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Cine-ojo, la vida al imprevisto

Cine-ojo, la vida al imprevisto
1924 Unión Soviética (URSS)
Documental
7,4
482
Documental Este documental se centra alrededor de las actividades de los jóvenes en una aldea del soviet. Estos niños y niñas están constantemente ocupados, pegando carteles de propaganda en las paredes, incitando a todos para que "compren en la cooperativa" ayudando a viudas pobres... (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
31 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Kinoki” era un grupo de documentalistas que editaban manifiestos donde exponían sus teorías respecto al cine, Dziga Vertov, seudónimo que en realidad significa “peonza giratoria” (su nombre original era Philip Kaufman) se junta con Elizabeth Svilova, su mujer, y Mikhaïl Kaufman, su hermano, con motivo de promover esta revolución cinematográfica, atacando duramente el cine de ficción, al que denominaban cine-mentira, y llevando a cabo una serie de documentales vanguardistas de gran repercusión, Vertov busca poder mostrar lo invisible para el ojo humano, busca otro punto de vista, otra forma de ver las cosas, experimentar las posibilidades que nos permite la cámara, con una combinación de imágenes y perspectivas imposibles: Combinaciones locas de imágenes una tras otra, ver una misma acción desde varios puntos de vista al mismo tiempo, la ausencia de decorados preconcebidos, de actores profesionales, de maquillaje y efectos especiales… Huía de la falsedad del cine de ficción, pensaba que el teatro ofrecía un vil retrato de la vida, era en gran parte, opuesto a Flaherty, ya que este utilizaba técnicas de narración heredadas del cine de ficción, Vertov buscaba otro punto de vista de la realidad sin preestablecerla, sin modificarla.

Vertov comienza su carrera dirigiendo noticiarios, contemporáneo de Sergei Eisenstein y Vsevolod Pudovkin, se empieza a interesar por el montaje y no tarda en experimentar con nuevas técnicas en sus obras, de ahí surge su primer largometraje, esa obra totalmente insólita que es “Cine-ojo”, aunque su obra maestra llegaría unos años más tarde con “El hombre de la cámara” (1929). La película supuso una auténtica revolución, la cámara se encuentra en el cielo, en los hogares, en lugares aparentemente imposibles para un ser humano, es omnipresente y omnipotente, ella es la protagonista, no hay una historia fija, sino un encadenado de planos sin aparente conexión, es un poema visual. Hay un dominio perfecto del montaje, con superposiciones de dos y tres planos al mismo tiempo, a la vez que imágenes partidas y otras técnicas sorprendentes, también se llevan al máximo las teorías promovidas por Lev Kulechov, donde el mismo plano de una mirada parece observar más de cinco acciones diferentes, pareciendo en todo momento que está viendo algo nuevo, los constantes movimientos de cámara aportan un dinamismo único, sorprendente, lo fundamental es usar la cámara como un ojo fílmico más perfecto que el ojo humano para explorar el caos de los fenómenos visuales que llenan el universo.

Una obra inclasificable, un film quizá tosco, sin brillo, incluso en algunos momentos un poco defectuoso, pero en todo caso un film necesario, otra forma de hacer cine, un cine único, irrepetible de un director que definía la obra cinematográfica en dos palabras: el montaje del «veo».
Juan Marey
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