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La condesa (The Countess)

Drama. Thriller Ambientada en el siglo XVI, narra la macabra leyenda de la Condesa Bathory, quien asesinó a centenares de muchachas para beber su sangre y poder conservar intacta su belleza y juventud. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
28 de octubre de 2009
43 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
La respuesta es obvia. A "La condesa" le falta sangre.

Y no me refiero a la escasez de escenas truculentas, que también se echan en falta. Me refiero a que Delpy, que no dudo que se haya empollado a Penrose de cabo a rabo antes de embarcarse en este complejo proyecto, se ha dejado las entrañas y el corazón en casa, marcándose un drama tan aséptico, frío y diáfano que cuesta relacionar esto que nos relata con lo que se esperaba de la que prometía ser la película definitiva sobre la infame vampiresa húngara. El enfoque además, es totalmente erróneo, porque la directora se entrega a la tentación de explicar y justificar, cuando no hay nada que justificar. Poco a poco, la película va cayendo y decepciona: Delpy no recoge ninguno de los hilos reflexivos o históricos que podría haber devanado y se conforma con una visión más bien lejana, casi analítica, que denota que en ningún momento se ha hecho esfuerzo alguno por acercarse a la psique oscura del personaje.

Y no faltaba material para incitar a la perturbación: ¿acaso somos tan lejanos de la obsesión de la Báthory? ¿No nos arrancamos pedazos de nuestros cuerpos, estiramos nuestras pieles, implantamos materiales extraños dentro de nuestras carnes, cosemos cabellos a nuestra cabeza o nos rellenamos la cara con venenos naturales para conservar la juventud eterna? ¿Y si nos dijeran que matando a una persona seríamos bellos y jóvenes para siempre? ¿Que bañándonos en sangre humana no lograríamos una piel tersa, unos músculos turgentes y una belleza luminosa?. ¿Hasta qué punto podría convertirse la Báthory en una especie de retrospectiva deformante y demente de la sociedad futura?

Pero no hay imaginación, ni implicación y ni siquiera grandes interpretaciones para tan intensos y negros personajes. Delpy no es más que una caricatura de altivez y maldad, no ha captado la esencia de la dama sangrienta, ni la relación entre su actitud de "puedo hacer lo que me da la gana" y esa intocabilidad que impidió que una prominente señora de la nobleza húngara fuera ajusticiada por unas barbaridades que no conocen parangón en la historia del crimen.

Ni tampoco se tira por el otro lado, la supuesta conspiración de otros nobles para quitarla de enmedio mediante falsas acusaciones de asesinato y brujería, por lo que la sosez predominante del conjunto y la absoluta falta de hemoglobina tampoco tienen justificación en un cambio de sesgo histórico.

Ha sido una triste decepción tras una larga espera que no ha merecido en absoluto la pena: hay documentales que tienen mucho más de película que esta ¿película?.
Neathara
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20 de noviembre de 2013
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho se ha hablado sobre el rigor histórico de La Condesa y sobre si su principal responsable, Julie Delpy (protagonista, directora, guionista y compositora de la música), rebaja la culpa de tan siniestro personaje en los centenares de asesinatos de chicas jóvenes en la Hungría del siglo XVII. Habrá opiniones para todos los gustos. La de quien esto firma es la siguiente: Delpy siente cierta simpatía por su protagonista y se compadece de su dolor por el amor truncado y apasionado con el personaje al que da vida un encantador y estupendo Daniel Brühl, pero en ningún momento olvida ni dulcifica que esta señora torturó y asesinó salvajemente a cientos de inocentes. No hace falta una crítica más explícita. Imágenes como la de los lobos en el bosque devorando un cadáver o el bonito uso que se hace de las máquinas de tortura hablan por sí solas.
Así, la artista francesa regala una película muy notable, de duración precisa y acertada, de buen ritmo, con una factura técnica absolutamente impecable. Es una cinta bien hecha y bien rodada por Delpy, a quien no le hace falta ser una maga de la cámara para entregar un ejercicio de clasicismo y buen hacer en su dirección. La historia de amor con Istvan añade más complejidad a la historia y humaniza al personaje de la condesa, y aunque no funciona del todo y a ratos sólo parece servir para meter los correspondientes desnudos, lo cierto es que ayuda a que la historia no sea simplemente un cruel cuento de terror.
Por supuesto, nada sería lo mismo sin la magnética presencia de Delpy, absolutamente soberbia en la aborrecible piel de Erszbeth Bathory, plasmando magistralmente a la mujer atormentada por un amor imposible y al monstruo frío y sádico en que se convierte después. Sólo su forma de mirar, con esos ojos tan expresivos, tan llenos de odio, de amor, de tristeza y de sadismo, según toque, ya merece un enorme aplauso.
En definitiva, una muy recomendable versión de una de las más terribles historias de asesinato de todos los tiempos, presentada por una de las mujeres más talentosas de la industria cinematográfica de cualquier país. Merci bien, Julie.

Lo mejor: La impecable factura técnica y la presencia de una aterradora Julie Delpy.
Lo peor: El comienzo es un poco lento y la historia de amor, aunque hermosa, no es lo más interesante del conjunto.
Sibila de Delfos
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22 de abril de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julie Delpy ha compuesto una condesa enamorada como coartada para explicar sus crímenes, de este modo el amor justificará su necesidad de luchar contra el Tiempo. Es una buena coartada discursiva, el amor acaba justificándolo todo, de modo que tenemos un inicio, un porqué (al margen de patologías). Si obviamos este pretexto Delpy sigue al pie de la letra lo que se conoce acerca de la Condesa a través de las fuentes ya muy contaminadas, pero al fin
y al cabo es de lo único de lo que se dispone acerca de esta estrige voraz. Y Delpy desarrolla sin aspavientos estos datos (se agradece).

Disponemos de una mochila llena del postromanticismo de Penrose, de la melancolía de Pizarnik, estudios psicológicos y yo qué se más. Una anécdota curiosa y graciosa relata M. Yourcenar en "El tiempo, gran escultor" en su capítulo "juegos de espejos y fuegos fatuos" (disponible en la red) me hace sonreír en estos momentos.

En el fondo barajamos siempre la misma iconografía. ¿Cuándo sucede todo? ¿Dónde? e incluso el ¿cómo? si respondemos a esas preguntas dada cualquier cuestión histórica tendremos la respuesta.

Los Cárpatos, los turcos, las intrigas, el primo conspirador Thurzo, y ¡el sacro imperio romano germanico! lucha por el poder, mucho en juego; por otra parte tenemos a una niña que a los 12 años ya estaba siendo desarraigada de su entorno e incluso de su niñez, y que probablemente en su cabeza fuera desarrollándose alguna patología que alimentada más tarde por el poder que le conferiría su estatus no hizo más que desarrollarse desde una red de ignorancia, superstición, paganismo.

Su carácter atrabiliario, su bisexualidad, la consulta a brujas (¿o eran aprendices de farmaceúticas que fabricaban electuarios?), prácticas extremas: sadismo; seguramente, pero a todo eso la nobleza, en general, no escapaba, tenía el poder, los súbditos eran cosificados y castigarlos era un deber para mantener el control.

Tenemos a la mujer, la bruja, la vampira, la femme fatal con necesidad de sangre fresca, virginal. Da la casualidad que siempre surgen brujas cuando, dado un contexto político y religioso, adquieren poder, la forma más eficaz de arrebatarlo es con estas acusaciones que con el sustrato de lo maldito, lo oculto, lo abyecto, la posibilidad de defensa es nula.

El espejo "trazó los planos de su morada" (Pizarnik). Un doppelgänger enfermizo, narcisista, lunático, de alteridad deformada con efecto fata morgana.

Un ser saturnino, una doncella de hierro traída de Nuremberg, donde nacería Durero y compondría ese ángel melancólico. Nuremberg donde curiosamente se hicieron los primeros automátas al servicio de Cronos, su gran enemigo.

El rostro de Julie Delpy es el idóneo para encarnar a la Condesa.

Una película sobría, tampoco es necesario más.
Victoria
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8 de octubre de 2010
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película está bien ambientada, los castillos y parajes muy fieles a la realidad, el sistema que imperaba en aquellos tiempos, también aparece sin maquillar, pero.....Es una película muy benévola con el personaje.

Se utiliza una coartada romántica para justificar unos crímenes que están más que probados en la historia y se combierte a esta "dama" en una Señora traumatizada por la soledad y el hastío.

También nos presenta a la bruja Darvulia como una enamorada de la condesa, fiel y con un sentido común muy poco propio del veradero personaje en la vida real; Pues Darvulia no era joven, no era una chia inocente y enamorada ni era un perro fiel. Darvulia era una manipuladora, una Señora muy mayor, que gustaba de las magias negras y hechizos contra la gente y que al final resultó ser una cobarde absoluta.

la Condesa no era una atormentada, sino una egoísta,codiciosa y una sádica sin precedentes en la historia. Acabó con todo un censo de población femenina, primero solo matando y luego torturando cada vez von más sadismo e instrumentos cada vez más dolorosos y sotisficados.

Probablemente, también querían que se la encerrara por intereses políticos y económicos, pero era una asesina en serie totalmente convencida de que lo que hacía era lícito, dado que era su derecho total.

Si hay algo que no soporto es que una película que versa sobre un personaje que por la historia y sus datos verificados es psicópata, sea condescendiente y justificadora de algo que no tiene justificación ninguna. Llega un momento que parece que hasta da pena ver a esa mujer en la situación en la que está.

Nada más lejos de la realidad.

No obstante, por su ambientación, se deja ver......
isa
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7 de diciembre de 2009
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que Julie Delpy (“Dos días en París”) al escribir, dirigir, musicalizar y actuar en este filme, sale bien librada. Contar una historia desde la perspectiva de vencedores (Istvan Thurzo, amante de la condesa, quien narra la historia) y vencidos (Elizabeth Báthory, conocida como la “Condesa sangrienta”), muestra el equilibrio que a mi juicio, la directoria ambicionó sobre el personaje de la condesa. Un ser herético por donde se mire, que se esforzó por permanecer bella en su apariencia física.

Ahora, surge la pregunta en la ideología del filme: ¿Vale la penar perpetuar un error (el estado en que se encuentra la mente humana cuando toma lo falso por verdadero) hasta la eternidad? La filosofía clásica establece una perspectiva triple de la verdad: Primera, verdad como propiedad de las cosas (verdad ontológica). Segunda: verdad como propiedad del conocimiento (conformidad de mi entendimiento con la realidad, lo que se denomina como verdad lógica) y tercera, la verdad como prerrogativa del lenguaje. A las verdades del primer tipo se les opone la falsa apariencia; a las del segundo, el error; y a las del tercero la mentira.

La condesa pasó por todas sus verdades, para (poseída más por la idea de la eterna juventud) estacionarse en la que le llevaría al cadalso. Moraleja: Que lo importante como seres humanos, no es cometer los mismos errores, sino nuevos errores.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
gonzalo restrepo sanchez
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