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Castillos en la arena

Romance. Drama Laura Reynolds es una pintora inconformista y de gran talento: no ha querido casarse con el padre de su hijo y no desea someterse a las reglas morales imperantes en la sociedad. Vive en la costa de California con su hijo de nueve años. El niño es detenido por matar a un animal y, como ya había cometido otros pequeños delitos, el juez exige que sea internado en un colegio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
12 de septiembre de 2011
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una generación de directores surgidos en el Hollywood clásico y que forman parte de la gran edad de oro del cine americano que por pura cuestión de edad acabó su carrera en plena era de decadencia televisiva. Muchos de ellos adaptaron sus formas a los nuevos tiempos; otros lo hicieron, pero terminaron volviendo sobre sus pasos, y murieron haciendo el cine tal como lo habían aprendido. Es el caso de Kazan o Cukor. Pero hubo algunos que, para bien o para mal, se mantuvieron fieles a sí mismos hasta el final. Por ejemplo, Vincente Minnelli.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Talibán
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9 de noviembre de 2007
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sensación de paz y lo apacible del estilo visual en una película que habla de adulterio, y ateísmo y protagonizada por una madre soltera y un recto reverendo casado con 2 hijos que se enamora de otra, hacen de esta un película muy especial.

Estamos ante un clásico poco conocido, ya que se trata de una película no muy citada, pero de una altura argumental extraordinaria, llevada a cabo con una elegancia y profundidad pocas veces vista a pesar de estar realizada en una época donde una historia de este tipo podría levantar bastantes ampollas.

Enorme Liz Taylor y de una dignidad y aplomo asombrosos las interpretaciones de Richard Burton y Eva Marie Sant.

Grandísima obra visualmente plácida pero con nitroglicerina en su interior.
zymu
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13 de febrero de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sandpiper" tiene un ala rota. Ya no puede volar. Laura Reynolds, una pintora con poco futuro, liberal, amante de la vida y de la naturaleza, lo acoge y lo cuida hasta su recuperación. Gracias al cariño y al amor de Laura, "Sandpiper" empieza a descubrir nuevamente qué es la libertad e incluso recupera sentimientos perdidos años atrás.

En realidad, "Sandpiper" (título original del film) no es otro que Edward (Richard Burton), un hombre de ideas extremadamente conservadoras que jamás supo encontrar algo que amar en su vida.

Laura (una extraordinaria Elizabeth Taylor) le hará descubrir esa vida perdida, esos sueños que jamás vió cumplidos, el verdadero significado de lo que es amar a una persona.

Pero el espíritu libre de Laura no es perfecto. Su visión naturalista (como ella misma lo describe en la película), la ausencia de limitaciones, de pautas, también han hecho de ella una pájaro sin alas. Es irónico, pero su libertad absoluta se ha convertido en una cárcel para ella.

Con el mismo amor y pasión que Laura muestra por él, Edward le hará descubrir la importancia de atarse a la persona amada, de no renunciar al amor por algo tan estúpido como la libertad individual extrema.

Pero la hipócrita y puritana sociedad que les rodea, o más bien el miedo al que dirán, pueden obstaculizar su utópico romance...

Estamos ante uno de los melodramas más infravalorados y subestimados de la Historia del Cine. Una pequeña joya de los años sesenta, magníficamente dirigida por Vincente Minnelli.
Pausada, pero en ningún momento pesada, cuenta además con una maravillosa banda sonora reconocida con una de las mejores de los años sesenta.

Mención aparte merecen las interpretaciones de los actores, ambos fantásticos. La química entre ellos es realmente impactante, algo que favorece enormemente al film.

Eva Marie Saint (algo más secundaria que de costumbre) se desenvuelve perfectamente aunque tal vez su papel esté algo desaprovechado. No obstante, con sólo la escena de la cena, Minnelli es capaz de describir la personalidad sumisa y obediente de su personaje.

Como Laura, como Edward, la película no es perfecta. Pero emociona y estremece como el mejor cine de la época dorada de Hollywood. No se la pierda.
gonzalo
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3 de noviembre de 2008
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
The sandpiper es sin duda el arquetipo de obra que se asienta con dosis de sobrado talento en el lugar donde solo unos pocos llegan, un territorio perteneciente a gentes como Vincente Minnelli que logró aquí una película clave del romanticismo más desaforado y las pasiones más ocultas del ser humano, una obra genuinamente mayor que se alimenta de un guión sin mácula, perfecto e incisivo relato del alma escrito por un inteligente Dalton Trumbo y de un trío de ases ganador, unos actores tocados por los dioses que otorgan personajes inolvidables.

Desde sus primeros compases Castillos en la arena se levanta con suma destreza como fortaleza indestructible de cine mayúsculo, al son de la sensual y cálida partitura de Johnny Mandel, el cual ganaría el oscar a la mejor canción, se nos sitúa en un contexto idílico de bellos acantilados y nos presentan a una salvaje, liberal, tierna, enigmática Elizabeth Taylor y a un pastor episcopal ejemplarmente retratado por el rostro de Richard Burton, casado felizmente con la no menos magistral Eva Marie Saint, que caerá sin remedio en las redes del amor puro e inexplicable.

Es en esa historia de amor donde Minnelli exprime unos momentos sublimes de poesía y belleza y refuerza al relato de miles de interpretaciones, bien podría considerarse una película sobre la vida, pero también sobre la hipocresía de las religiones, cercana al ateísmo, sobre el amor y sobre el yugo inclemente de una sociedad que impone normas sin dejar de domar constantemente al hombre, un perfecto, astuto y cuidadísimo retrato de múltiples direcciones.

Emocionante y nada complaciente obra que inquieta y enamora, un trabajo avispado que supo sortear con nota a la censura de la época y que se forja como un brioso juego de malabares, un arte que su director poseía por derecho propio y que en este su penúltimo trabajo amplificó a lugares insospechados de la razón y mente humana.

LO MEJOR: Su modélico guión el cual debería de ser de obligado estudio en todas aquellas escuelas que se dediquen a la enseñanza cinematográfica, porta de algunas de las líneas de diálogos más lucidas y afiladas del engranaje narrativo. Elizabeth Taylor, diosa entre mortales, es imposible no enamorarse de alguien así, el sermón final de Richard Burton, prodigioso, todos los encuentros entre Burton y Taylor que demuestran un magnetismo y química extrapolable a la vida real, su artístico, melancólico último plano, la belleza y marco incomparable de todos sus exteriores, su jazzística banda sonora y su envidiable poder de encandilamiento.

LO PEOR: En un principio nada, pues puede poseer algunos mínimos defectos que no la encumbren a la categoría de obra maestra, pero es tan grande y está tan bien reglada que me sobran por completo.
deivi
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13 de febrero de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Me gusta la interpretación de los personajes (no sólo de los principales).
Aunque el lugar donde vive la protagonista es poco creíble(una acogedora casita en una solitaria playa donde no sea molestada ni por el mar, ni por la gente, con increíbles vistas..., eso sí ella no tiene mucho dinero y vive con la preocupación de los gastos de la nueva educación de su hijo).
-El debate sobre las distintas formas de vivir, es más que recomendable, puesto que se cierra el tema a modo de imponer opinión alguna, la reflexión la va haciendo el espectador.
-La fotografía es espectacular
-Otro de los temas que se toca en la película y que merece la pena destacar: un hombre seguro de sí mismo, consecuente con su forma de vivir y de pensar, se traiciona a sí mismo formando una especie de bola de nieve que va convirtiéndose en una consecucíón de mentiras...quizá no se conocía y la tracción siplemente sea la otra cara de uno mismo...
rchelsh
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