Un lugar por el que luchar

Un lugar por el que luchar es una película maravillosa. Sin más.
No muchas películas se pueden permitir el lujo de aunar denuncia social, drama paternofilial y una historia de amor preciosa sin que le tiemblen las piernas (es decir, el guion y el desarrollo de la historia), y Romain Cogitore lo consigue con pasmosa facilidad, con un estilo sencillo, pero eficaz, que transpira dolor muchas veces, pero también un inconmensurable amor y elegancia. Los personajes están maravillosamente desarrollados, y su turbulenta navegación entre la ley y lo antisistema, entre el corazón y la razón, se queda con el espectador y lo emociona, porque la narración es estupenda y no se pierde en extensiones innecesarias del metraje de la cinta.
Maravillosa es también la química entre François Civil y Lyna Khoudri, que ya han formado pareja como D 'Artagnan y Constance en Los tres mosqueteros, dos intérpretes absolutamente entregados a sus personajes, conscientes en su interpretación de que tienen dos regalos entre las manos. Khoudri desprende una fuerza y una dignidad impresionantes. Su Myriam es fuerte, sensible a la vez, una luchadora con las cosas claras y una actitud ante la vida que le permite salir siempre a flote. Por su parte, Civil sigue demostrando que, a día de hoy, no es sólo uno de los actores más interesantes de Francia y Europa, sino también uno de los mejores protagonistas del cine actual. Tiene unos ojos y una presencia que dejan sin aliento, y además es un actor de primerísimo nivel. Su Greg es real, humano, auténtico, y es gracias a su talento. No hay más que ver la maravillosa escena de la conversación con su madre sobre la confusión en la que está sumido para darse cuenta de que el galo es una estrella. Sin más.
Desde ya, una de las películas más hermosas y mejores de 2023. No se la pierdan.

Lo mejor: Sus personajes, extraordinarios, los dos protagonistas y la maravillosa sensibilidad que despliega.
Lo peor: Nada realmente, salvo que tampoco es una obra maestra.

Con la ecología y el amor como piedra fundamental, el filme se mueve alternativamente entre la policía, que defiende a las empresas y los ambientalistas que defienden el bosque, y entre tanta alternancia, nace y amor, que trata de darle el mayor equilibro posible a posturas más que enfrentadas.
Romain Cogitore genera ese equilibrio y alterna las situaciones con delicadeza y en su dosis justa.
Muy buenas interpretaciones de François Civil y Lyna Khoudri, quienes generan una química que aporta aún más equilibrio al caos ya reinante.
Sin lugar a dudas una película para reflexionar.-