Hogwarts Legacy

El mundo mágico creado por J.K. Rowling adquiere vida en esta aventura de magia y hechicería en la que tú eres el protagonista.

Es una gozada visitar un castillo de Hogwarts recreado en detalle, en el que puedes explorar hasta su último recoveco, con la excepción de la Cámara Secreta por una cuestión de lógica argumental. A su vez, los combates son lo mejor del juego, divertidos, vistosos, intuitivos. Una maravilla. Asimismo el vuelo en escoba recorriendo un mundo bastante amplio resulta ciertamente satisfactorio.

La historia está bien, aunque peca de simple. Se introduce y desarrolla el concepto de magia antigua, que ya era nombrada en las novelas y estaba envuelta en un misterio que mantiene intacto, pues tampoco se profundiza tanto como para entenderla del todo. En la práctica, es un poder primitivo, poderoso y vistoso. Se toca el tema del dolor emocional y si sería moralmente correcto eliminarlo para calmar a la persona que lo sufre. Hay una historia del pasado que se irá desvelando poco a poco, y una presente sobre unos duendes aliados con un puñado de magos tenebrosos que de alguna forma se relaciona con aquella, y ambas con la magia antigua. Interesante pero falto de profundidad, con un par de villanos un tanto desdibujados y tópicos. Paralelamente se desarrollan numerosas otras subtramas, entre las que destaca, incluso superando a la principal, la relacionada con las maldiciones imperdonables y la obsesión de un chaval por librar a su hermana de un maleficio.

Hilvanando con las maldiciones, el juego te da la posibilidad de aprenderlas o no y, junto a ella, la falsa sensación de que tus acciones influyen en la historia. Sí, puedes escoger el lado tenebroso de la magia, torturar y asesinar a tus enemigos como un auténtico mortífago y lucir máscaras terroríficas para que tu aspecto vaya acorde con tus crímenes, pero en realidad nada cambia, un poco el final, pero ligeramente. Y eso es un punto bastante mejorable y no falto de incoherencia. No puede ser que andes por ahí lanzando Avada Kedavra delante de todo el mundo, incluso profesores, y a nadie le importe. Otro punto es que son demasiado poderosas, lo que tiene lógica, pero en la experiencia de juego se traduce en que llega un momento que eres más poderoso que el mismísimo Voldemort, y te paseas por ahí derrotando enemigos con una facilidad insultante. Igualmente ese es un problema que se da con o sin maldiciones. La dificultad es nula. Eso sí, usar las maldiciones da bastante gusto.

A mayores hay un gran número de misiones secundarias, colecciones y logros que con el tiempo terminan por hacerse repetitivos. Las afueras de Hogwarts consisten en pueblos y casas aisladas que son fotocopias unas de otras. Se ve que quedaron agotados después de la minuciosa recreación del castillo. Otros elementos interesantes y vistosos pero innecesarios son los apartados de los animales, las pociones y las plantas. Mola bastante la cría de especies fantásticas, pero utilidad tiene cero, y criaturas hay muy pocas. Con las pociones y plantas pasa algo parecido, puedes cultivar lo que te de la gana y hacer variados mejunjes que luego utilizas en combate y eso, pero la verdad es que los usas por aburrimiento. Utilidad, cero. Del mismo modo, se me hace corto el armario, pudiendo personalizar el personaje sólo hasta cierto punto. Pero bueno, eso es un mal menor.

Concluyendo, el juego engancha. Si te gusta Harry Potter vas a disfrutarlo mucho. Yo me he terminado hasta la última colección. Pero tiene bastantes aspectos que mejorar, como pueden ser: la influencia de tus acciones en la historia, la cual también debería estar más trabajada, que hasta las secundarias son más interesantes; un uso práctico para la cría de animales; la dificultad; o el mundo más allá del castillo, reduciendo significativamente la repetición tanto del entorno como de sus misiones. Aún así es un videojuego con potencial, entretenido, con una gran banda sonora y una experiencia única dentro del universo mágico.

Aviso final, usarás tanto el «¡Revelio!» que soñaras con él toda tu vida.