Macarrones

Amistad.

A ella dedica Scola su película a través de dos personajes inolvidables a los que dan vida dos maestros de la interpretación: Mastroianni y Lemmon. Personalmente he disfrutado mucho con esta película que, como siempre, auna todas las caracteríticas que hacen del cine del director romano el más importante en Italia en los últimos cuarenta años. El gusto por lo íntimo y lo cercano, el aire fresco que desprenden siempre sus guiones, el tratamiento intenso y sincero de las relaciones personales, los elementos cómicos ensamblados perfectamente con el drama de lo cotidiano, el dibujo perfecto de cada uno de los personajes o la elección maravillosa de la música alcanzan en "Maccheroni" un nivel excelente.

Al contrario de otros contemporáneos como Bertolucci, Scola siempre fue receloso de trabajar con las grandes estrellas de Hollywood o de buscar fuera de Italia sitios donde desarrollar su obra. En "Maccheroni" Scola se atreve a desafiar esa fidelidad a la interpretación italiana y acompaña a Matroianni con un Lemmon que, como por todos es sabido, nunca defraudó en estos dúos corales. Y así es. Antonio (Mastroianni), un napolitano que dedica su tiempo a escribir comedias y a trabajar en el archivo de un banco, se reencuentra con Robert (Lemmon), un americano que en la SGM mantuvo un romance con su hermana mientras era soldado americano en Nápoles. De la amistad surgida entre ambos, aletargada por el tiempo y la distancia, comenzó una curiosa relación unidirecional que se convierte en recíproca cuarenta años después, cuando Robert regresa como un alto ejecutivo de una compañía aérea. Como siempre, la recuperación del tiempo perdido, el descubrimiento de esa complicidad mutua y alguna sorpresa que otra, alumbrarán la visita de Robert cambiando para siempre su vida y la de Antonio.

Con un final maravilloso, que acentúa más si cabe el disfrute de la película, Scola añade otra muesca más a una carrera que, si bien ha tenido algún altibajo, ha presumido siempre de ser auténtica y personalísima. Aquí, ayudado por dos actores inigualables, vuelve a conseguir el ambiente amigable que rodeaba siempre el trabajo en sus películas y su rodaje. Esto, junto la sensibilidad narrativa con la que describe la amistad y la multitud de reflexiones que adornan sus diálogos, hacen de "Maccheroni" una experiencia bellísima y tremendamente satisfactoria. Para no perdérsela.

A partir de un malentendido, un poema con la peculiar gracia de la comedia italiana y el talento inconmensurable de dos actores que nunca se habían reunido, nada menos que Lemmon y Mastroianni, el ansioso y antipático ejecutivo americano y el italiano juguetón y soñador que porfía en una amistad mítica que probablemente no existió nunca... pero que será capaz de modelar, construir, enarbolar... con el talento de un hombre bueno. Y es sobre la bondad y la magia de los buenos sentimientos en un ambiente claramente popular, el tema principal de esta comedia que encanta, divierte y emociona. Inolvidable y excepcional por donde se la mire, con el maestro Armando Trovajoli componiendo maravillosa partitura y un final, bueno, qué final, amigos. De lo mejor del gran director Ettore Scola.

“Macarroni” es una historia salpicada de numerosos momentos tan divertidos como humanos. Me ha dejado buen sabor de boca esta historia y a la vez reflexión sobre la amistad que se desarrolla entre dos casi desconocidos con el caótico Nápoles y sus costumbres como telón de fondo. Nada más es esta película: un pelotazo de humanidad a través de la amistad aderezado con toques de humor.

Todas las demás subtramas que ocurren en la película son sólo pequeñas excusas del guionista para ir alargando la historia y dar así tiempo a que la amistad entre un viejo huraño, quemado por la vida, y un ingenuo napolitano, cargado de optimismo e ilusión, pase por todas las etapas posibles: descubrimiento, sorpresa, desconfianza, rechazo, enfado, búsqueda, compasión, dolor, perdón, confianza, preocupación, intercambiar confidencias, fidelizar la amistad en un símbolo (el Zippo), compartir experiencias hasta alterar tu vida por esa amistad, descubrir que no todo es perfecto en tu amigo, gastarle bromas, conocer a su familia, divertirse juntos, descubrir sus secretos, emborracharse, pelearse, compartir los buenos y los malos momentos y, por fin, descubrir que realmente sois grandes amigos… hasta que la muerte os separe.

Creo que Marcello está muy bien y muy expresivo en su papel de napolitano ingenuo y el resto de actores, en general encuentro buenas sus interpretaciones salvo algún personaje secundario y algún extra. Al menos comparando con lo que se ve hoy día…

Pero, en cuanto a actuación se refiere, está claro que Jack Lemmon destaca por encima de todo el elenco y, como muestra, un botón: nada más recogerle el taxi en el aeropuerto, durante el trayecto hasta el hotel, Jack Lemmon observa, durante 46 segundos, las calles de Nápoles por las ventanillas del taxi y, sin decir ni una palabra, nos transmite de manera sostenida, a medio tiempo, una mezcla de curiosidad, nostalgia, desinterés y desprecio, cambiante segundo a segundo, sin quedarse en blanco en ningún momento, sin apenas repetirse y sin caer tampoco en la exageración de sus gestos. Todo ello, además, ¡filmado sobre el retrovisor del taxi! Ojalá muchos actores de hoy día, de dentro y de fuera de nuestro país, que cuando “actúan” parece que tengan el rostro (y el cerebro…) de PVC, se fijasen en estas sencillas pero poderosas imágenes.

No podía esperarse menos de quien dijo en una entrevista: “I truly enjoy work and I love people” (“Realmente disfruto del trabajo y quiero a la gente [con la que trabajo]”).

Hay una segunda reflexión, escondida en el metraje de esta película, que es la del inexorable paso del tiempo y cómo, sin embargo, nunca nos parece que el tiempo pasa por nosotros, sino que parece que todo ocurrió ayer. Reflexión que está espolvoreada sobre el guion en diversos momentos a través de algunos recuerdos y equívocos que vive Jack Lemmon.

En el aspecto del doblaje, me encanta el sutil juego del tratamiento de tú/de usted en función de quién está enfadado y quién quiere ser amigo; roles que los dos actores llegan a intercambiar. Es un buen aporte del equipo de traducción que enriquece el texto sin alterarlo.

El resto, en spoiler:

Otra película de Ettore Scola en la que realmente importan son sus personajes y no la acción en sí misma. En ésta nos quiere hacer reflexionar sobre qué es la amistad.
Un americano (Jack Lemmon) vicepresidente de una empresa aeronáutica llega a Nápoles después de haberla pisado 40 años antes durante la ocupación americana de la SGM. En una entrevista televisada manifiesta que no recuerda prácticamente nada de aquel período.
El segundo personaje (Marcello Mastroiani) napolitano de pies a cabeza aparece más tarde ante las narices de Lemmon, el cual no lo reconoce, y le cuenta que es el hermano de María, la chica napolitana que se enamoró de él durante la ocupación.
Uno de ellos no recuerda nada, y parece que no quiere recordar; y el otro lo ha recordado, junto con su família y vecinos, durante 40 años.
Y de aquí surge el conflicto o historia que los dos protagonistas principales (inmejorables en sus papeles los dos actores) van desarrollando ante nuestros ojos. Naturalmente hay una mención muy sutil a la diferencia del modo americano de vida al modo napolitano. Ello lo vamos observando también ayudados por los secundarios y por los detalles cotidianos de su existencia.
La amistad va creciendo entre los dos. Lemmon parece que va rejuveneciendo a medida que transcurre el largometraje a medida que va comprendiendo a su amigo, y el porqué ha hecho todo lo que ha hecho en estos 40 años.
Para mí siempre es una delicia poder ver una película de Ettore Scola. Espero que os guste si tenéis la suerte de verla.

P.D. Aunque transcurre en Nápoles, el director no hace ningún recorrido turístico por la ciudad. Es de agradecer que no pierda el tiempo con ello.

Los veteranos también pueden hacer (y de hecho las hacen), buenas películas como esta. Luego están los que encuentran pegas de incredulidad porque un actor de edad se suba a un andamio. Mal pretexto para bajar nota. Veo en IMBD que el promedio de nota entre estadounidenses y no estadounidenses oscila entre 6,1 y 6,4 de los 655 votos emitidos. Lo que evidencia algo ya sabido: para gustos, los colores. Yo también tengo mis reparos con otras películas y actores, y no necesito tragarme obras de cierto genero, no para puntuarlas bajo, si no porque no pierdo el tiempo en verlas. Esos fornidos salva mundos que lo hacen mediante pegar mamporros a diestro y siniestro, sin que se fracturen los huesos propios de la nariz, me resultan increíbles y paso de ellos, igual que paso del botafumeiro destinado a número circense para turistas de la sepultura de un santo inexistente, ya que en Santiago de Compostela no está el tal, sino un sarraceno. Al menos los franceses abrieron la tumba de Napoleón Bonaparte para asegurarse de que los restos yacientes eran los del otrora Emperador.