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Afterschool

Drama Robert estudia en una elistista escuela de Nueva Inglaterra y cataliza su fascinación por la imagen en la asignatura de vídeo. Durante la realización de uno de sus trabajos, captura, en los pasillos del colegio, la muerte de dos hermanas gemelas por una sobredosis de drogas. Ese trágico suceso sacudirá emocionalmente la escuela. A Robert se le encomienda la tarea de realizar un vídeo como homenaje a las chicas que funcione, también, ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
25 de noviembre de 2008
21 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Da gusto ir al cine en festivales. Uno se sienta tranquilamente en su butaca y no le molesta nadie. La gente asiste a la función milagrosamente en silencio, no existen las palomitas ni las ruidosas bolsas de patatas, ni bebedores compulsivos de refrescos de cola por pajita. Cuando uno asiste al cine bajo estas condiciones, la película ya parte con ventaja. Uno la ve bajo un punto de vista distinto.

Digo esto porque el espectador que asista a ver esta película, que se vaya olvidando de cualquier cosa que le haga apartar la vista un segundo de la pantalla. Afterschool no es solo una película, es también una exposición artística. Antonio Campos es un sorprendente descubrimiento. Se nota que se ha tragado infinidad de cintas en sus todavía jóvenes 25 años. Su cine es un soplo de aire fresco, un impactante y absorbente despliegue de técnica y saber estar detrás de una cámara. Largos y estudiados planos, milimétricos encuadres y cuidadísimos detalles. El trípode siempre fijo, los personajes entran y salen del objetivo y es el medio que los rodea el que se convierte en protagonista. Estrechos pasillos, atestados comedores o desordenadas habitaciones y despachos de escuela. En los diálogos se nos muestra al receptor, casi nunca centrado en pantalla, y es el devenir de la escena lo que coloca cada cosa en su sitio, con la cámara inerte.
No conozco a este tío, pero apostaría 20 euros a que se ha cepillado una docena de veces la filmografía completa de Kubrick. Se nota.

Si la dirección es magnífica, el guión y el tratamiento de los personajes no desmerecen en absoluto. El tempo de la historia esta llevado con pulso firme y el interés no decae en ningún momento. Al contrario, la narración arranca despacio, tomándose su tiempo, para ir avanzando y profundizando en los personajes de forma progresiva. Campos juega con los protagonistas y con el espectador de forma perversa e inquietante.

Una película que se apoya en el mundo virtual de las nuevas tecnologías, para mostrarnos lo que es realidad o ficción, si es que existe la diferencia entre ambos, a través de la perturbada mirada de un adolescente universitario. Una cinta que se vuelve asfixiante y que se va haciendo insostenible al igual que la atmósfera que cubre el colegio desde el momento que se disparan los acontecimientos.

Trata temas habituales en el género juvenil, como las drogas y el sexo, pero no estamos ante una película hecha para comerse las taquillas a costa de las pagas semanales de los adolescentes. Es mucho más compleja y está destinada a un público muy diferente.

Película condenada a convertirse en cinta de culto. Al igual que Antonio Campos.
pipona
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28 de noviembre de 2008
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Demoledor relato de incomunicación y comunicación en distintos planos, de realidad y realidad filtrada, de manipulación audiovisual, institucional y emocional. Todo transcurre en BRYTON, un colegio bien de USA, donde ROB capea el temporal con el cumplimiento de las tareas y un correcto comportamiento, que le permite también su tiempo frente a la pantalla del ordenador. En esa oscuridad de su cuarto, persigue relatos lo más verosímiles posibles colgados en la INTERNET: la risa espontánea de un niño, los desastres de la guerra, el ahorcamiento de SADDAM y, como no, la pornografía más "gonzo".

Su vida cambia cuando realiza un trabajo de audiovisuales con la chica que le gusta y fruto de ello, su cámara registra la muerte de las dos alumnas más populares del instituto, una de las cuales agoniza entre sus brazos. A partir de aquí el sospechoso mundo de BRYTON se muestra como es al no mostrarse como es. Todo serán mentiras dulces y recuerdos edulcorados para que prevalezca el orden establecido.

La película es controvertida y provocará sin dudas afectos y reparos, pero es de una atmósfera desasosegante innegable. Además las interpretaciones consiguientes son dispares. Yo tengo la mía, que comentaré en zona spoiler. Al margen de todas ellas, destacar el trabajo de los jóvenes actores y el del director, cuyos planos desencuadrados y desenfocados no responden a un pedante recurso estilístico, sino que están al servicio de lo que la historia pretende contar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
trivijuan
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29 de noviembre de 2008
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una temática cercana al "Elephant" de Gus Van Sant y el tratamiento estético, la frialdad y la violencia latente de un Michael Haneke, el estadounidense Antonio Campos firma una película inquietante sobre la violencia en las aulas y lo cruda que puede llegar a ser la convivencia en una escuela privada para un adolescente inadaptado, cuya frustración, rabia y tristeza puede desembocar en problemas piscológicos graves y en un estallido de odio.

Campos utiliza el montaje de forma virtuosa para crear planos realmente trabajados. Pero la temática de Afterschool ha sido puesta en imágenes con mayor eficacia y voluntad de discurso que en esta ocasión, en la que el director se pierde en sus propias filigranas visuales, descuidando una mayor cercanía y credibilidad en la deriva psicológica del joven protagonista al que se retrata de manera en exceso distanciada. Puede que plantee interesantes preguntas, pero se echan de menos algunas respuestas.
JorgeRTadeo
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9 de octubre de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El qué haya visto está película, o el qué la vea en un futuro, llegará a la conclusión de qué es una película menor qué intenta suplantar la técnica visionaria de Michael Haneke. Y en ello no hay discusión, indudablemente la película sé mueve desaforadamente bajo una extrema inspiración en el cine del director austriaco, también es factible reconocer qué se trata de una película pequeña o menor, si se le compara con cualquiera de la filmografía de Haneke. Pero estas comparaciones que ponen en tela de juicio la originalidad del filme, no pueden impedir qué deje en relieve, qué en esté particular caso, se trata de una película realmente inquietante e introspectiva. Afterschool es una película austera tanto en su forma como en su fondo o contenido. El filme pretende realizar un estudio demostrativo, de temas que dominan la corriente posmoderna en la actualidad, cómo lo son: la consumación de la intimidad por la conquista de la tecnología, principalmente atendiendo a un estudio teleológico sobre la privacidad por causa de los medios audiovisuales y la Internet; el falso adoctrinamiento religioso y la falsa egolatría impositiva qué poseen sus verdugos o lideres; la oscura plebeyez amarillista en la perdida y cómo una comunidad se aprovecha de la muerte de uno de sus integrantes para consumirse en la ola de la propaganda y la indignación; la corrupción de la privacidad –medios tecnológicos- como principal detonante de la violencia incluso en la pornografía; el descaro en el adoctrinamiento educativo y su mala ejecución, al tratar de proteger la solides de la institución antes de proteger a sus estudiantes; el vacío inminente que produce una vida entregada a los medios tecnológicos; el devenir de la depravación y las causas que no son justificables dentro de lo bueno y lo malo que ha sido infundado y aceptado socialmente; la terrible y corruptiva mediatización de los medios audiovisuales y su fuerte violación de la realidad, en donde incluso un simple documental o video amateur –arte, cine- de varios minutos que pretende realizar un homenaje a las gemelas fallecidas, debe llevar ciertos ingredientes y cierta forma de edición, para qué al ser visionado produzca la lastima o la nostalgia…
José Barriga
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11 de agosto de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escalofriante, austera, dura, realista, oscura, incómoda… Muchos adjetivos se pueden aplicar a la hora de definir una película tan complicada como Afterschool y todos ellos son acertados.

La obra de Antonio Campos comienza con una serie de vídeos: un bebé riendo, una caída de una bicicleta, la ejecución de un dictador, la vejación en una filmación pornográfica… La risa, el llanto, la crueldad, el sexo y la violencia: todos esos momentos y sentimientos mezclados a través de la pantalla de un ordenador y la lente de una cámara. Robert, un adolescente de una elitista academia, observa la vida desde esa aura irreal y perturbadora; incluso su existencia parece contagiarse de esos aspectos: soporta a los matones, intenta superar sus problemas, se enamora de una chica, aguanta a un compañero de habitación que hace de camello… Y, mientras todo eso ocurre, su obsesión sigue creciendo cuando en sus manos cae una cámara como parte de un taller cinematográfico de la escuela. En un momento en el que rueda en los pasillos, acaba encontrándose con algo que quebrará su mente: las populares gemelas Talbot mueren de una sobredosis. Para superar la experiencia, como parte de su terapia, Robert es el encargado de crearles un vídeo homenaje.

La trama parece sencilla, pero el director es hábil a la hora de crear una atmósfera agobiante, un sentimiento de impotencia en el espectador, que no es nada más que otro voyeur, como el propio Robert, que desea seguir adelante a la vez que todo se desmorona, fruto de la falsedad y la ausencia de comunicación.

Si bien Antonio Campos puede llegar a abusar del desenfoque o los personajes fuera de campo (siguiendo la estética de las grabaciones de alguien como Robert), se palpa en toda la segunda mitad del film una tensión que concluye de una forma que deja al espectador reflexionando sobre todo lo que ha visto, un espejo de este presente tecnológico donde todo queda grabado para el deleite del que desee presenciarlo una y otra vez (recordando incluso a la distópica serie Black Mirror).

Afterschool no es una cinta cinematográfica para todo el público, solo para el que desee internarse en un viaje oscuro a lo que parece normal en nuestro día a día y realmente apesta. Cuando alguien nos graba o nos hace una foto, todos intentamos poner buena cara, ocultando lo que realmente pensamos, lo que realmente somos… Afterschool gira en torno a la hipocresía captada por la frialdad de una cámara. Para empezar, el internado es el primero que pretende mantener una imagen de normalidad, ocultando el tema de la sobredosis, apoyando los discursos banales y los vídeos prefabricados para causar pena; no se preocupa realmente porque vuelva a ocurrir algo de lo que ya estaban advertidos desde el principio; lo importante es enterrar esa dolorosa verdad. Lo mismo ocurre con unos estudiantes de aspecto normal, que pronto demuestran ser unos desgraciados como el “amigo” de Robert o unos manipuladores como la chica que pronto se convierte en una muestra más de ese microcosmos de una sociedad en la que todo se graba. Apariencias vacuas que, finalmente y de manera sobrecogedora, también sostiene el protagonista, del que siempre sospechamos y, a veces, nos apiadamos. El film es el proceso por el que Robert acaba aceptando una verdad y es que si se puede manipular la realidad con un video, ¿por qué no manipularla sin más mientras la vive?

Sin duda el guion acierta en todo esto por la dirección y por un reparto creíble, sobre todo un magnífico Ezra Miller, una joven promesa que después de esta película de 2008 despuntaría con la durísima Tenemos que hablar de Kevin y la nostálgica Las ventajas de ser un marginado.

En resumen, Afterschool sorprende al espectador con una capacidad para conmover insospechada en una obra que aparenta ser pequeña y fría. Aceptamos que Robert ha mirado a través de la cámara y finalmente nos mira a nosotros. Ahora nos toca elegir, ya sea después de clase o después de la película. ¿Quiénes queremos ser o aparentar ser? Sonríanos, tal vez nos estén grabando.
Ozymandias_Iskander
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