Sin plomo (C)

Un modelo perfecto de cómo en sólo veinte minutos se puede hacer algo grande.
Después de ver Sin Plomo, no hay excusa posible para la retahíla de películas, patrias y foráneas, que cada año se resienten en sus guiones y fallan a la hora de emocionar. El corto está rodado con brío, con enorme tensión, y no deja de sorprender. Y lo que es mejor, en apenas unas páginas de guión se desarrollan los personajes mejor que en muchos largos.
Los actores están todos estupendos, pero debo destacar el enorme trabajo de Cristina Castaño, mucho antes de La Que Se Avecina o Herederos, paseando ya por la pantalla esa mirada tan poderosa y expresiva que tiene.
Es, simple y llanamente, una pequeña obra maestra.