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Habitaciones separadas

Drama Robert Avranche es un hombre de mediana edad aficionado a la bebida. Un día, en un tren piensa en el enorme vacío y falta de sentido de su vida. Inesperadamente, Donatienne, una atractiva joven, entra en su compartimento y le propone hacer el amor... (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
3 de noviembre de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante film galo en el que concurren ciertos toques surrealistas y mágicos con una trama de acción e intriga bastante interesantes.
Sin grandes ambages ni pretensiones, con una dirección correcta pero efectiva, dicho film es un claro ejemplo de como pueden concurrir varios géneros ( como los antes nombrados ) sin que por ello la película desmerezca en absoluto.
No es una gran historia, pero este film que es una vuelta de tuerca más de las pelis de antihéroes, se deja ver con gran agrado y entretiene bastante.
Poco más, simplemente recomendarla para un rato de evasión y para agradecer un producto bien hecho e interpretado ( Delon la lleva de calle ).
Un saludo, efelson.
efelson
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21 de diciembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso ver a Alain Delon en el papel de un hombre perdido. Suele interpretar a hombres fuertes, enérgicos, con nervio, el espía de Scorpio, el bróker de Eclipses, el fugitivo de Los felinos, el asesino a sueldo del Samurái, el joven enamorado de Rocco y sus hermanos, el exprisionero de Dos hombres en la ciudad, el hombre de negocios con pasado gansteril de Comme un boomerang y muchas más, vistas o no vistas (por mí).

Desde luego, queda patente el lado vulnerable del señor Klein, un negociante de arte que las autoridades confunden con un judío; acaba siendo deportado porque no se da cuenta de la situación… Pero esto es mucho más. Robert es un personaje completamente desubicado, ha viajado a Suiza para recoger sus ahorros y en el tren de vuelta es cuando conoce a Donatienne (Nathalie Baye). A partir de ahí no querrá separarse de ella, convencido de haber encontrado a la mujer de sus sueños. Se sienta en su sillón y se dedica a beber todo el día…

Es cierto que en su apatía a veces hace demasiado. Hay muchas escenas poco creíbles (la visita a casa del vecino, la pelea, la lucha en el salón). Por otro lado, Donatienne, es una mujer ligera de bajos, que se acuesta con desconocidos en el tren. Poco a poco se va viendo lo desequilibrada que está.

En realidad, la historia comienza con un hecho original (un encuentro fortuito en el tren) para deslizarse en un drama (el alcohólico, ella desequilibrada), desemboca en una farsa (situaciones completamente irreales… y tontas). Y después, retoma un ritmo más pausado, vuelve el drama, para dar varias volteretas y regresar al lugar de partida (o por lo menos así se puede interpretar)…
Finalmente, ¿de qué trata?

Es la historia (de hecho, así empiezan muchos de los diálogos entre los personajes “Es la historia de una chica que está en un tren…”) de un perdedor, de un hombre enamorado pero que no sabe cómo reconquistar a su mujer. Es la historia de soledad (de ella, de él), es la historia de gente que no sabe cómo expresar el cariño, la historia de personas que usan el sexo para tapar el aburrimiento, el olvido…

Deja un sabor amargo, con la sensación de no una historia no redonda, con aristas, loca, disparata… ¿Cómo la vida misma?

P.S. Se entiende el título en francés “Notre histoire” (nuestra historia); menos sentido tiene la traducción al español “Habitaciones separadas”, que sí, da cuenta de la distancia entre personajes, pero sería válido si fuesen personajes que previamente han compartido cama, creado una intimidad y, justamente, no es el caso aquí.
Francesca
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26 de diciembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es que tenga toques surrealistas, es que es surrealista de principio a fin. Puede que al principio sorprenda la actitud del maravilloso personaje que interpreta Alain Delon, un tío que sueña (nunca mejor dicho) con un sofá situado en la distancia perfecta respecto a una nevera repleta de cervezas para poder abrirla y servirse sin tener que levantarse y realizar ningún esfuerzo extraordinario. Puede que bien pensado no le vaya demasiado bien un personaje derrotado, bebedor y tan lamentable a Delon, acostumbrados a su perfección tanto interior como exterior. Por eso creo "Habitaciones separadas" (una nueva nefasta traducción del original "Notre histoire") tiene la suerte de contar con un protagonista excepcional. Delon está maravilloso. No tanto la pareja femenina, debe decirse tal cual, que se muestra como una insaciable mujer adicta al sexo y no muestra ningún encanto extraordinario.

Encuentro además que no hay ni pizca de humor, una película así hecha por según qué realizador italiano debería ser espectacular. Por poner un ejemplo sin que sea un spoiler, ver a una marabunta de vecinos en batín entrar y salir de casa en casa es para no olvidar, un acierto mayúsculo, pero no acaba de ser humor, es surrealista pero sin humor. Y eso creo que es una pena. Muy buenas ideas se suman a la idea general del sueño que es la película, sueño de un ebrio, pensamientos de un alcohólico en plena efervescencia mental, con los ojos abiertos y sin pestañear, ojerosos y tristes. Alain Delon mucho más actor que nunca.

Merece la pena, no lo negaré, pero es evidente que echará para atrás a unos cuantos...
Luisito
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3 de junio de 2024
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Bertrand Blier es un director de carrera más o menos ecléctica pero que en diferentes tramos ha tirado hacia tramas de ambiente onírico, obras tales como "Mon homme" o "Beau-père" parecen desarrollarse más en un plano surrealista que no en el realista y material. "Notre histoire" toma esa misma senda con mucha más claridad, efectuando gestos más visibles.

Delon, una de las máximas estrellas del cine francés y europeo, también gustó de tomar desafíos actorales dónde pudiera demostrar su valía para la actuación. En "Notre histoire" encarna a Robert, que es la personificación del hombre común, un perfecto don nadie que al inicio de la historia lo vemos viajando en un compartimiento VIP con aire derrotado y conocemos de su notoria afición al levantamiento de vidrio. Desde el momento en el que entra una joven, interpretada por Nathalie Baye, y explica su situación de forma textual ya entiendes que no estás frente a una narración realista al uso. Conforme conocemos detalles dispersos de Robert comprendemos que en verdad es la historia de un hombre que ha caído en el tedio y que ese aburrimiento se ha contagiado en su matrimonio, generando desafecciones en su esposa y acentuando así su inestabilidad mental. Ya no hay alegría entre los dos, por eso durante la narración se remarca esa ausencia de sonrisa, que él ya no puede hacerla reír. De hecho Robert sospecha que lo engaña con otro tipo más joven.

A lo largo de la narración disparatada también se satiriza la vida matrimonial de clase media, gente que vive en viviendas unifamiliares, rodeada de comodidades y distanciada de sus vecinos. Blier realiza un extrañamiento de todos elementos y los recompone dándole la vuelta, de forma que vemos eso mismo pero al revés: esposos que hablan con los amantes de sus esposas, vecinos que se reúnen para asistir a infidelidades, todo se mezcla en la atormentada mente de Robert, que intenta con empeño buscarle una historia alternativa al que él cree es el amante de su esposa (interpretado por un Jean-Pierre Daroussin de chocante melena), la violencia de las situaciones eclosiona en grandes zafarranchos, en los cuales también las posesiones sufren daños. Y entre medio de esa sátira, persiste la persecución de su esposa, que reaparece con diferentes personalidades y cada vez más alejada de Robert, pues en la vida real se ha distanciado de él, pero él persiste, pues su desesperada mente necesita desesperadamente ese lavado del espíritu.

En general, todo y que Blier acierta con su sobria puesta en escena, el guion tiene varios actos algo descabalgados, que no fluctúan con soltura, al contrario se desarrollan un poco a trompicones. Supongo que, dado que sigue varias normas del teatro del absurdo, la reiteración forma parte del estilo, sin embargo acaba pesando. A Delon tampoco se le nota especialmente inspirado, no sé si a alguien le habrá conmovido, a mí me parece que no está entre sus actuaciones más memorables. Por otro lado, sorprende como este título también funciona como una cantera de futuros talentos del cine francés. Aparecen nombres tales como Vincent Lindon, Jean Reno o Jean-Pierre Daroussin, que acabarían consolidando sus carreras en la gran pantalla gala, lo cual demuestra que Blier también gozaba de buen ojo para los actores, sin necesidad que contaran con cartel o prestigio.

Por lo demás, una historia extraña con momentos divertidos, una sátira surrealista de algunas de las instituciones del mundo burgués y la vida cotidiana que éste genera, que aunque no es redonda sin duda difiere del producto promedio que rodaron y estrenaron en Francia durante esos años. En verdad es una lástima que no me haya gustado más.
Jean Ra
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