La historia de Spitfire Grill

Algo extraño pasa con esta película. La he visto unas cuatro veces... y las cuatro veces me he emocionado sin poder evitarlo (no soy de lágrima facil). La primera vez lo atribuí a un "día tonto"... pero las demás ocasiones tienen más dificil explicación.

Y es que cuando uno recuerda la película, no recuerda una puesta en escena excelente, una fotografía asombrosa ni un guión de los que marcan, es más, si alguien dice que más que una película de cine su estilo asemeja más a un telefilme, no sería yo quien se lo discutiera.

Cuando recuerdas la película, lo que realmente recuerdas es el peso humano de todos sus personajes. Cómo se va desarrollando la historia con fluidez, sin puntos forzados, lenta y cálidamente... Y ahí radica su magia, algo que ningún telefilme puede conseguir (y muy pocas películas de cine, ya puestos), y que consiguió conmigo: convertirte en un espectador más...al otro lado de la pantalla.

Estimulante cuento de segundas oportunidades con todos los ingredientes del cine indie americano y un desarrollo argumental similar al seguido en los cuentos de hadas, con todo lo bueno y lo malo (sin duda más de lo primero) que se le pueda suponer a estas dos etiquetas. Adorable Alison Elliott.

Es posible, incluso lógico, que la secuencia inicial en la “cárcel-parvulario” os impulse instintivamente a cambiar de canal, ¡no lo hagáis!, no es más que un espejismo, la humanidad de la historia, su apacible desarrollo y las buenas vibraciones que logra transmitir al espectador hacen que sus carencias sean irrelevantes. Recomendable a todo tipo de público.