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Padre e hija (C)

7,0
3.766
Animación. Drama Un hombre se despide de su hija y parte hacia otro lugar. Con el tiempo ella va creciendo, forma una familia y llega a la vejez, pero en su interior siempre hay un profundo anhelo por su padre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2010
58 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una preciosa miniatura de la estirpe de The Snowman (Dianne Jackson, sobre una historia de Raymond Briggs presentada por David Bowie) y de L’homme qui plantait des arbres (Frédéric Back, sobre un texto de Jean Giono recitado por Philippe Noiret).

Tres formas de narrar, tres concepciones gráficas distintas pero con una misma cualidad maravillosa: el hipnotismo.

===

Sin diálogos. Una rueda que gira como un vals hasta que un día... deja de girar. El pitido de la bici marcando el paso de las estaciones. Aves, paisajes, siluetas. Las hojas en el viento y una rueda dentro de una rueda, padre e hija.

Expresar por medio de las sombras y reflejos.

El hilo no visible que nos une. La barca de Caronte como final e inicio del camino.

- ¿Qué está viendo papá?
- No sé, bicicletas y pájaros.
Servadac
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28 de marzo de 2010
51 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo es posible que cuatro trazos sobre el papel, levemente esbozados, expresen tanta humanidad? Sin palabras, sin apenas gestos. Personajes que parecen sombras.

Padre e hija es la historia de una despedida. Un padre que tiene que partir, tal vez para siempre, pero su hija no pierde la esperanza de volver a verlo, y por eso acude puntualmente a la cita, todos los meses, todos los años, mientras crece, forma su familia y mira con melancolía el horizonte. Envejece, pero el deseo de su corazón de niña nunca se desvanece.

Perfecto en su argumento, en la técnica de animación, en la música, en los colores, Dudok De Wit conjuga sensibilidad, cariño, sencillez, congoja, tibieza, nostalgia y melancolía en 8 minutos y 15 segundos. Infinidad de detalles que descubrir y observar.

Los ojos como platos, intentando contener un torrente de lágrimas de emoción que terminará brotando, por muchos esfuerzos que se hagan.

Quizás éste sea el mejor cortometraje animado de la historia. Redondo como la rueda de la vida.
Naran
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12 de marzo de 2010
42 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Increíble como se pueden aprovechar 8 minutos. Me pareció perfecta en todo. Comienza con una despedida entre un padre y una hija al borde de una orilla. El padre parte en una barca y la niña contempla como se aleja. El resto no merece la pena ser contado, porque hay que verlo.

No hay guión, no hay diálogos. Tan sólo un famosísimo vals de acordeón escogido a la perfección para conseguir penetrarte las entrañas de emoción. Michael Dudok de Wit cuenta una historia con precisión milimétrica. No le sobra ni un segundo.

Sin lugar a dudas, uno de mis cortometrajes favoritos. Gracias a él entendí porque existen directores especialistas en este pequeño formato. Creaciones como esta generan afición.

Un 10.
Autillo
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20 de marzo de 2010
32 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Father and Daughter" es el prototipo de obra artística en la que "no pasa nada". Los amantes del porno emocional como "Camino" (2008) o "Precious" (2009) se la cargarán sin remisión, otros atacarán su estilo visual sencillo -pero no simple-, usando sombras para representar a personas en lugar de detallar cada parte de un rostro. No hay lágrimas en primer plano, nadie grita para reforzar el dramatismo, de hecho de fondo sólo suena una preciosa melodía que marca el estilo de la historia que vamos a visualizar. Una en la que un padre lleva a su hija al borde de una colina, situada cerca de un lago. El hombre se va, dejando sola a su niña, que sin embargo en un acto de amor sin remisión vuelve cada cierto tiempo a la espera de volver a encontrarse con su progenitor.

Bella y lírica, la obra de "Michael Dudok de Wit" (que ya había sido nominado al Oscar por la genial "The Fish and the Monk") se toma su tiempo para transmitir los sentimientos. No hay acción en un sentido tradicional pero cada fotograma, además de un ejemplo de buen gusto y de composición, está donde tiene que estar en el momento en el que se precisa. Lo mismo es aplicable a las notas musicales y a la selección de tonos de color. Y cuando llegan los últimos treinta segundos de esta pequeña joya no queda otra que rendirse ante la evidencia: las grandes historias no requieren grandes presupuestos ni, sorprendentemente, largos metrajes. En ocho minutos, Dudok de Wit nos lleva a su terreno y consigue emocionarnos como si fuese la primera vez que experimentamos esa sensación. Una maravilla que merece visionarse sí, o sí.
Caith_Sith
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13 de abril de 2010
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero de todo es decir que el cortometraje es un modelo cinematográfico interesante pero que un servidor no ha explotado lo suficiente. No se si la palabra será “menosprecio”, pero quizá sí que lo he considerado como un hermano pequeño de un largo.
Pues bien, siempre habrá un antes y un después desde que pude ver esta pequeña joya holandesa llamada “Padre e hija”. La historia es principalmente una historia de amor filial entre una niña y su padre, quien se aventura en un largo viaje cuyo destino desconocemos. El cortometraje se centra en la espera de esta niña a la llegada de su padre. Una base tan "naïve" como ésta, se convierte en algo equiparable a la mejor de las poesías habidas y por haber, dónde tanto la simpleza del dibujo en sí como el básico contraste de colores no nos importa absolutamente nada. Además, nos hace ver que no necesitamos tanto formato digital o tecnología 3D para despertar en nuestros sentidos una experiencia sublime.
La reflexión que uno saca cuando aparecen los créditos es que el tiempo puede que nos cambie físicamente, pero el amor (éste amor) es algo tan fuerte que está por encima del dolor, por encima de la furia del viento o la frialdad de la nieve, y por supuesto, por encima de la vida y la muerte.
Una maravilla.
Fher
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