Bert

Vaya por delante que, además de espectador de la película, tengo una vinculación directa con los avatares que ha sufrido en la producción y, especialmente, con su director.
Bert es una película minoritaria. No es cine de palomitas, ni de artificios. Para eso están otras cintas.
Bert es la ópera prima, estrenada 16 años después, de Lluís Casasayas; un autor de enorme talento que siempre ha navegado en aguas turbulentas. Una de las referencias del autor es Andrei Tarkowski; la otra Carl Jung. Y ambas presencias laten agazapadas en el metraje.
Bert llega a Mallorca en busca de Bernat, un amigo suyo de la infancia que se ha perdido en la Serra de Tramuntana. Con esa excusa, Bert se sumergirá en la historia de su amigo e irá entrando en una espiral de deconstrucción personal y de asimilación con el paisaje. En ese tránsito, Bert se nos antoja como un reflejo de Bernat cuya presencia, a modo de fantasma (Rebecca), inunda toda la película (tal vez, Bert debiera ser el desaparecido y Bernat el buscador).
De este modo, Casasayas nos ofrece un paisaje fascinante, totalmente mágico, que es el verdadero protaganista de la película. Una cinta diferente, en la que, o entras en el juego que propone el director, y te fascina, o no juegas, y te quedas al margen.

Una obra de verdad, para un público ávido de entendimiento de lo sutil, lo inefable, lo trascendente. La búsqueda de un amigo perdido es una analogía perfecta que representa la búsqueda humana de esa dimensión mística. Me hace pensar en el poema de Machado: "El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve". Esto se representa bien en la trama: el actor principal observa la naturaleza con prismáticos pero, ¿no será en realidad al revés? ¿Quién busca a quién?
Emprender el camino con una mochila, levantar el vuelo, dar un paso de fe... todos son silogismos de un viaje iniciático al más allá misterioso, intangible. Tan sólo habremos de conformarnos con un leve destello de esa luz mágica que proviene del más allá. Y toda esta metafísica se va cocinando en el contexto más mundano: en la Sierra de la Tramuntana; en una habitación de hotel; en un viaje en barco; en un cuartelillo de la guardia civil.
Me quedo con ganas de volver a verla y emprender este viaje, aunque entiendo que no es una película para todos los públicos.

A 10 de Agosto de 2021, este título no tiene ni 21 votos y ya es la cuarta reseña que se escribe. ¿Qué tendrá que suelta tanto la lengua y motiva a semejante porcentaje de usuarios a expresarse? Para mí está claro que se trata de su carácter introspectivo y metafísico, se detecta cierta intención de indagación espiritual, sin duda algo nos remueve y moviliza a expresarnos. Y yo me pregunto, ¿no deberían abundar más títulos que poseyeran esa cualidad? Y sin embargo no es así, lo que más abunda son los productos uniformes, enfocados a lo monetario, al utilitarismo, incluso cuando se realizan películas con intenciones más serias, deben ajustarse a recetas culturales de elementos en boga. Parece que cada vez queda menos espacio para este tipo de obras, más poéticas, que podrían ser tachada de hippie por mentes menos avisadas y que por lo menos emprendan un camino distinto, menos trillado, al que nos tiene acostumbrados la producción audiovisual contemporánea, ya sea en cines o plataformas on-line.

El argumento es sencillo. Se trata de Bert que recibe una carta de su mejor amigo de la infancia, a quien ve de forma intermitente pero siente una fuerte conexión. En esta misiva resuena la despedida y Bert no puede resignarse y seguir como si nada, decide por cuenta propia seguir los indicios que parten de la carta pero que luego continúan en los rastros dejado por su amigo en Mallorca, no muy esclarecedores y que añaden más misterio al misterio.

Llama la atención lo difuso que resulta este hombre desaparecido, te das cuenta que tiene mucho más de abstracción que no de figura carnal. Te das cuenta que la obra tiene otras intenciones, la historia principal no es más que la excusa y el misterio es antes metafísico que no material. Conforme avanza el metraje esta sospecha cobra más relieve y damos con las intenciones profundas de la cinta.

Porque este amigo es una metáfora del subconsciente, que le impulsa a salir en busca de la "madre". A nivel literal en la trama aparece cierta figura femenina que ejerce de madre ausente, sin embargo también esto es muy vaporoso, lo que sí tiene más presencia es la sierra de Tramuntana, sus acantilados, los bosques, ríos y, en general, una naturaleza sensual que la cámara retrata maravillosamente y dan forma a esa atmósfera de misterio envolvente que el relato busca de forma continuada. Por lo tanto esa "madre" adquiere un doble sentido, el de madre naturaleza. Múltiples son las vistas que nos asombran, ya sean al borde del mar o en medio de la foresta, las imágenes envuelven con más fuerza al espectador conforme Bert más se pierde y más se obsesiona en la búsqueda esencial y poética.

Aunque hay almas más bellas que la mía que encontrarán que el relato, tal y cómo está armado ya se sostiene y basta, a mí me hubiese gustado que se caracterizara con más vigor el trasfondo de Bert, tal y cómo está esbozado resulta quizá algo esquemático. Supongo que el En ese sentido, me parece que Terrence Malick y su "Árbol de la vida", perfila esa parte de forma más acertada.

En todo caso, la obra desprende un aire muy personal, y es una experiencia audiovisual poco usual y lo bastante bien ejecutada para que su visionado tenga interés. En algún fotograma aparece cierto libro de Borges y eso me sugiere que "Bert" posee cierta complicidad estética con algunos de los relatos del escritor argentino, también interesado en esas búsquedas de las cavidades más profundas de la mente. El tiempo trasforma las poblaciones, pero también el paisaje natural, el mundo pierde muchas de sus estampas más conmovedoras, y quien sabe cuanto no se habrá perdido ya desde 1998 en la sierra de Tramuntana. "Bert", como mínimo, ofrece el consuelo de haber inmortalizado el carácter agreste de muchos de sus rincones y también un retrato poético de una tierra que alimenta el misterio, la curiosidad y el apetito de belleza.

Tuve la fortuna de ver esta cinta en Barcelona en el 98, dónde ganó merecidamente el festival de l'Alternativa, Acabo de verla de nuevo en Palma, con una versión "mejorada", según he leído. Y estoy totalmente de acuerdo: aún me ha gustado más. BERT es una película muy poco convencional: te atrapa desde el primer segundo y no te suelta hasta días después (que es cuando tienes ganas de volverla a ver). La trama, compleja, es muy original y está muy bien contada; sin trucos, sin concesiones de cara a la galería y con un final muy emocionante e impactante. Todos los actores impecables. La fotografía y la banda sonora (brutal la escena de la cueva con el lied de Schubert) son excepcionales. Lástima que no se prodiguen más cintas como ésta en este país. Mi enhorabuena a su autor, esperando verlo de nuevo con otro film!!