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Salvajes, el cuento del lobo

6,8
124
Documental. Drama Unas montañas lejanas, unos pastores aislados, y un gobierno decidido a proteger a un animal invisible. Pero imponer una ley urbana en un entorno rural no será sencillo. En el norte de España un grupo de ganaderos se declara en rebeldía y optan por el autogobierno. En medio del fuego cruzado: fotógrafos, guardabosques y naturalistas. "Salvajes" muestra la España más western en una frenética historia de personajes donde la moral y el ... [+]
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
30 de junio de 2022
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director denomina western a su documental, algo que resulta bastante pertinente y no solo un posible reclamo: las personas (que no personajes) que aparecen, que dan la cara en esta película, luchan por su supervivencia, no en un mundo por conquistar (el Oeste de EE.UU.), sino en un mundo que se extingue como es el rural en la España despoblada.
El lugar, el territorio, son los Picos de Europa y el concejo de Onís en Asturias. El conflicto es tan antiguo como el hombre, la lucha entre los humanos y el lobo, entre los ganaderos y pastores y el mundo salvaje. Cuentos, leyendas sobre ello, nos han casi acunado desde la infancia con esta lucha a muerte: Caperucita roja, y tantos otros terrores transmitidos a veces por nuestras mismas familias de orígenes pastoriles.
Álex Galán ha tenido la osadía de buscar el conflicto entre humanos y otros animales salvajes no en África o Asia, sino en “casa”, aquí al lado, en las montañas de Asturias, pero podría ser en la Sierra de la Culebra o en otras regiones o comarcas loberas. Un conflicto enconado no solo entre lobos y humanos, sino entres dos posturas enfrentadas en esa misma sociedad humana: la de los defensores de la supervivencia del lobo, y por tanto de la prohibición de su caza, y los ganaderos (principalmente) y algunos partidos políticos que los apoyan, y que quieren poder cazarlos o exterminarlos.
Una dicotomía que enfrenta además a los naturalistas y urbanitas (en general), partidarios de la prohibición de la caza del lobo y que defienden la ley que los protege, contra los ganaderos de comarcas que practican una ganadería extensiva, en zonas despobladas, y que luchan también por sobrevivir con la angustia de practicar una forma de vida casi en extinción. También con la chulería de pensar que el territorio es solo suyo. No nos engañemos. La postura de los naturalistas es irrefutable: un mundo donde no dejemos vivir al resto de especies salvajes es un mundo que no merece ser vivido, sería una “mierda”.
Un asunto en el que se combinan las posturas pasionales, que son legitimas, (o se está a favor de la protección del lobo o se está en contra), con la polarización que se produce cuando una cuestión que afecta a la coexistencia o no coexistencia de dos especies (humanos y lobos), a la propia supervivencia de un modo de vida rural, se ponen en peligro y la leyes aprobadas no se adecuan a la realidad, en buena parte porque no se han consensuado entre todas las partes interesadas.
El documental tiene la virtud de haberse ganado la confianza de todos los que interviene en el mismo: los ganaderos que se “autogobiernan”, los ganaderos que aportan soluciones, los naturalistas y defensores de la coexistencia del mundo humano y el mundo salvaje, la guardería forestal… Solo falta el lobo en este documental, y es una decisión acertada pues el lobo se halla en otra dimensión como es intentar sobrevivir en condiciones muy hostiles.
Esa confianza depositada por las personas que intervienen en la película en el director y su equipo, que hablan con total libertad, da una enorme veracidad y fuerza al documental. Esa confianza ganada por Álex Galán en dos años de trabajo de campo, es estremecedora en el capítulo sobre los ganaderos “autogobernados” que salen a abatir lobos furtivamente, situados definitivamente fuera de la ley.
En esta polarización extrema entre los partidarios de que puedan sobrevivir los animales que nos han acompañado durante milenios, y que tienen “derecho” a sobrevivir, como los humanos, y los partidarios de su extinción para no tener daños en su cabaña extensiva, cabe el diálogo si se trabaja con ese fin. Y caben posturas prácticas e inteligentes como la del último ganadero y familia que interviene, con soluciones tan viejas como la coexistencia de pastores y lobos y oídos a nuestros padres y abuelos. Es el ejemplo a seguir.
Una película que da voz a toda las partes, que escucha a todo los implicados, que muestra la confianza depositada en el trabajo del documentalista, y que retrata un enfrentamiento con rasgos de western, donde la violencia, la intimidación, las amenazas, están envenenando las relaciones entre algunos ganaderos y los naturalistas y las propias autoridades que deben proteger la ley. Un debate abierto que merece un esfuerzo para llegar a un consenso entre las partes.
Alex Galán nos ha regalado la posibilidad de conocer la cuestión, compartir la vida de los protagonistas, escuchar sus posturas y sentir sus angustias que está relacionada con la lucha contra la extinción de un mundo: el rural en la España vaciada, y también el del mundo salvaje.
GonzaloyGracias
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27 de octubre de 2022
4 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
De verdad que nadie piense que esto es un documental y que está rodando hecho reales.
Ha cogido una situación y ha hecho una versión personal de los hechos en forma de falso documental. Gran parte de lo de que ocurre está filmado con actores, amigos del director.
En serio alguien que lo ve puede pensar que la situación es como se presenta en la película?
Me temo que quizá sea así. Pasa con tantas cosas.
vmas6a
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