Roseanne (Serie de TV)

Divertida y costumbrista comedia que refleja una realidad desde l punto de vista divertido: No todos los norteamericanos son delgados y de modales refinados sino en la mayoria de casos todo lo contrario. Insuperable John Goodman.

La serie fue todo un éxito en Estados Unidos, donde permaneció en antena durante nueve temporadas. Aportó mucha frescura gracias a su descaro, a unos chistes políticamente menos correctos de lo habitual y a una química entre los actores adultos difícil de mejorar.
Pero además de los méritos propios, la polémica vida personal de Roseanne Barr contribuyó mucho a ese éxito. Su vida sentimental ha sido ajetreada y su lengua viperina extiende permanentemente rumores sobre sus compañeros de trabajo y saca a la luz secretos familiares –la homosexualidad de su hermano, los supuestos abusos que sufrió por parte de su padre, etc.–. Durante su adolescencia tuvo que ingresar en un psiquiátrico para curarse de unos desórdenes de personalidad causados por un atropello que sufrió. Los rumores han llegado a acusarla de ejercer la prostitución durante su descentrada juventud, pero no recuerdo si llegó a reconocerlo ella misma –a mí me da que sí–. (Bueno, de vez en cuando no está mal un poco de marujeo, ¿verdad?)

Ya apurando la década de los 80 nos llegó esta serie que tiene como gran punto a su favor el hacer una pequeña apología de la White Trash norteamericana. Realmente, la clase media del país ya había tenido demasiadas series (pocas de ellas realmente interesantes), por lo que se agradecía que alguien retratara la América con dificultades para llegar a fin de mes, viviendas de calidad dudosa y problemas cotidianos de verdad. Después de tantos años yo destacaría sobre todo unos guiones ácidos (con situaciones deprimentes de vez en cuando, para darle verosimilitud) y la excelente labor de John Goodman, que da el papel como Pater familias popular y del resto de secundarios; respecto a Rosseane, es uno de esos actores ni mediocres ni superdotados a los que odias o a los que amas por motivos no verbalizables. En este caso aporta al papel una mala leche y una amargura (de raices autobiográficas) que se ajustan bien al guión, pero me temo que en cualquier otro papel me apuntaría al bando de los odiadores. En definitiva, serie peculiar que sin ser nada del otro jueves sí merece sere recordada dentro de la TV de los 80 por su descarnada ironía y sus toques feistas.