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The Fool

Drama Dima Nikitin es un sencillo y honesto padre de familia que trabaja como fontanero para pagarse los costes de la universidad. Un hombre aparentemente “normal” que decide seguir a su propia conciencia, a su propia sed de integridad, a pesar de las dificultades y la corrupción de un mundo actualmente a la deriva. (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
13 de septiembre de 2015
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lev Nikoláievich Myshkin o, el príncipe Myshkin, es el protagonista de una de las obras más importantes de la literatura universal. Nos referimos, por supuesto, a El idiota (The Idiot, 1869), de Dostoievski. Este idiota, que representaba la figura del aristócrata, dotado de unos valores que se irían perdiendo paulatina en el Moscú del siglo XIX, no era denostadamente llamado de tal manera por una falta de inteligencia, juicio o discreción en su carácter, sino por su ingenuidad, que lo llevaba a ser víctima de toda clase de burlas y objetivo de desaprensivos caraduras, quienes se aprovechaban de su inocencia para lucrarse sin compasión a su costa. El director, guionista y compositor Yuri Bykov, compatriota del propio Fiodor, presenta con su The Fool (Durak), una evolución de esa pérdida de valores, en la que transforma el ideal mesiánico dostoievskiano en una maldad secular e inherente a los ciudadanos de un pequeño pueblo ruso, descendiente del realismo mágico más pesimista. Encontramos en este microcosmos a dos tipos de “fool”. Por un lado, el presentado en la segunda escena de la película, cuando el protagonista, Dima Nikitin, su padre y su madre son tachados de tontos en una definición que se acerca mucho a la del príncipe Myshkin. Se les llama tontos, incluso idiotas, por su carácter humano, bondadoso, aferrados a la idea de respeto por el prójimo. Por otro lado tenemos al idiota burgués, que ha perdido definitivamente cualquier atisbo de educación, modales y respeto. Este “fool” se aproximaría mucho más a un Imbécil, cuya B queda convertida abruptamente en una especie de P esputada sin compasión, al tiempo que se sobreacentúa la posterior vocal tónica, É, para infligir, a continuación, todo el peso fonéticamente peyorativo en la C, que se prolonga y se arrastra sin piedad hasta el límite en el que deja de ser una C para convertirse en una Z. Un imbécil que queda tan deformado conceptualmente en la película como morfológicamente en nuestra descripción.

La primera escena que se nos muestra es la de un vehemente drogadicto que, en un violento ataque fruto del síndrome de abstinencia, agrede brutalmente a su mujer y a su hija acusándolas de haberle robado el dinero que necesita para comprar su dosis. Esta escena será fundamental para entender el discurso moral que se llevará a examen a lo largo de toda la película. A consecuencia de esa discusión, se rompe una tubería y, en lo que parecía una inspección rutinaria, Dima, un estudiante de arquitectura, descubre una grieta en lo que pudiera ser un pilar maestro. Alertado, el protagonista se dirigirá al exterior del edificio para comprobar espantado que esa grieta se extiende amenazante desde el suelo hasta el piso noveno, por ambas fachadas del edificio, suponiendo una inminente amenaza que podría derrumbar la construcción en cualquier momento. Consciente de que el concejal de obras públicas no hará nada al respecto, como no lo ha hecho en los pasados 40 años, el héroe decide hablar directamente con la alcaldesa, que se encuentra celebrando, junto al jefe de policía, el de bomberos, el de servicios médicos, y el propio jefe de infraestructuras, su cincuenta cumpleaños en un restaurante. Dima, que calcula que los cimientos del edificio no resistirán durante más de 24 horas, trata de exponer su teoría a los mandatarios de la ciudad basándose en la inclinación de la edificación y el severo daño ocasionado por las dos enormes grietas. Su objetivo será convencer a la cúpula municipal de poner en marcha un dispositivo de emergencia para desalojar a las 820 personas que viven en el inmueble.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
patricio nazer
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15 de diciembre de 2015
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las mejores películas que he visto en mucho tiempo, una representación de la realidad más extrema y miserable de este mundo y, en mitad de ella, una persona que nada contracorriente.
Toni Sacco
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30 de diciembre de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto a Leviathan parece que Durak fueron los filmes fuertes de parte de Rusia, este último un poco más accesible que el primero. Durak no tuvo tanto éxito comercial ni en festivales, y aunque la crítica al sistema de gobierno de su país es igual que fuerte podemos decir que en cierto grado la brutalidad de los altos mandos mostrado en Durak es difícil de tragar para las altas esferas rusas, aquí los gobernantes son vistos como verdaderos mafiosos, borrachos sin ninguna moralidad de robar el presupuesto para su bolsillo propio, por eso no es raro que la palabra Durak traducida al español sea como “El tonto”, porque nuestro protagonista es como aquel Serpico de Al Pacino que se esfuerza por hacer todo correcto creyendo que la vida, el karma o un Dios le fuera a favorecer en medio de un ambiente en donde todos los demás personajes son lo contrario de él, adictos a la corrupción, violencia y holgazanería. ¿Sera que esto es una caricatura o una realidad? Es angustioso realmente el nivel de burocracia mostrado en el filme, la insensibilidad humana, y la primer hora del filme es realmente meritoria, tal vez uno sienta que los minutos finales son excesivos y que cuando se entra en el conflicto familiar se pierde un poco la historia principal, pero Durak es un filme que se debe ver y valorar con cuidado, buenas actuaciones, un guion interesante y un acabado más que estimable.
CINELOCURA
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21 de febrero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sumamente sombría y desmoralizadora, incluso para los estándares rusos, la tercera y última película de Yury Bykov apunta hacia una condición moral única ¿e ilusoria?, forjando mordazmente el retrato de un país (que bien podría ser el tuyo y el mío) en el que la corrupción y la codicia parecen ser los únicos valores compartidos.

Dima, es un plomero y jefe municipal de reparaciones en una ciudad rusa que a pesar de no tener ni siquiera 40 años de haber erigido sus edificios comunales, estos yacen en un grave estado de deterioro. Durante una inspección –una tubería estalló quemando a un hombre que casualmente golpeaba a su esposa– Dima descubre que el problema es mucho mayor, hallando entre otros indicios, una profunda grieta a ambos lados del edificio que va de los cimientos al noveno piso. Aunque no es su distrito el sentido de responsabilidad le despierta en medio de la noche, decidido hablar con sus subalternos y convencerlos de realizar una evacuación, según sus cálculos, el edificio se colapsará en menos de 24 horas sepultando vivos a más de sus 800 residentes.

Una odisea increíble de concebir para Dima: ¿En qué mundo estamos viviendo? Son personas, ¡Hagan algo! Impresionado contempla un sistema corrupto de pies a cabeza cuando irrumpiendo en la fiesta de cumpleaños de la alcaldesa consigue ganar la atención de los jefes de todos los departamentos. Un espectáculo grotesco. Justificaciones empapadas de vodka y acusaciones flagrantes cada vez más agresivas, evidencian a una clase dominante podrida hasta el núcleo. Preocupados por quién va a caer, en busca de un chivo expiatorio. El hecho de que la vida de más de 800 personas está en peligro parece ser sólo un accidente en una ecuación de malversación de fondos. Estoico, Dima, no deja de insistir, jugándose su carrera, su familia, su vida. Preocupado por ese complejo habitado por marginales, ignorantes, drogadictos, prostitutas, ladrones, por escoria en palabras de los altos jefes.

Genial. ¿No te recuerda un poquito a alguien, a otro ruso? Situado en la Rusia de mediados del siglo XIX El Idiota de Dostoyevski narra el descenso hacia la locura del príncipe Myshkin. Un joven hasta entonces ajeno a la podredumbre moral del mundo, compasivo y sumamente ingenuo, vaya, un idiota. Es… imposible no ver el paralelismo con El tonto de Bykov, por otro lado, mientras “The Fool” se acerca demoledoramente hacia su final, encontramos la antítesis perfecta a la novela de Dostoyevski. Pueden ambos idiotas ser ingenuos y moralmente excelsos, pero uno lo es circunstancial y otro por elección. Difiriendo así de Dostoyevski quien insinúa en su novela que una vida virtuosa es imposible en nuestras condiciones, a menos que estés dispuesto a renunciar a la cordura. Por ende, desde Cristo hasta cualquier buen hombre, serían idiotas en nuestro mundo. Al príncipe Myshkin lo quebró el mundo. Dima, nuestro tonto en The Fool, es inquebrantable...

La historia de un tonto que se creyó un héroe… un filme pulsátil que parece barajear sus temas más de lo necesario pero conducido con inteligencia, acompañado oportunamente por la música compuesta por el propio Bykov y una paleta de colores propia de una noche urbana inhóspita. Llamativo el contraste de los marginales con la opulencia de la clase alta (me acordé tanto de los cerdos en La rebelión de la granja). El vituperio hacia esa era post-comunista… y un final magnifico.

Premiada en el Festival de Cine de Locarno a Mejor actor. Actualmente Bykov trabaja en su próxima película que anuncia ser un thriller acerca de un conjunto de obreros tomando medidas contra su jefe tras el cierre de la fábrica donde laboran. Ya veremos qué tal.

http://teatro-vandrian.blogspot.mx
Iván Roldán
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27 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sea en las democracias occidentales o en los regímenes de izquierda, los psicópatas siempre buscan estar en el poder. Desde ahí, forman una red de corrupción que abarca todos los ámbitos de la política, y esa corrupción termina matando a aquellos de los que el Estado se nutre cobrándoles impuestos. Esta película desnuda esa trama de poder y corrupción, de ambición e impunidad que caracteriza a los psicópatas que gobiernan los pueblos, llámense Trump, Putin, Kirchner, Peña Nieto, Rajoy, Merkel o como se llamen. Un film que hay que ver con los ojos bien abiertos.
gladiador
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