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Imágenes de una dictadura (TV)

Imágenes de una dictadura (TV)
1999 Canadá
Documental, Imagen de archivo: Augusto Pinochet
6,3
30
Documental Patricio Henríquez realiza una vez más un incisivo trabajo de denuncia contra el terrorismo de estado, en este caso el que se llevó a cabo en su país la dictadura de Augusto Pinochet. Lo que el director propone al espectador es conocer quién fue realmente este militar chileno y qué supusieron para la sociedad de Chile sus años de gobierno. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
17 de julio de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es precisamente lo que Patricio Henríquez parece querer transmitirnos en el inicio de este apabullante documental, obra maestra del montaje por su efectismo y magnífica selección de imágenes. Esta pieza de indudable valor histórico surgió al calor de la polémica detención de Augusto Pinochet en el Reino Unido, lo cual creo que es decisivo para entender las motivaciones que hay tras la obra. Este suceso desató protestas de todo tipo entre los sectores más conservadores de la sociedad chilena, dentro del cual el difunto dictador goza de un gran apoyo. Henríquez tan sólo pretendía mostrar la otra cara de la verdad, la de aquellos que sufrieron la represión implacable del régimen militar.

El documental comienza con una escena muy significativa: es el 25 de noviembre del año 1997 y las fuerzas armadas conmemoran el 82 cumpleaños de su comandante en jefe, Augusto Pinochet, un anciano emocionado, de apariencia honorable y aparentemente inofensivo. La banda militar toca los acordes del mundialmente conocido “Cumpleaños feliz”. El discurso de uno de los que después lo sucederá al mando de las fuerzas armadas agradece al pobre anciano por los muchos sacrificios que ha tenido que hacer a lo largo de su vida y, al mismo tiempo, lo compadece por ello. No obstante, inmediatamente después Patricio Henríquez inicia un viaje atrás en el tiempo –un milagro del cine documental-, año tras año, donde vamos viendo a Pinochet rejuvenecer hasta aquellas instantáneas donde aparece ataviado con sus gafas de sol, su rostro severo e implacable y su porte marcial, casi tan ridículo y grandilocuente como el de un Mussolini. De vuelta al 73 vemos quién fue en realidad aquel hombre.

Así, Patricio Henríquez da inicio a toda una serie de imágenes en torno al brutal golpe de estado de septiembre de 1973 que comienzan con esa chapuza que fue el ataque aéreo a La Moneda, un golpe de fuerza del ejército que pretendía mostrar a la sociedad chilena que estaban dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. Todo esto aparece acompañado por comunicados de radio y las comunicaciones internas del ejército chileno y las fuerzas de seguridad que permite ver a las claras el carácter del golpe militar: el Estadio Nacional de Santiago -donde sólo once años antes se había jugado la final del mundial de fútbol que pudo ser vista en todo el mundo- se convirtió en un campo de detención; las calles fueron tomadas por el ejército, enormes contingentes militares cuyas sonrisas contrastan con los rostros afligidos de aquellos que se dirigen a realizar sus quehaceres cotidianos. Vemos perfectamente el clima de terror instaurado con el objetivo de provocar la parálisis absoluta de la sociedad: cacheos, allanamientos de morada, violencia intimidatoria, etc. Nadie podía sentirse seguro y se advierte de que “las personas que sean arrestadas serán sometidas a los tribunales militares de tiempo de guerra”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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