrafo.
Okuribito es una película de autosuperación, de un hombre que rompe sus propias barreras mentales (culturales) para luego romper con las de todos los demás, una película que nos hace refleccionar sobre nuestros conceptos mas viscerales y tratarlos en pos de la lógica y la razón, esto se ejemplifica bien en un dialogo de la película en que el jefe de Daigo le acerca pez globo a la plancha y le pregunta "Sabe rico no? pues esta muerto y sabe rico igual". Porque hay cosas que nos tocan a diario y las tratamos sin siquiera refleccionar un poco en su naturaleza, simplemente nos comportamos como se nos dijo o enseño que lo hiciéramos perdiéndonos así el verdadero valor que pueda encerrar.
Para mas información leer la critica con spoiler que hay mas abajo en la cual se encuentra la mayor parte de la información sobre el valor de este film y además explico de que trata el mismo. No creo que este pequeño spoiler afecte demasiado la experiencia de ver la película luego de ser leída, pero por si acaso aclaro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maximilian
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6 de abril de 2009
69 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dícese que antes de existir la comunicación, la gente se expresaba regalando piedras. Cada piedra tenía unas características únicas, como el tacto que producía, su color o tamaño que representaban los sentimientos del remitente. Si tuviera que definir una película de Michael Bay, creo que escogería un ladrillo, para que nos entendamos.

Daigo (Masahiro Motoki) regresa a su pueblo tras la disolución de la orquesta dispuestos a comenzar una nueva vida. Cinco minutos antes, el director Takita usa un flashforward muy molón y absolutamente innecesario para dejarnos constancia de que esta película se mueve entre varios géneros: comedia y drama. Esta es una combinación que sólo buenos guiones son capaces de solventar. “Okuribito” no termina de abrirse camino.

Como en anteriores trabajos del director, Takita hace gala de una eficiente técnica y de un cuidadoso tempo narrativo, pero yerra una vez más, a la hora de cuantificar las escenas dramáticas. Takita empacha, se le va la mano y abusa de dramatizar la historia. Conforme avanza la película la película pierde por completo enteros por culpa de un guión que escora hacia la manipulación emocional. Aunque eso, guste mucho a gente que da los premios.

Motoki es el protagonista indiscutible de “Okuribito” y creo recordar que no hay escena en la que no salga. Y aunque parece que toca el chelo de maravilla (que alguien me explique a que vienen las escenas de Motoki con su chelo tocando en medio del campo mientras la cámara danza a su alrededor con un paisaje impresionante), su actuación podría haber estado mejor. Sobresale Tsutomu Yamazaki, sin mucho diálogo y sin muchos minutos de metraje, las escenas con su presencia se trasforman en lo mejor del film. E incluso la mirada dubitativa de Mika (Ryoko Hirosue), la esposa de Daigo, posee más fuerza que Motoki.

A pesar de los fallos repetitivos de Yojiro Takita, “Departures” no aburre en absoluto y cuenta con escenas de factura muy bella, como las referidas a la ceremonia del nokanski: ritual funerario que un servidor desconocía por completo.

La piedra que define esta película es ovalada, sin aristas, y pómez: es una lágrima que pesa menos de lo que uno espera.
Chagolate con churros
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19 de julio de 2009
27 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precioso filme sobre un joven que encuentra trabajo como embalsamador o preparador de cadáveres para su cremación, en definitiva sobre un practicante del ritual funerario japonés llamado "nokanshi".

La práctica japonesa del "nokanshi" viene a ser la que en otros pueblos de la Tierra entedemos como "embalsamar", sólo que en Japón dicha práctica está cargada del sentido o religiosidad shintoista de "limpieza-pureza", porque en el shintoismo (religión por excelencia del pueblo japonés) la muerte se considera algo impuro y por tanto es muy religioso, limpiar, aromatizar, vestir, maquillar y preparar con aspecto lo más vivo posible el cadáver del humano que muere y cuya alma está yéndose al mundo divino del más allá.

En la sociedad japonesa de hoy, tan veloz y tecnificada, el arte del "nokanshi" ha sido suplantado como en Occidente por el hecho práctico económico de deshacerse lo antes posible del cadáver sin demasiados miramientos. Sin embargo todavía quedan gente a la que le gusta y tiene recursos como para poder recurrir a esta antigua tradición religiosa, hermosa, delicada, repleta de estética, de calma meditativa y sentido de la trascendencia, lo cual supongo no estará al alcance de todo el mundo dado que este tipo de embalsamamiento o preparación de un cadáver, supondrá elevar el coste total de lo que hay que pagar a la funeraria encargada de todo el proceso mortuorio.

En el ritual del "nokanshi", además de limpiar al cadáver y perfumarlo con mucha delicadeza delante de sus familiares o allegados, se le suele vestir con un kimono blanco y se le maquilla; también se le moja la boca con un poquito de agua para que el alma del difunto no sufra sed en su llegada al más allá. Más tarde sólo los parientes del fallecido asisten a la incineración y recogen algo de sus huesos y cenizas que guardan en un bote, pote o vasija.

En fin, una emotiva película japonesa caracterizada por lo propio y esencialmente japonés: preparar, envolver y presentar de la forma mejor posible cualquier cosa, también el cuerpo humano que acaba de poner punto final a su vida en este mundo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ehavled Jef
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12 de diciembre de 2009
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que cada uno ve las cosas desde sus experiencias y emociones. Cuando nos abrimos delante de una pantalla para dejar que entren en nosotros historias que alguien nos quiere contar no sabemos que puede despertarnos dentro, para mi esa es la magia del cine, a veces no tenemos claro por qué nos acabamos sintiendo de tal o cual manera, qué imágenes o que frases fueron las activadoras de algunos recuerdos o emociones. En este caso cuando vi “Despedidas” fui muy consciente de por qué me gustó tanto y también de que mi crítica no podría ser nada objetiva. Ya había visto en alguna otra película el tema del amortajamiento, incluso algún reportaje al respecto; pero ayer no sólo lo vi, sino que lo sentí, quizás adornado con esa magia del cine, y está bien, no era un reportaje y no me interesaba conocer la realidad sobre los entierros en Japón. Sin embargo si conozco como lo hacemos aquí. Cuando mi madre nos dejo después de veintisiete horas en que se fue apagando poco a poco y tuvimos la suerte de poder estar con ella hasta el final y despedirnos, pasó algo surrealista: Al poco rato de que el médico nos comunicó que ya se habían apagado todos sus órganos vino una enfermera para comunicarnos que debíamos dejar libre la habitación para otro paciente y que fuéramos recogiendo las cosas de mi madre, resultó extraño guardar las prendas y objetos que nunca más iba a necesitar, pero lo más raro fue hacer todo eso con su cuerpo presente, estaba en paz, se le veía bien, yo incluso la acaricié y la peiné, me sentí bien viéndola así, como dormida, aún era mi madre. Si todo hubiese acabado ahí, ahora tendría mejor recuerdo, pero aún quedaba por pasar todo lo impersonal de nuestros entierros, sobretodo el velorio, donde sentí que mi madre ya no era aquella a la que maquillaron de forma extraña y ni siquiera le disimularon la costura que hacen entre los dos labios; y todo esto lo veía dentro de una urna de cristal. No pude volver a besar a mi madre, ni acariciar su pelo. Por eso me emocionó tanto esta película que me hizo sentir que puede haber una forma mejor de hacer las cosas, yo lo viví a medias, ya que recuerdo que en el hospital mientras recogíamos las cosas incluso reímos; como rieron en el film las nietas al ponerle los calcetines a la abuela y yo a mi madre le hubiese puesto uno de sus collares hippies que tanto la identificaban, como hace el protagonista cuando le pone el pañuelo a la señora de los baños públicos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
mau3
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