Too Late Blues

Observo atento, pero no consigo ver nada, a excepción de un film sobrevalorado de forma muy generosa, con un lema tan sencillo como la vida misma: la fama no te da la felicidad.

Con un desarrollo sencillo, demasiado sencillo, llegando a ser aburrido a veces, y otras más que incomprensible, Cassavetes nos va presentando una serie de personajes: un joven narcisista, un putón verbenero, la street band inconformista, el malvado agente y un griego muy chillón; interesantes, únicos y exquisitos, pero como sardinas en el monte, no tienen por donde sobresalir, muriendo ahogados por exceso de aire de un director que no aprovecha lo que tiene, y se centra en su desarrollo, más miserable, imposible.

Ni música, ni Jazz, ni Blue, todo abúlico. De forma general no me ha gustado.

Viscelaridad y sentimientos a flor de piel. Una de las primeras películas dirigidas por Cassavetes tras Shadows (1959) y de nuevo consigue adentrarnos en una historia de pasiones humanas, todo ello rodeado de una violencia física pero también psicológica, en el que el peso de la acción recae en los actores.
Cassavetes me gusta porque arriesga y de una forma absolutamente libre. Comparto que es una película absolutamente imprescindible y su cine también lo es.
Su retrato de los clubes de jazz de medio pelo de finales de los 50 y los años 60, el ideal del sueño americano aplastado, los prejuicios racistas, la condición de la mujer...un coctel explosivo en manos de este genial director.

A comienzos de los 60, Cassavetes creaba el cine independiente yanqui al desprenderse de una serie de formas académicas. Precisamente de eso va esta joya: de perder las formas sin complejos. Todo en un film gobernado en su interior por un ritmo, una musicalidad de la imagen, que es puro jazz y que nos traslada hasta un final maravilloso en el que Stella Stevens parece anticipar a Twiggy o Edie Sedgwick. Imprescindible.